El día que el silencio murió y el grito de gol volvió al Capriles

Fuente: lostiempos.com

Tras casi nueve meses, el silencio dejó las gradas del estadio Félix Capriles y el grito de gol y el aliento volvió a bajar hacia el campo de juego. El deporte volvió a emocionar a la afición valluna y qué mejor que con el clásico de los cochabambinos: Wilstermann vs. Aurora.



Anoche, el silencio murió tras varias jornadas en el estadio Félix Capriles, como rememorando el título de la célebre película nacional de Paolo Agazzi, El día que murió el silencio.

Y es que no era para menos: el 11 de marzo pasado, Mcepal Vinto Palmaflor venció a Oriente Petrolero con público en las gradas. Un día después, Aurora recibió a The Strongest, a puertas cerradas por la pandemia.

Con el retorno de la actividad en septiembre pasado, entre Copa Libertadores y el reinicio del certamen Apertura, cinco partidos se jugaron en el templo futbolístico de los cochabambinos a puertas cerradas: tres por Copa Libertadores (Wilstermann ante Athletico Paranaense, Peñarol y Libertad) y por el certamen nacional (Wilstermann vs. Royal Pari y Aurora vs. Always Ready).

Horas de incertidumbre se marcaron ayer hasta el anuncio del alcalde suplente temporal, Iván Tellería, artífice de que el silencio se apague en el estadio Félix Capriles.

Desde las 18:00 de ayer, hinchas rojos y celestes fueron al recinto deportivo con sus infaltables camisetas, barbijos, alcohol en sus bolsillos y una declaración jurada de no tener coronavirus.

Como si se tratase de “agosto”, los revendedores lo hicieron en pleno diciembre. No sólo revendieron entradas a mayor precio, sino también el documento de declaración jurada (fotocopia) a un boliviano (Bs 1).

El control en las puertas fue estricto: toma de temperatura corporal, entrada (física o digital), recepción de la declaración jurada y desinfección de las manos.

Asimismo, personal de Wilstermann hizo un gran despliegue para que el espectáculo esté completo y se cumplan las normas: se evitaron aglomeraciones innecesarias y se controló un metro de distancia entre las personas que hicieron fila para entrar.

Entre socios y personas que adquirieron su entrada, se dividió el ingreso por horas y según la terminación de su cédula de identidad (par e impar).

Ingresar a las graderías del estadio fue motivo de alegría para los ansiosos hinchas, que volvieron a ocupar sus lugares de siempre. Sólo la tribuna de general permaneció cerrada por unos trabajos que se realizan.

No hubo vivanderas dentro del estadio, pero sí en exteriores. Más de un hincha extrañó comer en graderías.

El partido repartió emociones para los espectadores, que imaginariamente recordaban clásicos anteriores, en los que el lleno completo con los colores rojo y azul se entremezclaban con el celeste y blanco.

El encuentro se vivió aparte en las gradas. Puños apretados, nervios a flor de piel y algunos que no respetaron el distanciamiento social (norma obligatoria).

El aliento no cesó y el alma del estadio Félix Capriles volvió a resurgir, como viejas añoranzas y un futuro que todos esperamos sea más alentador.

La igualdad 1-1 fue más celebrada por los celestes, más allá de que estuvieron en ventaja la mayor parte del encuentro.

El silencio murió en el estadio Félix Capriles y el deporte venció a la Covid-19 en su primer round, pero habrá muchas más batallas antes de ganar esta guerra ante la pandemia.

Los hinchas cumplieron con las medidas de bioseguridad para garantizar el espectáculo.

Se autorizó únicamente el ingreso de 5.000 espectadores, equivalente al 15% del total del aforo.