Una helada «quema 400»ha de haba, arveja y alfalfa en Patacamaya

Unos 300 productores han perdido sus sembradíos con el inesperado fenómeno natural; los lugareños ascenderán al cerro San Martín para rogar que lleguen las precipitaciones pluviales.

Fuente: paginasiete.bo



Jorge Quispe / Patacamaya

 “Naqantatawa (se quemó todo)”, se lamenta en aymara Lucía Guarachi al ver los sembradíos de habas, arvejas, alfalfa y cebolla que la helada destrozó la madrugada del martes en la cantón Villa Concepción Belén, en el municipio de Patacamaya, a 95 kilómetros de La Paz. Allí, unas 400 hectáreas (ha) de producción agrícola de cuatro comunidades fueron golpeadas por el extraordinario fenómeno natural.

Plantines  de habas dañadas por las bajas temperaturas.

En el altiplano paceño las heladas llegan en junio y julio, para despedir el invierno, porque después la tierra debe ser preparada para la siembra de septiembre, por eso las familias de las comunidades Villa Concepción Belén, San Martín, Viscachani y Chiarmani quedaron sorprendidas esta semana por el fenómeno natural.

“Cuando el cielo está celeste y viene acompañado de un ventarrón, es señal de que habrá helada y eso pasó esta semana”, avisa Esteban Tola, otro comunario. En esas cuatro zonas viven unos 300 productores y al menos unas 600 personas se dedican a la actividad agrícola.

Guarachi, que este año fue posesionada como Agente de Cargo, una especie de meteoróloga rural, instruye a los lugareños “atizar paja y lo que se pueda para espantar la helada, pero este año ni eso nos pudo salvar”, cuenta.

Lucía Guarachi  enseña los plantines de zanahoria dañados.

La producción de papa, cebolla, zanahorias, arvejas, habas y hasta acelgas llega a los más de 60 abastos de la ciudad de El Alto, otros venden sus productos también en la ciudad de La Paz. Estos productos son más apreciados porque son regados con aguas de la cumbre no contaminados.

A principios de octubre cayó una primera helada, aunque no tan fuerte, porque los pequeños plantines de arvejas, habas y alfalfa resistieron, pero ahora la segunda helada fue fatal. “Me han dicho incluso que yo he traído mala suerte, no pueden decirme eso. ¿Qué puedo hacer si la helada viene?”, se pregunta la mujer de pollera mientras muestra las hojas secas de la pequeñas plantas de arvejas, habas y alfalfa dañadas.

Mientras ella camina en medio de estos sembradíos secos, el suelo se parte en dos por la falta de humedad. “En esta época ya tenían que estar verdes todos los terrenos para las primeras cosechas de enero, pero ahora lo hemos perdido todo”, llora por su lado Catalina Huarayo, otra comunaria. En esa región paceña no llueve hace más de dos meses.

Campesino  con hojas secas de sembradíos de haba.

A cada paso en Villa Concepción Belén se puede apreciar cómo las bajas temperaturas terminaron por voltear a los plantines de habas, arvejas, cebollas y hasta zanahorias, en algunos casos.

Es como si alguien hubiese quemado con fuego los sembradíos hasta dejarlos derrotados en el piso. “Esto ya no se puede salvar, solo nos quedará arrancarlos para darles de comer a las ovejas”, afirma Antonio Ticona, otro campesino de 71 años que hasta ahora no puede creer cómo llegó la helada en noviembre.

Si bien esos plantines servirán de alimento a las ovejas, las preocupaciones no terminan para los patacamayeños. “No habrá forraje el próximo año, porque la alfalfa se quemó”, corrobora Guarachi. Los comunarios estiman que la madrugada del martes el termómetro descendió hasta los siete grados bajo cero, aproximadamente.

Lucía Guarachi reza todas las noches para que no retorne la helada, pero además tiene listo el fósforo para prender fuego y espantar al fenómeno y si hay una amenaza de granizo, prenderá petardos para también ahuyentarlo. En el altiplano paceño se cree que cuanto más fuerte es el estruendo del petardo, los rayos con los que viene el granizo se escaparán, pero no siempre es así.

