Por: Amalia Pando |
Fuente: http://www.cabildeodigital.com
Los muertos en Senkata fueron el último eslabón de una cadena de actos de vandalismo y de terror ordenados por Evo Morales a tiempo de huir del país. Pretendía tapar el fraude electoral y regresar victorioso al gobierno. Su fracasada aventura dejó en ese noviembre sangriento de 2019 un saldo de 36 muertos y más de un centenar de heridos, según datos de la Defensoría del Pueblo.
Cabildeo Digital les presenta hoy un video que recopila las imágenes tomadas por celulares de los propios protagonistas y que cuentan una prolongada historia de terror.
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Lo ocurrido en Senkata no puede explicarse como un hecho aislado sino como el desenlace de una ofensiva violenta del MAS que comenzó la noche del 10 de noviembre, horas después de la renuncia de Evo Morales, de todos sus ministros y de los presidentes de diputados y senadores.
Sin embargo, Evo Morales no pudo prolongar el vacío de poder porque apareció Jeanine Añez para asumir el mando de un gobierno transitorio.
Tampoco pudo cercar a las ciudades de La Paz y Cochabamba porque los muertos que dejó su ofensiva terrorista no se convirtieron en el detonante de un generalizado levantamiento popular, como él pretendía, ni dividieron a las Fuerzas Armadas, ni le entregaron un pasaje de regreso, sino que abrieron el camino hacia una mesa de diálogo y pacificación del país.
La Planta de Senkata era el punto estratégico del cerco de hambre a La Paz. Estaba rodeada de barricadas y zanjas que impedían el paso vehicular. Sin abastecimiento de gasolina ni GLP, la Sede de Gobierno estaba paralizada y en particular la producción y distribución de alimentos.
En el noveno día de la ofensiva terrorista y el séptimo del gobierno transitorio, con un despliegue enorme de fuerzas militares y policiales, el gobierno logró romper el cerco y sacar gasolina de Senkata en una larga caravana de cisternas, tanques de guerra y sobrevuelo de helicópteros que se dirigieron a la ciudad de La Paz.
En ese operativo no murió nadie. La policía lanzó gases lacrimógenos para dispersar a los sorprendidos seguidores de Evo Morales y evitar un posible ataque a las cisternas.
Impotentes y furiosos, cientos de manifestantes se volcaron a la Planta de Senkata que había quedado abandonada, con una seguridad reducida a un teniente y unos cuantos soldados y policías que se encontraban a su interior.
En las próximas dos horas, grupos del MAS pasaron a una ofensiva violenta con dinamita, bombas molotov y pedradas lanzadas con hondas.
Ingresaron a la Planta, destrozaron una inmensa puerta metálica, incendiaron vehículos dentro y fuera de la Planta.
En esas dos horas, el teniente y sus hombres, defendieron la Planta con gases lacrimógenos, obligando a los atacantes a retroceder por instantes. No hubo disparos de armas de fuego.
El teniente desesperado pidió ayuda a sus superiores que luego de mucho dudar decidieron enviar refuerzos desde Viacha que tardaron en llegar.
A las 13:30 horas, culminó la ofensiva de los seguidores de Evo Morales cuando a empujones destruyeron tres partes el muro perimetral de la Planta, pero no pudieron ocupar esas instalaciones porque en ese mismo instante se produjeron los disparos, los muertos, los heridos, la estampida de los manifestantes y la llegada del refuerzo militar que había partido de Viacha.
¿Cuál hubiera sido el saldo de un ataque similar en Cuba, Irán o Venezuela?
¿Cuántos muertos se hubieran contado si finalmente los grupos del MAS hubieran incendio Senkata como lo hicieron con los puestos policiales, domicilios y buses municipales?
En todo caso no se llegó a ese extremo y los atacantes se convirtieron en víctimas.
Los caídos en Senkata merecen un sentido homenaje, pero también merecen un reconocimiento quienes defendieron esa Planta de una tragedia mayor.