Actuación teatral del embustero presidencial

Alberto De Oliva Maya – eju.tv

Bolivia tiene un presidente pergamino, solo tiene el título, de ahí para adelante en el país se juegan intereses por demás peligrosos que oscila entre lo tenebroso del poder del narcotráfico y la pérdida de la integración nacional a través del enfrentamiento entre aquellos que aún creen vivir 500 años atrás y los que representan la modernidad, la tecnología, el progreso, el desarrollo y la productividad del mundo actual.

Está más claro que el agua, indicar que el presidente está en una jaula, aislado, prisionero de la corte complaciente que controla los accesos a su importante persona. Su jaula es de cristal, trasparente y bien iluminada, como si fuera el cuarto de un hospital para pacientes terminales, aunque algunas zonas pequeñas, opacas y sombrías, lo protegen de la observación pública. Es un hombre sin vida privada, siempre en la vitrina de la opinión ciudadana, pero sobre todo, bajo el cuidado de los ojos del yatiri Evo Morales (Yatiri significa “la persona que sabe” y es un término general y común con referencia a un especialista que lee hojas de coca y pasa misas rituales a los achachilas (ancestros masculinos) y las awichas (ancestros femeninos)para conseguir salud, buena suerte, buenas cosechas y prosperidad, y hoy en día para que coronen el tráfico de drogas que realiza el cartel de los Andes).



La Casa Grande del Pueblo es cómoda y dorada, tan amplia como un país, pero tensa, vulnerable y acosado. En él, la vida de este casi líder se asemeja a una actuación teatral agotadora, interminable. Está obligado a representar un papel que no tiene horario. No puede aparecer siempre ante los ciudadanos que dice representar y dirige como realmente es, sin transparentar sus estados de ánimo y su resentimiento social. Debe fingir y disimular. A veces debe engañar y mentir como un actor habituado a protagonizar con fidelidad y maestría distintos papeles. La verdad no es su objetivo, es un recurso que utiliza según sea su eficacia en cada momento. Debe elegir entre la verdad, la mentira y el silencio, de acuerdo a los costos y los beneficios que signifiquen para su “pero es nada”, pero jefe al fin. Sabe que no tiene vida privada y hasta el menor detalle de sus actos puede convertirse en noticia y crítica. Todo lo que hace tiene un costo y un premio que aumenta o disminuye su capital político. Cada minuto de su vida pesa en el examen que rinde ante diversos jurados. Todo error es explotado y todo acierto es devaluado por la gente mafiosa política que asesora al gobierno con un fin. Ninguna actuación suya escapa a este juicio implacable. Esta tensión sería mortal para él si no pudiera refugiarse esporádicamente en la intimidad de su camarín, la pequeña zona opaca de su jaula, su cuarto de convalecencia de terapia intensiva. Allí están sus placeres y sus vergüenzas, junto con su círculo de amistades que le ofrece soporte emocional cálido y privado, con una que otra guitarreada y varias Zapatas como enfermeras que adormecen al enfermo.

De manera que este político utilizado, alterna su trabajo agobiante entre la salida a escena, cegado por las luces que iluminan el teatro de su representación política, y el refugio que le depara la intimidad de su círculo de protegidos, entre ellos, los hijos que gozan del privilegio del poder y del uso de influencias para enriquecerse como millonarios fantasmas que son. La media luz tenue de un rincón de esa jaula de cristal es donde descansa, se retira de escena y deja de actuar.

Pero él no puede elegir la duración y oportunidad de cada salida a escena ni el tiempo de cada momento de refugio y descanso. Tiene solo un control parcial de su tiempo y de su atención. Su vida él sabe que le pertenece a medias. El público, esa ciudadanía que dice representar y que sigue su representación entra en su casa y en su oficina, comparte su vida, pero siempre con el ídolo que admiran o la cabeza visible que seguramente odia, siempre por detrás.

Y si la organización de este supuesto líder es deficiente, ese control de su tiempo y su privacidad es muy débil.  Es un hombre acosado por las presiones y las urgencias. Tiene las mismas 24 horas que el ciudadano común, aunque acumula sobre sí los problemas más diversos, pequeños, grandes, rutinarios, nuevos y sorprendentes que afectan el colectivo social. Comparte los problemas de muchos hombres y esos hombres adquieren derechos sobre su tiempo y su vida privada. Con esa sobrecarga de atención sobre su vida diaria, solo capta algunos problemas, quizá los menos importantes, si ellos explotan ruidosamente golpearán siempre por penetrar el cerco que protege el uso de su tiempo.

