Sarah y Dagner, cómo una relación conflictiva puede terminar en tragedia

La joven pareja cayó desde el piso 12 de un céntrico edificio en un hecho que conmovió a la ciudadanía

Fuente: Unitel

“Estoy entrando, te llamo cualquier cosa”. Eso fue lo último que le dijo Sarah Arauco a su mejor amiga antes de subir hasta el piso 12 de un céntrico condominio de la capital cruceña lugar en el que, a las 10:30 de la mañana del 27 de abril, cayó, luego de varios minutos de colgar sujetada de los brazos de su novio.



Sarah estaba a dos semanas de casarse con Dagner Rojas, joven que, pocos minutos después, se lanzó al vacío por la misma ventana desde la que había caído Sarah.

«Hablé con ella en la noche, Sarah se había reconciliado hace una semana con Dagner. Me comentó que se habían peleado porque era muy celoso, le reclamaba por amistades que tenía en Facebook», fue el relato de la amiga de la joven.

Para su entorno Sarah y Dagner parecían una pareja feliz, dos modelos entre los 20 y 30 años a punto de casarse.

Uno de los amigos de Dagner, con el que compartía una actividad laboral dijo que el joven “era una excelente persona, lo conozco hace nueve años y nunca fue una mala persona, ni vicios ni nada».

La realidad que Sarah le contaba a su mejor amiga era distinta en la que dibujan a un Dagner que incluso controlaba sus redes sociales, recordó que «cuando ella (Sarah) me llamó estaba llorando, desesperada. Ella no tenía privacidad para nada”.

El día antes de la tragedia, Sarah y Dagner pasaron por un sinfín de emociones. Según el desdoblamiento telefónico realizado por la Unidad Escena del Crimen de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen, comenzaron el día como una pareja amorosa, pendiente el uno del otro y de sus actividades y terminaron peleando.

Cerca de la media noche, Sarah tenía el pómulo amoratado y Dagner, arañazos en pecho y un golpe en la nariz.

Sarah había salido del departamento rumbo a su casa, pero había olvidado sus lentes en el departamento de Dagner y volvió por ellos.

Justo antes de entrar al departamento, Sarah había hablado con su mejor amiga para comentarle sobre los lentes, pero, según la declaración judicial de la joven, de 22 años, en ningún momento le había comentado del golpe que recibió en el pómulo. Es más, para ella, Dagner no era violento a nivel físico. «A él no lo vi agresivo, pero discutían mucho«.

No hay testimonios ni registros en los teléfonos de Sarah y de Dagner que ayuden a identificar qué pasó entre la 1 y las 5 de la mañana del 27 de abril. Habían cortado su comunicación entre amenazas mutuas.

A partir de allí, solo se conoce lo terrible: dos jóvenes vidas desmoronándose en segundos desde el piso 12.

La tragedia del condominio se convirtió en un enredo legal. La Policía y el Ministerio Público diferían sobre la tipificación del hecho; mientras tanto, las familias no encontraban explicación a la pérdida de dos vidas jóvenes.

¿Puede guardar una relación tan presente en las redes sociales un desenlace en el que la violencia empuje a dos personas a perder las ganas de vivir?.

Para el psicólogo Óscar Urzagasti, uno de los dos tenía que pedir ayuda porque «si mi pareja me amenaza con hacerse daño lo que tengo que hacer es llamar a la Policía, a sus familiares y pedir auxilio. En este caso ellos siguieron empatados, no hubo la forma en que ninguno pida auxilio».