Exégesis de los opas

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Alfredo Leigue

Tengo terror de hacer de tonto, más terror aún de hacer de tonto útil, pánico de que descubran que sabiendo la verdad insista en hacer de tonto y miedo paranoico me produce que sabiendo todos la verdad y yo también que me descubran mintiéndome a mi mismo y que además crea ciegamente lo que me digo



El daño inconmensurable que produce la estupidez no tiene remedio. La estupidez es reincidente y no tiene cura. No conozco un estúpido que se haya convertido en inteligente. La estupidez solo se puede disimular con el silencio pero generalmente los tontos son incontinentes verbales.

El problema mayúsculo es que los tontos creen ser inteligentes e infalibles y pierden los filtros al punto de estar convencidos de que todos los que no digieren sus estupideces son tontos. La peor tiranía es el sometimiento a la estupidez colectiva subordinada a las consignas de un tonto.

Algunas veces los tontos aciertan. Si un tonto acierta es más probable que sea fruto del azar que de un momento de lucidez, así que no se confunda. Vacúnese parcialmente contra los tontos y la estupidez: estudie lógica, teoría de conjuntos, estadística y lea el canon de la literatura universal, eso ayuda. Pero no hay vacuna totalmente efectiva ni cura definitiva porque el dicho es muy sabio: “lo que natura non da, Salamanca no presta”.