Incierto destino de BoA

Toda nación deberá tener su propia línea aérea de transporte, que se conoce también como “línea de bandera”. Toda empresa aérea que represente a Bolivia y por tanto haga uso de todos los privilegios y obligaciones que están vigentes para una armónica e irrestricta libertad común a todos los Estados que son parte de las Naciones Unidas y sus organismos especializados.

Por tanto los Estados otorgarán las facilidades y protegerán las libertades para que la empresa oficial de transporte aéreo pueda cumplir sus tareas en un ambiente de seguridad y modernidad que no rebaje la calidad de sus servicios en un nivel aceptable de operabilidad.



Entre las facilidades más notorias está la disposición de los bienes colectivos aeropuertos y servicios de aeronavegación, recursos suficientes para garantizar sus prestaciones, apoyo a su personal especializado pilotos, mecánicos, operadores profesionales que se equiparen al resto de naciones que disfrutan de iguales privilegios.

Se cuenta con la experiencia del LAB (Lloyd Aéreo Boliviano) que le dio seguridad y prestigio a la nación durante muchas décadas, sin grandes accidentes que lamentar ofreció excelente servicio de operaciones en cuanto a pasajeros y carga, un excelente servicio de mantenimiento y de cumplimiento de las normas, hasta que “la política” se inmiscuyó en lo estrictamente administrativo y fue creando una competencia desleal y malos manejos en lo interno que hicieron quebrar su economía.

La puesta en escena de AeroSur tuvo notable desempeño aunque las nuevas formas operacionales (alquiler de aeronaves y servicios) dio por resultado una segunda quiebra. Ahora tememos que BOA (Boliviana de Aviación) está enfrentada a un grave dilema. Se ajusta los cinturones con mesura y austeridad sin disminuir la calidad del servicio, lo que equivale a despedir a funcionarios que gozan de remuneraciones altas, disminuir frecuencias de vuelo y destinos dentro y fuera del país, o decretar quiebra y convocar a concurso de acreedores. No puede seguir operando con un costo insostenible y malgasto (Pagar alquileres por aviones que no vuelan) o subvencionar personal “ocioso” que permanece en tierra, percibiendo salarios inadmisibles.

Que el Estado pueda contar con una línea de bandera es una obligación. Que sepamos no hay país sin su propia línea aérea, a veces común a varios estados habida cuenta de las dificultades presentes. Regulaciones aún más estrictas para la explotación de “las libertades aeronáuticas” y grandes limitaciones en el mercado con cientos de empresas quebradas porque no hay demanda que justifique su accionar.