Los retos del postconfinamiento para el sistema educativo

La presidente no hizo lo correcto – eju.tv

Julio César y Adriana, dos hermosos niños, inquietos, inteligentes y como la mayoría de ellos traviesos y curiosos, tuvieron que soportar con muchos esfuerzos y paciencia, las clases virtuales durante todo el 2021; mientras que a Israel y un grupito de 5 compañeritos su madre le armó una especie de aula en su sala con tutor más, donde pasaron clases en el año declarado por el  gobierno a su inicio, según  el Decreto Supremo No. 4449, como: “Año por la recuperación del derecho a la educación”.

Los tres niños, bajo la férrea disciplina de sus madres y abuela, ya no veían los minutos para que concluya el año escolar del 2021, y cuando eran convocados a sus colegios, iban radiantes de alegría, porque rompían con su rutina, y el último día de clases virtuales fue un alivio para ellos y quizás para miles de niños y niñas, que este año fueron encapsulados en sus cuartos, con sus respectivas computadoras, iPod o celulares en mano para atender cada una de las clases de historia, matemáticas, música, literatura, etc.



Pero así como las autoridades educativas, los directores de las unidades educativas y los mismos docentes son expertos en tomar exámenes y evaluaciones, a estas alturas del 2022, les lanzamos algunas preguntas, esperando que no se aplacen y den las respuestas adecuadas, además deben dar ejemplos a sus estudiantes, “No podrás ser maestro sin que hayas sido buen discípulo”, decía el emperador-filósofo Marcos Aurelio. Acá van algunas interrogantes:

¿Está la escuela preparada para afrontar el postconfinamiento? ¿La escuela podrá dar respuestas claras y precisas a la vorágine de los cambios de la sociedad, impulsados por el avance de las tecnologías? ¿La escuela forma para la vida o forma para la memoria? ¿La escuela se modernizó y se fortaleció con las transformaciones digitales o sigue siendo la escuela tradicional, encerrada entre cuatro paredes?.

¿Las autoridades educativas son conscientes del enorme desafío que tienen por delante: una sociedad polarizada, enfrentada, en crisis y con miedo por la permanente presencia de la pandemia? ¿Estas autoridades se han preparado para dar respuestas más coherentes, dinámicas y acordes a las realidades urbanas, rurales, culturales de la niñez y adolescencia de Bolivia? ¿Han entendido el ministro de Educación, los directores de Educación de los departamentos y sus asesores lo que ha pasado en Bolivia con el ingreso de hace casi dos años de la pandemia y sus repercusiones en el ámbito educativo?

¿Los directores de las unidades educativas y docentes se han actualizado entre las clases tradicionales y las virtuales, para no hacer monótonas, aburridas y desesperantes los 45 minutos que deben mantener a sus alumnos en atención permanente? ¿El profe será reemplazado por una computadora inteligente? Recordarles el pedido que hacía Platón a los profes: “Amigo, no violentes a los niños en las enseñanzas; antes bien procura que se instruyan jugando, para que puedas conocer mejor las disposiciones naturales de cada uno”.

¿El sistema educativo nacional cambiará al ritmo que van los acontecimientos en la realidad social, cultural, económica, religiosa, política? ¿Cuáles son los principales retos que debe asumir este sistema educativo, golpeado por la dura crisis sanitaria que azota a Bolivia y al  mundo?

Como el 2021 fue declarado “Año de la recuperación del derecho de la educación”, las actuales autoridades educativas, tendrán que sincerarse en la evaluación de los resultados alcanzados este año y que no solo son estadísticos, es decir: salieron bachilleres tantos estudiantes; se pagó el bono Juancito Pinto a tantos alumnos, etc. Si no en qué medida se ha recuperado ese derecho a la educación, en cuanto elemento central de preparación, de formación de miles de niños y jóvenes en su proceso de contar con un instrumento para hacerle frente a la vida, a través de un oficio o una profesión.

Una evaluación de la calidad educativa, de los avances del derecho de la educación, de la percepción de los estudiantes si han aprendido algo, mucho o nada en el año de la pandemia en Bolivia y de la “recuperación del derecho a la educación” y que esas enseñanzas deben ser tomadas en cuenta para el presente año escolar, proceso en el que la filosofía puede dar una manito y cumplir una labor fundamental.

Se trata que desde la filosofía en las aulas escolares se ponga en marcha un ambicioso programa para fortalecer y ampliar el espíritu crítico de cada uno de los alumnos, quienes con seguridad recibirán de buen agrado estas inquietudes, que ahora están ahogados en un bombardeo de informaciones, de chismes, de superficialidades de las redes sociales, de Netflix, etc. Con seguridad están con hambre de reflexionar sobre el sentido de la vida, el sentido de la verdad, de la creatividad artística, de las virtudes, como seres humanos que son parte de una sociedad multicultural, compleja y siempre cambiante.

 

 

Hernán Cabrera M.

Lic. en Filosofía y Periodista