Después de que Evo rechazara la reconciliación con los contrarios a su ideología, monseñor Centellas sostiene que ella es posible. Dice que es necesaria una investigación imparcial para sanar heridas.
Fuente: paginasiete.bo
Liliana Carrillo V./ La Paz
Reconciliación para Bolivia: ése es el pedido de la Iglesia Católica cuando las posiciones en el país se atrincheran y el reencuentro se ve lejano. “Hay que ordenar varias cosas que están en la penumbra en Bolivia. Para sanar las heridas, necesitamos una investigación imparcial de parte de un sistema judicial que no responda a intereses políticos”, dice el presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB), monseñor Ricardo Centellas.
El tema recobró vigencia por el rechazo a la reconciliación que expresó el expresidente y líder del MAS, Evo Morales. “No comparto cuando algunos dicen que haya reconciliación. No va a haber reconciliación con fascistas, racistas, salvo que entendieran que nuestra ideología y nuestro programa está bien para Bolivia”, dijo el pasado domingo en radio Kausachun Coca.
Dos días antes, el arzobispo de la Arquidiócesis de La Paz, monseñor Percy Galván, había invocado a terminar con la pelea irracional y con la revancha para comenzar a construir en unidad un mejor país. Después de las declaraciones de Morales, el presidente de la CEB reforzó el llamado al reencuentro “sin condiciones”, por el bien de Bolivia.
“Las heridas nos detienen en la vida. Si queremos avanzar, el paso es la reconciliación y es posible. No es que para algunos existe la reconciliación y para otros, no”, reafirma el obispo Centellas, también arzobispo de Sucre, en conversación con Página Siete desde la capital.
Después de las declaraciones de Evo Morales rechazando la posibilidad de diálogo con quienes no comulguen con su ideología, ¿es posible la reconciliación en nuestro país, monseñor?
La Conferencia Episcopal en varias oportunidades ha convocado al pueblo boliviano a una experiencia de reconciliación para superar tantas heridas sociales que persisten en nuestro país. Hay que entender la reconciliación como una experiencia humana y cristiana de renovación total para partir de nuevo en la vida. Por supuesto que se tiene que eliminar todo resentimiento, todo prejuicio, todas las condiciones que han provocado las heridas personales, familiares y sociales; porque si no se eliminan es imposible que se pueda partir de nuevo y hay que hacerlo sin condiciones. Si uno pone condiciones, hacer una experiencia de perdón, de reconciliación, de acercamiento, es imposible.
Lo que nos toca a los bolivianos es encontrarnos con sinceridad, con un espíritu de diálogo, fomentando una cultura del encuentro, cada uno asumiendo su responsabilidad, porque no es cuestión de olvidarse de las cosas, tampoco es así. Cada uno tiene que asumir su responsabilidad y una vez que asuma su responsabilidad se puede comenzar una nueva etapa de camino conjunto en Bolivia. A esto convocó la Conferencia Episcopal porque lo vemos conveniente para superar tantas experiencias duras que hemos tenido en 2019, en 2020. Es posible comenzar una nueva etapa en Bolivia para afrontar de manera conjunta las crisis sanitaria, económica y educativa. Son problemas cruciales que deben afrontarse como pueblo, como comunidad, como una Bolivia íntegra.
Pero hay heridas abiertas, de un lado y del otro, hay muertos. ¿Cómo hacemos para que la justicia no se transforme en venganza, para que haya justicia?
Primero hay que convencerse de que toda herida se puede sanar. No hay herida que no se pueda curar porque si no, entramos en un fatalismo en la vida. Nosotros, en la Iglesia, siempre hablamos del perdón. Todo pecado se puede perdonar, pero eso no significa que el pecado se borre de la noche a la mañana. Cada uno tiene que asumir su responsabilidad. Ahora, las heridas están abiertas, por supuesto, hay tantos muertos y no solamente en Senkata y Sacaba. Los últimos 15, 16, 17 años ha habido cantidad de muertos. ¿Cómo se curan esas heridas? Haciendo la investigación imparcial, haciendo que el sistema judicial no responda a intereses políticos, que sea realmente un órgano independiente, cualificado e imparcial. Y no sólo imparcial sino ágil. La mayoría de los que están en la cárcel, casi el 70%, no tienen sentencia. Hay demasiada retardación de justicia. El sistema judicial tiene que cambiar radicalmente.
