No basta no robar, no matar, también está entre los 10, no dar falso testimonio. Se ha producido un verdadero tsunami, al conocerse el informe de la Conferencia Episcopal referido a octubre y noviembre del 2019 contenido en 25 páginas. Los medios destacan “tuvo el efecto de enterrar el cuento del golpe”.
Es que la verdad tiene tal fuerza que aplasta a la mentira. La sepulta, ya que el falso testimonio que el Régimen masista viene repitiendo cada día cae en el perjurio, contrario a la verdad, en el juicio temerario porque viola la reputación moral de personas sin tener fundamento cierto, daña la reputación de personalidades con juicios falsos.
Las mentiras oficialistas con la intención de retener el poder e inferir grave daño a los demás, involucran una traición a la confianza de quienes en algún momento les confiaron algo reservado. Lo hacen por adulación a sus empleadores de quienes reciben dádivas o recompensas materiales. En suma mienten para recibir dinero.
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Hasta ahora se han producido reacciones virulentas de personas involucradas en el Informe CEB, todos militantes del MAS que malquistan a sus autores y les asignan adjetivos innobles, indignos. Con pesar algún medio, aprovechó para “despotricar contra la Iglesia” buscando juzgarla de “discriminadora, parcializada, política y otros calificativos. Siembran dudas sobre el contenido del texto, lo califican de contradictorio e intencionado.
Era de esperar tal reacción similar a la de Herodes que cortó la cabeza de Juan Bautista porque el profeta le dijo la verdad sobre la conducta del tirano que vivía en adulterio. La verdad brilla con todo su esplendor y no existe sombra alguna que pueda opacarla. El testimonio de Jerjes Justiniano es invalorable. Sus palabras de oro, respaldan a la Iglesia.