Arzobispo: Un gobierno elegido democráticamente debe “obrar conforme a la verdad”


El Arzobispo de Santa Cruz, Mons. Sergio Gualberti aseveró este domingo desde la Catedral que un gobierno elegido democráticamente debe “obrar conforme a la verdadafianzar la institucionalidad democrática y el respeto de la dignidad y derechos de cada persona, preservar la salud y la vida de los ciudadanos y construir un país reconciliado, unido y en paz, sobre la base de la justicia y el bien común. Qué el Señor nos guíe a todos y nos conceda obrar conforme a la verdad, acercarnos a la luz y reavivar la esperanza de días de paz y fraternidad.

 

Así mismo el prelado dijo que , obrar conforme a la verdad, no parece ser el parámetro con que se actúa en estos tiempos en nuestro país, por el clima de confrontación que vivimos, entre otros por el ánimo de revancha de grupos de poder ante los hechos de fin de año del 2019. Se pretende tachar de golpista al pueblo y a sus representantes que defendieron al voto ciudadano y a la democracia, mientras que se presentan como víctimas a los autores del fraude.



La democracia exige respeto de los derechos humanos

Los Obispos de Bolivia, preocupados por esta situación de tensión, hemos hecho público ayer el comunicadoLa democracia exige respeto de los derechos humanos”. En él denunciamos la persecución política y la aprehensión de ex autoridades y hacemos un llamado al respeto del debido proceso y a la inmediata puesta en libertad de los detenidos. También invitamos a los poderes del Estado Plurinacional a desistir del control total del poder, de la revancha y la persecución.

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Jesús nos pide a cada uno de nosotros obrar conforme a la verdad y a la voluntad de Dios

También Monseñor afirmó que Jesús nos pide a cada uno de nosotros obrar conforme a la verdad y a la voluntad de Dios, dando un testimonio coherente de los auténticos valores evangélicos de la solidaridad, la justicia y la paz, en nuestra vida personal, comunitaria y social.

Dios siempre está presente en la vida e historia del ser humano, tanto en el momento de oscuridad y debilidad, como en el renacer de la esperanza* Este gesto de amor de Dios para con el pueblo elegido, *es un signo patente de su amor sin límites para con la humanidad entera. Él no nos quiere esclavos del pecado y de la muerte, por el contrario, quiere nuestra vida plena y libre de todo mal como nos dice Jesús mismo en el Evangelio de hoy*: “Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo Único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga Vida eterna”.

Dios amó tanto al mundo” No es una promesa futura o una esperanza es un hecho seguro: “Dios amó”. Y la manifestación más sublime del “gran amor con que Dios nos amó” es la muerte y la resurrección de Jesús, un amor dado gratuita y voluntariamente para nuestra salvación.

Por eso Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él”. A Dios no interesa juzgar al mundo, el juicio está en nuestras manos. “El que cree en Él, no es condenado, el que no cree, ya está condenado”. El pecado que no tiene perdón, no consiste tanto en una circunstancial caída en el mal por nuestra debilidad o por un error, sino en elegir consciente y libremente al mal y a las tinieblas y no creer en el amor de Dios, verdad y fuente de la vida.

Salvar es conservar todo lo bueno, lo bello que hemos experimentado en nuestra vida, y todos nuestros gestos de amor por pequeños y escondidos que fueran: una mano tendida y solidaria hacia el necesitado, una palabra de aliento al abatido, una espera paciente del hermano confundido, un dolor compartido con el enfermo y el sufrido, una actitud de respeto a la naturaleza y unas obras de justicia y de paz.

Es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan vida eterna. Con estas palabras Cristo nos dice que, su cruz no es tanto un signo de humillación, de sufrimiento y de dolor, sino sobre todo un signo eminente de amor. Sus brazos extendidos que ofrecen acogida y vida para todos, deberían despertar en nosotros sentimientos de gratitud y el compromiso de reafirmar nuestra fe en Él, conscientes que la vida eterna depende de nuestra aceptación o rechazo del amor de Dios revelado en Él.

San Pablo en la carta a los cristianos de Éfeso nos invita a todos a elevar nuestra mirada hacia Cristo crucificado, a dejarnos atraer por él y a ver, en su figura doliente, el rostro verdadero del Padre: “Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, precisamente cuando estábamos muertos a causa del pecado, nos hizo revivir con Cristo”.

 

Fuente: Campanas de la Iglesia