Seis meses en el poder y una hora en televisión, la fuerza de los malos gobiernos

Seis meses de gobierno de Arce Catacora y una hora en televisión, para intentar convencer al pueblo (inocente y sin raciocinio político) de que su gestión es demasiado eficiente con relación a lo que fue el gobierno de Añez que solo duro 11 meses. De los cuales, el país estuvo en cuarentena casi 6 meses, o sea, la misma cantidad de tiempo que tuvo el actual gobierno sin ningún tipo de impedimento y con el aparato estatal funcionando al 100 %.

Con esto no queremos justificar al gobierno transitorio, que fue un desastre total para las aspiraciones de aquellos bolivianos que tuvieron la esperanza de producir, de generar riqueza, de generar empleo, de buscar mercados externos, de cambiar la matriz productiva, de generar incentivos para la inversión privada, de combatir adecuadamente la pandemia, pero sobre todo de tener una estabilidad social y económica con base en el trabajo y a la perseverancia de cada uno de los bolivianos.



Tras asumir el poder el 8 de noviembre de 2020, Arce y el oficialismo siempre han responsabilizado al Gobierno transitorio de Jeanine Añez por la crisis económica y sanitaria que atraviesa el país, aunque Bolivia ya arrastraba desde 2015 una caída de su economía, quieran o no asumirlo.

Este medio año de gestión presidencial, está marcado, por la continuidad de las prácticas nefastas del periodo de Evo Morales, una persecución judicial de los opositores. Claro ejemplo el encarcelamiento de la expresidente y dos de sus ministros por un caso armado, según confesión de parte del propio ministro de justicia, llamado “golpe de estado”.

Es con asombro que seguimos siendo testigos de gobiernos malos e incompetentes, no importa si son de izquierda o derecha, que persisten en adueñarse del poder, obviamente a través de elecciones democráticas dudosas, todos ellos pensando en su eternización.

Muchos nos preguntamos ¿por qué emergen y persisten gobiernos malos e incompetentes bajo una gran variedad de regímenes políticos distintos? Y la respuesta es sencilla, ya que sus planes de gobierno siempre estarán basados en el simple robo y que mantendrán la presidencia a través de la fuerza del poder judicial, servidora del poder ejecutivo que controla el aparato político y productivo del Estado que le genera demasiados réditos económicos a una élite muy cerrada del poder gubernamental.

Una característica de los malos gobiernos desde la época del Goni, en su segunda gestión, hasta la fecha, es que todos ellos, se llenaron de políticos completamente incompetentes que han llevado al país a problemas económicos más profundos, a pesar de que el país tuvo una época de bonanza y de que en la sociedad también existen burócratas y políticos aspirantes bien formados.

Ahora bien, por qué aparecen los regímenes autocráticos (para quien no conoce el término, este es un sistema de gobierno que concentra el poder en una sola figura (a veces divinizada como lo fue Evo) cuyas acciones y decisiones no están sujetas ni a restricciones legales externas, ni a mecanismos regulativos de control popular) incapaces o reacios a incluir a individuos con mayor talento en los cuerpos de decisión, ¿al menos como tecnócratas?

La respuesta recae en la dificultad que tiene la sociedad o los actuales mandatarios para identificar a los individuos con talento en los que se podría delegar la toma de algunas decisiones. Los gobiernos incompetentes son elegidos, de acuerdo con este supuesto, porque elegir a los individuos adecuados como miembros del gobierno es difícil tanto para los votantes como para los políticos.

Seis meses de presidencia, para quien se jactó durante casi 13 años de manejar la economía del país, una gestión que muchos reconocieron en cierta época, como excelente. Y Una hora para escucharlo decir lo que había hecho, que no pasaba de intrascendentes ofrecimientos y de una comparación odiosa con la expresidente Añez, como ser: Un seguro contra accidentes para los trabajadores y trabajadoras de la construcción; Cursos de especialización y vacunas a periodistas en su día; La llegada de un millón y medio de vacunas; Que se ha conseguido bajar la letalidad del virus y lo más tedioso es que se cansó de señalar los errores de Jeanine.

En síntesis, nos atrevemos a afirmar que la corrupción viene corroyendo poco a poco su capacidad de mostrarnos un plan de desarrollo estratégico para enfrentar la crisis financiera, sanitaria y social que venimos atravesando. La capacidad del Estado de recaudar impuestos se viene debilitando, tal es el ejemplo de querer sacarle impuesto a todo viajero que llega a Viru Viru; de querer cobrar impuestos a las redes digitales; Impuestos a las grandes fortunas que a la postre generará una incertidumbre en quienes realizan inversiones y generan empleos, como también les dan la oportunidad a los bolivianos de estar conectados con el mundo exterior.

También desgasta su capacidad de implementar políticas de desarrollo coherentes y racionales, como ser: la identificación de una nueva matriz productiva que tenga la capacidad de remplazar la actual basada en nuestros recursos naturales como el gas y sus derivados; El poder explotar nuestras reservas naturales de más de 15 millones de hectáreas de bosque primario, vendiendo  oxígeno  para captar más de 300 millones de dólares anuales que servirían para fortalecer nuestros sistemas de salud y educación, con el simple lema “cuide los bosques y así cuida su salud”. Solo algunos ejemplos.

Corrupción maldita, que frena la redistribución de los recursos entre los diferentes gobiernos sub nacionales y los grupos educativos, postergando y evitando el “PACTO FISCAL”. Recursos que pueden ayudar a transformar sus realidades para bien de la sociedad siguiendo prioridades sociales y políticas.

En pocas palabras, la corrupción política, en la mayoría de los casos, impide que una comunidad política, un país en general, alcance sus objetivos, ya que este mal ataca el mecanismo de decisiones sociales. La corrupción ha favorecido el crecimiento de la inestabilidad institucional y el persistente desgaste de las relaciones tanto entre individuos como entre instituciones y Estado. La pérdida de legitimidad política que experimenta el actual gobierno, la polarización del poder y la ineficiencia burocrática, etc., se debe únicamente, a que seguimos persistiendo en que nos gobiernen los malos y los incompetentes.

Para terminar, rememoro a Simón Bolívar que decía: “Nuestras discordias tienen su origen en las dos más copiosas fuentes de calamidad pública: la ignorancia y la debilidad.”