Campesinos  apuntan al cerro, a donde irán a pedir lluvias.

“No sé si la helada ha sido un castigo, no sé qué está pasando”, admite la dirigente campesina ajena quizás a los efectos del cambio climático. Hace dos semanas granizos del tamaño de un huevo destrozaron sembradíos en municipios de Betanzos, Chaquí, Puna y Ckochas.

La Gobernación potosina comprometió ayuda a los campesinos. En Patacamaya esperan que la Gobernación de La Paz pueda colaborar a estos productores ante esta emergencia natural.

Comunarios irán al cerro San Martín para pedir lluvias

El jueves, en La Paz, el ministro de Medio Ambiente y Agua, Juan Santos Cruz, y comunarios de Hampaturi hicieron un ritual para que llueva y ahora campesinos de Patacamaya ascenderán al cerro San Martín para rogar que lleguen las precipitaciones.

“Vamos a hacer lo que llamamos aquí ‘Un ayuno al Señor’ para que pueda llover, porque si no llueve, perderemos nuestros sembradíos”, adelanta Gabriel Lima, un  campesino de 22 años mientras trata de sacar algo de agua de un pequeño río.

Ese ayuno, como llaman en las comunidades de Villa Concepción Belén, San Martín, Viscachani, Chiarmani y Tarmaya, consiste en subir al cerro y rezar durante toda la jornada para que llueva.

Lucía Guarachi, que este año fue posesionada como Agente de Cargo, una especie de meteoróloga rural, reza todas las noches para lo mismo.

 La próxima semana subirán con la imagen del Santo San Martín, patrono del lugar, hasta esa montaña distante a 15 kilómetros de sus poblaciones.

Lugareños   junto al pozo de agua que se secó hace una semana.

El intenso sol del altiplano paceño ha provocado que aparezcan miles de grietas en los sembradíos de zanahorias, cebollas y papas, que ahora están amenazadas. Si por las noches el termómetro puede bajar hasta los siete grados bajo cero, en estos días el sol del mediodía quemó todo rastro de humedad.

Para colmo de males el antiguo sistema de riego de la región cumplió su ciclo de vida. “La canaleta ya tiene fugas y perdemos mucha agua cuando hay, por eso pedimos a las autoridades un nuevo sistema de riego”, informa Esteban Tola, otro campesino.

El río Khetu quedó reducido a una pequeña hilera de agua

Hasta hace unos 30 años, centenares de peces mauri nadaban en el río Khetu, que en época de lluvias inundaba incluso algunos sembradíos. Ahora el afluente, que baña las comunidades agrícolas de Patacamaya, quedó reducido a una hilera de 40 centímetros.

“Aquí había peces, el agua era abundante y cristalina, ahora bajó el caudal y no alcanza para todos los comunarios”, sostiene Esteban Tola, comunario de Villa Concepción Belén.

En sus buenos tiempos, el río Khetu tuvo un ancho de tres metros y hubo una época en la que  inundó los sembradíos.

 “Necesitamos una bomba para extraer la poca agua que llega, pero tras una hora de extracción, casi se seca”, alerta Gabriel Lima, otro campesino.

Comunarios  enseñan cómo se redujo el caudal del río Khetu.

Catalina Huaraya añade que se debe invertir al menos 90 bolivianos en la compra de diésel para utilizar la bomba extractora de agua del río. “Con lo que la helada quemó nuestros sembradíos, no vamos a tener ni para comer el próximo año”, precisa preocupada. Ante esa emergencia, algunos pobladores cavaron un pozo de unos 10 metros de diámetro y tres metros de profundidad.  El agua apenas cubría la superficie y según los campesinos, en menos de una semana el volumen del agua bajó más de un metro. Unos 300 productores y al menos unas 600 personas que se dedican a la actividad agrícola en Villa Concepción Belén, San Martín, Viscachani y Chiarmani sufren estos días por una helada que quemó la producción de habas, arvejas y alfalfa, pero además ruegan porque lleguen las lluvias para no perder los sembradíos de papa.

Fuente: paginasiete.bo