¡Sin jóvenes no hay renovación!

Por cada candidato joven inscrito en las listas de las alianzas y partidos políticos encontramos siete aspirantes adultos para estas elecciones del 2020, siendo la juventud solo el 12% de candidaturas en total, cifra bastante alejada a la proporción de jóvenes que fueron protagonistas en los sucesos políticos de la última década.

En los últimos años las demandas como “renovación”, “alternativa”,  “cambio” han sido acuñadas a viva voz en cada protesta, manifestación o reivindicación de nuestros principios democráticos, acciones que en su mayoría fueron promovidas por un sector emergente de la población, que con su ventaja demográfica, fuerza y valentía exige a la clase política espacio para los actores de cambio de las nuevas generaciones.



250.805 Jóvenes votaron por primera vez en estas elecciones nacionales formando parte de los  2.435.632 habilitados que tienen entre 18 y 30 años, representando aproximadamente el 35% del padrón electoral, sector de la bolivianidad que se ha hecho escuchar sobre todo mediante las redes sociales y la innovación tecnológica siendo capaces de marcar tendencia traspasando cualquier barrera física, sectorial o cultural.

Esta desproporción entre las listas de candidatos a diputados y senadores para con uno de los sectores más relevantes poblacional y electoralmente es preocupante, ya que demuestra aún más la alta desconexión entre la juventud y los partidos políticos “73% de los candidatos jóvenes no tienen militancia partidaria” siendo que la participación de estos en sucesos importantes como el referéndum del 21 de febrero de 2016, las protestas por los incendios de la Chiquitania o la anulación del proceso electoral del 2019 que culminó en la renuncia del expresidente Evo Morales fue masiva.

Una mirada en retrospectiva de la campaña “Protagonistas: Paridad-Poder-Juventudes” llevada a cabo por la coordinadora de la mujer e IDEA internacional, nos revela que con la Constitución Política del Estado, aprobada en 2009, se abrió la posibilidad que jóvenes puedan postular a los cargos de diputados y senadores desde los 18 años -reduciendo así los 25 años y 35 años respectivamente-; a pesar de ello, el promedio de parlamentarios elegidos se mantuvo por encima de los 45 años, como ejemplo en el último periodo legislativo solo el 7,7% de parlamentarios tenía entre 20 y 28 años.

¿Acaso no existe liderazgo en la juventud boliviana? ¿Los espacios para los jóvenes tienen que ser en los lugares menos asequibles en las listas? ¿Los partidos políticos no cuentan con militantes jóvenes? ¿Le interesa a la juventud estar en el parlamento?

Con las elecciones subnacionales pronto a realizarse todavía existe la posibilidad de apertura de espacios de decisión a las nuevas generaciones, es necesario un proceso de reflexión en las diferentes alianzas y partidos políticos para la inclusión de más jóvenes en las listas de candidatos, que permitan no solo reflejar el nivel poblacional o electoral que tienen, sino también oxigenar la política boliviana que necesita de manera urgente recuperarse de los altos niveles de rechazo en la que se encuentra estancada desde hace décadas.