Y creo que cuando se habla de reconciliación, hay muchos elementos que se deben trabajar. Es partir de nuevo pero arreglando, ordenando, varias cosas que están en la incertidumbre, en la penumbra en Bolivia. Si no aclaramos bien las cosas, si no respetamos las leyes como están estipuladas en la Constitución Política del Estado -pero todos, no sólo algunos las deben respetar-, si no somos capaces de respetar, imposible que exista la reconciliación.
Un ala del Gobierno comenzó con un discurso conciliador. ¿Ha hecho el Gobierno lo necesario para alentar la conciliación?
De una parte hubo un discurso conciliador pero, de otra parte este discurso del golpe no es nada conciliador. Yo creo que el Gobierno tiene que despojarse de un partidismo. Tiene que ser un gobierno para todos, en este caso para toda Bolivia. La única camiseta que nos une es la de Bolivia porque los partidismos lo único que hacen es profundizar estas heridas sociales que tenemos.
La reconciliación es algo necesario para cualquier humano, una experiencia que necesitamos porque todos fallamos, todos somos imperfectos. Hay heridas pequeñas y grandes heridas sociales en Bolivia que requieren un reordenamiento. No es cuestión de cambiar personas, tienen cambiar sistemas, estructuras. Si no cambian las estructuras, la corrupción sigue y se afronta la realidad, el sufrimiento del pueblo, de forma muy parcial. Lo parcial es superficial y no da la cura que precisa Bolivia.
El MAS incrementa las investigaciones del llamado caso “golpe” e incluso ha acusado a la Iglesia de ser parte, al fomentar las negociaciones en 2019. ¿Cuál es la posición de la CEB al respecto?
Nosotros hemos presentado tres comunicados y el último documento La presentación de los hechos. No son los únicos, hemos presentado varios desde 2019, pero estos últimos reflejan la posición de la Conferencia Episcopal y aclaran que nosotros colaboramos con un proceso de pacificación. Siempre que hay movimientos sociales de confrontación, de enfrentamiento en el país; hemos llamado a encontrarnos como bolivianos en un ambiente de diálogo. Jamás la CEB dice: “Esto hay que hacer” sino que acerca a las partes en conflicto por petición de los mismas. Facilitamos el encuentro para que las partes busquen alternativas de solución.
En la vida humana y cristiana no hay problema sin solución. Ante los fracasos, ante las heridas, siempre hay alguna alternativa. Por eso, es importante el encuentro entre personas, instituciones, para que hallen las vías para seguir adelante. Y ésa es la posición de la Iglesia.
En este ambiente polarizado Evo Morales ha acusado al arzobispo de Santa Cruz de llamar a campesinos “demonios de un solo color”. ¿Hubo esa intención?
Hemos sacado un comunicado desde la secretaría de la CEB indicando que cuando el obispo habló de los demonios no se refería a ninguna persona ni a ningún grupo, se refería a actitudes humanas. Algunas actitudes son demoníacas, como cuando uno expresa sólo violencia, cuando uno busca exclusión, porque una actitud de dividir va contra lo humano. Una actitud por la humanización es trabajar por la comunión, por la fraternidad, por la solidaridad. Y cuando uno no es capaz de trabajar en ese sentido, tiene actitudes y expresiones demoníacas, es decir que van contra el bien común. No es un invento del hermano obispo, sino que está en la Biblia.
Hay que entender lo que uno quiere expresar, y cuando a veces uno no entiende, hay que preguntar. Pero cuando uno saca de contexto ciertas expresiones fácilmente se puede tergiversar y manipular expresiones cuando son reflexiones reales sobre cosas que nos pueden pasar a todos, porque ¿quién no reniega, no pelea, no insulta? Tenemos que cuidarnos para que en todo momento seamos personas que trabajemos por el bien común, por procesos de humanización. Estamos para eso en el mundo, si no, no tiene sentido vivir.
Hablando de acciones concretas, ¿existe la posibilidad de que la Iglesia llame a un diálogo nacional de reconciliación?
