A cinco años del golpe de Estado en Turquía, sigue la caza de brujas

El sector cultural vive bajo presión en Turquía tras el intento de golpe de Estado de 2016. Para rematar la situación, la pandemia ha llevado a muchos artistas definitivamente a la ruina.

Ceyda Nurtsch

    
defaultFuente: DW



En la noche del 15 al 16 de julio de 2016, parte del Ejército trató de dar un golpe de Estado contra el Gobierno de Erdogan.   Cinco años después, el mandatario todavía aplica mano dura contra los opositores. Algunos políticos, escritores, académicos y artistas han perdido su trabajo, han sido encarcelados o viven en el exilio. Y aquellos que siguen sin morderse la lengua con sus críticas están en la mira del poder.

Levent Üzümcü es uno los actores más conocidos de Turquía y, desde hace tiempo, acérrimo crítico del Gobierno de aquel país. Ya en 2013 fue uno de los primeros en dar la cara cuando las manifestaciones debidas a un proyecto de contrucción en el parque Gezi de Estambul se convirtieron en una ola de protestas por todo el país pidiendo más libertad y más democracia. A consecuencia de ello, Levent Üzümcü perdió su empleo tras casi 10 años en el teatro estatal de Estambul.

Una sociedad dividida

Pero no calló. Y tampoco lo hizo tras el intento de golpe de Estado, cuando cualquiera que planteara la más mínima cuestión crítica era declarado traidor a la patria. El actor relata la caza de brujas que tuvo lugar: «Se dejaba de contratar o se entorpecía el trabajo de algunos actores. La censura fue especialmente dura en Anatolia, feudo de votantes del partido de Erdogan, el AKP».

Levent ÜzümcüEl popular actor turco Levent Üzümcü es crítico acérrimo del Gobierno de Erdogan.

La polarización de la sociedad y del mundillo artístico ya se perfiló durante la misma noche del golpe de Estado: Erdogan llamó a la población civil a posicionarse contra los militares armados que querían derrocar al Gobierno. Inmediatamente, varios cantantes y actores conocidos escribieron en Twitter que seguirían el llamado de Erdogan y saldrían a las calles a proteger la democracia. Pocos se atrevieron a expresar críticas. El veterano actor Genko Erkal fue uno de ellos: «Pensaba que la plaza Taksim no era lugar para concentraciones. ¿Dónde están sus cañones de agua, sus bombas lacrimógenas, campeones de la democracia?» Con esta declaración pública, Erkal resaltó el hecho de que los críticos de Erdogan fueron desalojados durante las protestas, pero sus seguidores, no.

#NosLoTomamosMal

La pandemia ha facilitado el trabajo de represión del Gobierno en medio de la atmósfera de tensión de los últimos años: «Con la excusa de la pandemia, se cerraron teatros, cines, exposiciones y rodajes de películas», dice Levent Üzümcü. A finales de junio, Erdogan anunció querer volver a la normalidad, así como el fin de las restricciones de salida a partir del primero de julio. Pero, «que nadie me lo tome a mal», dijo Erdogan, la música a partir de las 24 horas seguiría estando prohibida. Las reacciones en los medios sociales no se hicieron esperar. Miles de personas, entre ellos muchos políticos y artistas, expresaron su enfado con el hashtag #KusuraBakıyoruz, (#NosLoTomamosMal).

La curadora independiente Eda Yiğit valoró la situación para DW: «Para la escena cultural, la pandemia implica una enorme fractura y muchas pérdidas. Numerosos artistas han caído en la pobeza, han tenido que endeudarse y echar mano de la ayuda financiera de sus parejas y familiares. Algunos, incluso se han quitado la vida por desesperación», relata.

(ms/ers)