Las señales de alarma del sistema político para los masistas siempre serán inversamente proporcionales a la importancia de los problemas. Los problemas menores son ruidosos y molestan persistentemente y desvían la atención de la mayoría de los gobernados, con tal astucia, que llaman de inmediato la atención del gobernante y de la prensa. En cambio, los grandes problemas ceban en silencio su bomba de tiempo, porque no le conviene para nada al mandamás de Evo Morales y su pretendido retorno al poder como el honesto líder que nunca robo, abusó de menores, traficó drogas y lo más importante nunca hizo fraude electoral. Lo que va silenciosamente mal, pasa desapercibido a pesar de su trascendencia. En cambio, los pequeños problemas se agrandan amplificados por las señales de alarma y la proclividad al inmediatismo.

Es importante comprender que él, hablando de quien dice ser presidente de BOLIVIA, como todo ser humano, se refugia con fuerza en ese círculo íntimo que lo protege del público, y que está sujeto, en primera y más fuerte instancia, a dos fuentes de consejos: las opiniones no bien fundamentadas que se gestan en su círculo íntimo y las recomendaciones o mandato de su “GRAN JEFE” y de los asesores especialistas narco chavistas que el Socialismo del Siglo XXI, el Foro de São Paulo y el de Puebla, se encarga de ponerle.

Arce Catacora, siempre fue un simple oficinista del servicio público, 36 años de experiencia haciendo lo que le mandaban” HACER”. No tiene la capacidad ni el sentido común de ser un líder con voz de mando y es por esta sencilla razón que antes de considerar la necesidad e importancia del soporte tecno político que le brindan al empleado público número 1 del país, tendrían que haber pensado en darle un curso avanzado de liderazgo cognitivo sistemático, situacional y de historia de nuestro país relacionado a sus culturas, costumbres y fortalezas locales, regionales y departamentales. Esto tendría que haber sido la prioridad antes de haber hecho cursos de arte dramático para representar lo que no es.

El cálculo frío que debe de tener un PRESIDENTE, tiene que competir tanto con el soporte emocional cálido que le ofrece su corte, su idiota líder y sus “INCAS” trasnochadores como con la asesoría fría, especializada y de visión país de los técnicos. 

Cuando estos soportes son contradictorios, tiene que elegir entre ellos. Es una decisión difícil. En el liderazgo común de todos los socialistas ignorantes que gobiernan Venezuela, Argentina y Cuba o que gobernaron Brasil, Ecuador o como lo fue Evo Morales durante 14 años, siempre triunfo el soporte cálido de la corte antes que la recomendación unidimensional del tecnócrata.

Cuando se es estadista, no un peón de campo, en cambio, es una generalidad en la mayoría de las veces, que triunfe con mayor frecuencia el cálculo frío del razonamiento tecno político.

Cuando se trata de un actor presidencial, como es el caso nacional, que pretende ser un líder solitario, autoritario, huraño y obsesivo, sin corte y sin asesores, su lucha de criterios será al interior de sus pensamientos, como una oposición entre la pasión y la razón, y entre lo técnico y lo político.

No es común y nuestra historia lo señalará, que un gobernante reúna, en un mismo asesor, el soporte cálido y el soporte frío, como es el caso de Arce Catacora. El asesor, ya lo conocemos muy bien, solo que, en lo que concierne al soporte frío, este asesor se enfrenta al que le da la esposa de Arce Catacora, cruceña y con la voz embargada, todo por el odio que le tiene a Santa Cruz.

Sin presidente que gobierne, con un soberbio traficante que tiene cobertura diaria en la prensa, con una crisis financiera y económica que redujo las Reservas del país a un nivel sin precedente en los últimos 16 años, sin GAS, sin circulante, con una crisis inmobiliaria, con corruptos por doquier en las reparticiones públicas y con líderes traidores perrunos de la oposición como Costas y Mesa que solo rascan para adentro queriendo conformar partidos políticos pensando en el 2025… Nuestro porvenir está como para escribir una obra trágica de teatro para que actuemos todos los bolivianos, sin ningún refugio de cristal como el que utiliza nuestro personaje presidencial, aprovechando de desearles una llevadera ¡FELIZ NAVIDAD!

 

Alberto De Oliva Maya