Como decía, nosotros facilitamos el encuentro, pero no obligamos a que se encuentren. Pero podemos invitar, como lo hemos hecho en varias ocasiones, de manera informal de manera formal, con comunicados oficiales de la Conferencia. Hemos hecho un llamado general a la reconciliación. Consideramos, desde nuestra lectura de la realidad, que en Bolivia hace falta que nos encontremos como bolivianos: instituciones políticas, sociales, cívicas. Ahora, si las partes en conflicto nos convocan a una facilitación de un encuentro, por supuesto que lo vamos a hacer. Podemos alertar, podemos convocar en general. Estamos ofreciendo nuestros servicios para facilitar el encuentro de las partes y aquí hay muchas partes que están en conflicto.
En otro tema, la pandemia ha traído luto y angustia, ¿cómo sobrellevar el dolor?
La pandemia es un fenómeno social global, en primer lugar, el mundo entero está en esto. Por supuesto que todas las consecuencias de la pandemia -muerte, enfermedad, sufrimiento, angustia y una cierta psicosis- hay que trabajarlas con mucha serenidad.
Desde el punto de vista cristiano, con mucha fe porque cada situación es totalmente distinta. El otro día me he enterado que un sacerdote ha gastado en dos meses de hospitalización en terapia intensiva más de 300 mil bolivianos. ¿Cómo paga? En su vida va a tener 300 mil bolivianos.
La pandemia es una etapa dura en la vida, pero hay que verla como un espacio de aprendizaje. Todo lo que ocurre en la vida siempre nos tiene que enseñar algo. Y si algo nos está enseñando la pandemia es la solidaridad, la compasión, la tolerancia.
Como humanos hemos tenido grandes avances; la tecnología no tiene límites, es increíble cómo ha crecido. Pero no hemos crecido de la misma manera en lo humano; tenemos todavía egoísmos tremendos, tenemos individualismos. El proceso de globalización, por ejemplo, apunta a eliminar a los pequeños para que los grandes sigan creciendo.
Hay que leer desde ese punto de vista la pandemia: es una oportunidad para aprender y para crecer en humanidad. Como bolivianos podemos soportar mejor la pandemia y sus consecuencias uniéndonos todos, hablando el mismo lenguaje, con comunicación fluida para que no entremos en incertidumbre ni en pánico. Y esta unidad y esta transparencia faltan en Bolivia
La pandemia ha evidenciado la existencia de muchos grupos evangélicos, algunos antivacunas. ¿Están creciendo en detrimento de la Iglesia Católica?
Eso ha empezado en los años 40 y 50 del siglo pasado, no es de ahora. En Bolivia según el registro del Estado hay más de 1.500 grupos, aunque es difícil llevar la estadística porque cada vez aparecen unos y desaparecen otros. De estos 1.500, 500 deben tener personería jurídica. Y cuando se habla de estos hermanos separados, hay corrientes. Algunos son muy fatalistas y promueven la no vacunación Pero la comunidad mundial entera se ha dado cuenta que un paliativo es la vacuna. Los que estamos vacunados si nos llega la enfermedad sufrimos menos y para lo que no están vacunados el riesgo es mayor. En esto no hay que cerrar los ojos, la realidad, las pruebas científicas muestran que es mucho más conveniente vacunarse para afrontar esta enfermedad.
¿Hay esperanza para el reencuentro de los bolivianos?
Indudablemente, donde hay personas, creyentes o no, hay esperanza. Como boliviano, como hombre de fe, quiero convocar a todos los bolivianos para que vivamos y busquemos un ambiente de paz y reconciliación. Las heridas nos detienen en la vida. Si queremos avanzar, el paso es la reconciliación y es posible. No es que para algunos existe la reconciliación y para otros, no. Que Dios nos bendiga, que nos ilumine para abrir la mente y el corazón para partir de nuevo en la vida y avanzar de manera integral.
HOJA DE VIDA
- Inicios Nació el 7 de noviembre de 1962 en Suquistaca, de la parroquia de Camargo, Chuquisaca.
- Religioso Fue ordenado sacerdote en agosto de 1988, obispo en septiembre de 2005.
- Cargos Actualmente es arzobispo de Sucre y presidente de la CEB.