Temprano mi asiática se fue al mercado. Al rato volvió, bajó las cosas compradas del vehículo y empezó a contarse los dedos.
Yo estaba en la compu y de ahí la veía.
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Se contó los dedos una y otra vez y luego entró.
– ¿Supiste que los masistas les pelaron teléfonos y billeteras a los otros masistas en Warnes?
-me preguntó, mientras guardaba carne en la heladera.
No puej, al ratingo me preocupé por Mariela Paniagua, la camotera platónica del Gordo Rodamiento y también me preocupé por el Camba Chileno y por el galán de multitudes, sensación entre las viudas, miel para las dejadas: Carlos Hans Trump.
Preocupado por ellos y pensando en el robo entre masistas, me acordé del desfalco al Banco Unión y claro, eso me recordó sin querer el robo a COTAS, un robo que hasta ahora sigue más oscuro que las nalgas de Fermín.
Al ratito dijo mi asiática.
– Te cuento que se siente el humo en la calle, ya me picó la garganta; ojalá que llueva por todos lados.
-dijo eso mientras sacaba una fuente con papa, fideo, chuño y huevo pasado, todo cubierto por una salsa picante con sabor a culantro: El desayuno colla más delicioso del mundo; mi favorito, después del riquísimo «api con pastel», esa delicia que venden las cholas en la avenida Aroma en Cocha.
– Yo también sentí el humo anoche.
-le dije al tiempo que miraba la foto de dos tigres muertos, inocentes víctimas del fuego en la Chiquitania.
Y la verdajjj..
Desde que me acuerdo siempre fue lo mismo. Noches de feria con humo en septiembre.
Año tras año.
Siempre lo mismo.
Y todo mundo chilla, pero nadie le pone freno al asunto. Chaquea el empresario, chaquea el colla platudo que le compra la tierra al camba necesitado, chaquea el camba campesino, chaquean todos y todos chaquean por el mismo motivo:
Plata.
Cada año le prenden fuego a los chacos, ¿y pa qué?, pa ganar más plata al año siguiente.
En eso pensaba cuando me acordé.
– Hermosa flor de loto, ¿qué hacías contando tus dedos al bajar del auto?
– Ah, es que en el mercado me lo encontré al vecino, el masista que fue elegido Concejal.
– ¿…Y?
-pregunté algo desconcertado.
– Pues, él me saludó, le extendí la mano y eso fue todo.
– ¿Pero, por qué te contabas los dedos?
-volví a preguntar.
– Ahhh, era pa ver si estaban completos; por las dudas. Total, después de lo ocurrido en Warnes nunca se sabe.
-contestó mi asiática y se alejó moviendo el caño de escape, principal atracción de los llanteros que trabajan en la doble vía a La Guardia…
El ESCRIBIDOR
Fuente: El Escribidor