Cinco días y cinco años

Editorial de eju.tv

No es coherente que legisladores a los que les quedan cinco días de mandato quieran determinar cómo serán los próximos cinco años en la Asamblea. Peor aún si se busca reducir la representatividad de las bancadas opositoras, con mecanismos que le permitirán al oficialismo procesar cualquier proyecto de ley con voto de urgencia y dispensación de trámite, declarando suficiente discusión de inmediato. Se está convirtiendo el 55% en 66%, mediante una especie de fraude reglamentario.

Tiempo de definiciones



Mediante la supresión de los 2/3 para gran parte de los procesos legislativos, el Movimiento Al Socialismo está midiendo a sus nuevos oponentes en el Parlamento. Hasta ahora, las respuestas más contundentes ante el atropello han venido del activismo ciudadano, legisladores salientes y autoridades regionales, pero la oposición que entra en la ALP no encuentra todavía reacciones adecuadas. Ni las huelgas de hambre exprés ni las amenazas de no asistir a la fiesta de posesión parecen preocuparle mucho al masismo, que vuelve a las andadas con sus maniobras antidemocráticas.

Estos primeros días, hasta la transmisión de mando y poco después de ella, constituyen un tiempo clave de definiciones, donde se verá qué tipo de oposición se está instalando y si dará la talla histórica para un momento tan complejo. Otra cosa es con guitarra.

Arce también define su rol

Pero esta etapa definitoria corre igualmente para Luis Arce, quien mostrará en los próximos días si será un títere o un presidente real. Será crucial la actitud que tome ante el proyecto cocalero de un retorno triunfal del “Jefazo” con una gran caravana, desde Villazón hasta El Chapare. Cada quien va a definir su rol de acuerdo a su talla.

Populismo o proyectos serios

Ante este panorama, queda apostar por generar contrapesos en las elecciones autonómicas de marzo. Teniendo en cuenta que el MAS ganó en 314 municipios el pasado 18 de octubre, hay que remarcar que unos comicios regionales mal manejados pueden completar el desastre.

Equilibrar el poder desde las regiones no exigirá populismo (de izquierda ni derecha) sino alternativas serias, con capacidad de gestión y de dar certezas.