Economía populista y su variante cocalera

 

En el primer tomo de El Capital, Marx describe dramáticamente las penurias a las que eran sometidos los trabajadores europeos a inicios del capitalismo. En plena revolución industrial del siglo XIX, los niños eran obligados a trabajar de sol a sol en condiciones infrahumanas, las enfermedades respiratorias severas eran muy frecuentes y el hacinamiento era habitual. Los obreros eran brutalmente explotados por una patronal que solo perseguía el lucro ilimitado.



Los comunistas rusos seguidores de Marx, partir de su triunfo del año 1917 instalaron para su gestión de la economía el modelo comunista, donde no existe la propiedad privada y el aparato productivo, en realidad todo, está en manos del Estado. Un modelo que dejó miseria y millones de muertos, con una economía destruida y empresas fracasadas.

Con esta experiencia, los chinos en el Siglo XX para afianzar su economía y mantenerse el poder, combinaron hábilmente lo peor del capitalismo con lo peor del comunismo. Un capitalismo salvaje peor al que criticaba Marx, sin leyes ni normas y un régimen social esclavista, donde el trabajador no tiene ningún derecho, salvo el de someterse al caudillo para poder sobrevivir.

Conocemos que el capitalismo está lejos de ser un sistema económico perfecto, pero es el menos malo de todos y esto gracias a la prevalencia de la libertad, la iniciativa privada y el estado de derecho, por lo que siempre está en procura de mejorar y así se lo puede confirmar por el éxito en los países democráticos y de libre mercado.

En Bolivia cunde el populismo y su modelo de economía: “Económico, Social, Comunitario y Productivo”, que es en realidad autoritario, centralista, estatista, informal y cocalero.

La informalidad ronda por el ochenta por ciento de la economía nacional y la manejan los cocaleros, comerciantes informales, contrabandistas, chuteros, cooperativistas mineros y gremiales. Ellos no tienen registro legal, no pagan impuestos y tampoco tienen interés en hacerlo. Los únicos quienes tributan al Estado, son las pocas empresas formales que aún subsisten.

Como dato del régimen impositivo bajo el masismo, los pagos al Estado realizados por la explotación de oro por las “cooperativas originarias, chinas” de los masistas, son inferiores al subsidio del diésel que estos usan en sus barcazas. Esto sin contar el tremendo daño ambiental por el mercurio que usan para amalgamar el oro y por la depredación de los bosques ribereños.

Los populistas utilizan al Estado para sus fines de poder y enriquecimiento y cuando en  las arcas del Estado hay plata la gastan rápidamente y cosechan las comisiones; esto implica inversiones sin ton ni son, salvo para la melea.

Centrándonos en el territorio cocalero, de ocho empresas estatales construidas por el masismo en el Chapare durante la gestión de Evococa, tres han dejado de operar: la Planta Industrializadora de Urea y Amoniaco, la Empresa de Papeles de Bolivia (Papelbol) y Ebococa.

Pasa lo mismo con dos mega obras  que no están en uso pleno en la región cocalera: el Aeropuerto Internacional de Chimoré y el Centro de Alto Rendimiento (CAR) que son unas canchitas de costo millonario, construidas para los Juegos Sudamericanos.
Estas obras y las plantas  que no operan, demandaron una inversión de 7.173 millones de bolivianos. 1.025 millones de dólares gastados en el Chapare y no solo para dar gusto al Jefazo, sino para cosechar comisiones.

En 2010 se anunció un nuevo proyecto, la construcción de una carretera que uniría Villa Tunari en el departamento de Cochabamba, con San Ignacio de Mojos en el departamento del Beni, pasando por el corazón del TIPNIS.

Este es un importante proyecto geopolítico del Estado Cocalero. Un “Gran Proyecto de Desarrollo”, denomino la Prefectura masista de Cochabamba a lo que en realidad es una carretera de “Penetración” al territorio indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS).

Este en realidad es un proyecto de colonización y siembra de coca, que desintegra el territorio indígena, reduce el área Protegida y crea una gran área de producción y expansión del narcotráfico.