¿Ni Evo, ni Mesa, ni Camacho? ¿Entonces quién?

Dos analistas ven una crisis de la representación política, así como la necesidad de debatir ideas antes que personas y de conectar con nuevos sectores sociales.

Recientes sondeos indican que Evo Morales, Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho no serían opciones presidenciales fuertes de cara al 2025. Ante este vacío, ¿quiénes podrían ser los candidatos con mayor potencial por la oposición y el oficialismo? Más allá de nombres, ¿qué perfil o características generales deberían tener los candidatos? ¿Y cuáles serían los mecanismos idóneos para esa selección? ¿Auténticas elecciones primarias? ¿Alianzas y encuestas?



Para responder a estas interrogantes, eju.tv entrevistó a dos conocidos analistas: el ingeniero Rolando Schrupp y la politóloga Susana Seleme.

Tres opciones en el MAS

“Desde el proyecto estalinista del masismo manejan un gran espectro de opciones, dependiendo de la tesis que gane tendencia: la continuidad del proceso con Lucho-Choquehuanca (o algún recambio como Richter), la reconducción del proceso con Evo-Álvaro, o la renovación del proceso con Adrónico-Adriana. Estas son las facciones visibles de los cuadros que pueden competir dentro de su proyecto de poder total, que ya va por 20 de los 30 años de los que hablaba Álvaro García Linera, pero que hoy lo plantean a 50”, señaló Schrupp.

El analista dijo que, por otra parte, “desde la seudo-oposición reaccionaria simplemente se ven algunos cuadros buscando hacerse del poder, pero sin ningún proyecto político real. Ahí se ven actores, no protagonistas”.

Debate de ideas, no de personas

Sin embargo, fue optimista sobre la existencia de “una rebelión en las penumbras que está buscando empezar a salir a luz, para enfrentar la lucha política desde el campo de las ideas y no desde la confrontación tribal. Esta rebelión se está gestando bajo las banderas de la libertad. Veremos cómo se va constituyendo el instrumento político de los republicanos, liberales, libertarios, anarcocapitalistas, minarquistas, federalistas y demás yerbas”.

“En mi opinión, el verdadero debate deberíamos centrarlo en qué ideas claras se deben tener. No se puede hacer política sin ideología, y no se puede tener ideología sin ideas. La historia humana es la historia de sus ideas. También es de muchísima importancia comenzar a plantear los valores y principios, como los de vida, libertad y propiedad, y los de amor y respeto, todos en sintonía con la solidaridad y las bases de la modernidad que establecen la ciudadanía”, subrayó.

Schrupp opinó que antes que primarias “debemos ir a los principios, para definir si lo que queremos es un simple cambio de personas o un cambio de sistema. Debemos madurar en no votar por quienes son los más populares, sino por quienes son los más capaces. Es hora de retomar el debate de ideas, no de personas”.

Primero, condiciones democráticas

A su turno, Seleme consideró que “hablar de elecciones en Bolivia, en este momento, más que apresurado es esquivar el tema de fondo, que hace a la naturaleza de las elecciones en una democracia como la boliviana, tan debilitada, para algunos analistas en retroceso o venida a menos, que es lo mismo”.

“¿Se respeta en Bolivia la pluralidad política indispensable para asistir a unas elecciones en igualdad de condiciones entre diversos candidatos? ¿Hay en Bolivia un árbitro u Órgano Electoral independiente que garantice que el voto ciudadano será respetado, es decir, sin manipulación, trampa o fraude? ¿Es confiable el padrón electoral vigente, sospechado de estar inflado? ¿Puede un partido político, en democracia, promover la idea de un ‘partido único’, como promovía el ex Evo Morales?”, se preguntó.

La analista dijo que “pueden parecer temas abstractos, por la ausencia de políticas públicas y mediáticas privadas sobre los valores de la democracia y el peligro que significan los regímenes autoritarios, autocráticos y populistas”.

Representación política cuestionada

Sobre el sondeo de opinión pública, señaló que el hecho de que ninguno de los mencionados tenga mayor aceptación ciudadana “habla de que no se trata de un factor generacional, porque entre Camacho, Morales y Mesa hay más de 20 años de diferencia. Habla de un problema de fondo: la representación política está cuestionada en casi todo el mundo, porque la acción política de partidos-dirigencia-candidatos frente a los diversos grupos sociales y sus múltiples demandas, no incide en la realización satisfactoria de las mismas”.

“La regresión democrática en muchos países nace en gran parte de la insatisfacción de los ciudadanos, que han visto cómo sus condiciones de vida, en democracia, no han mejorado, muchas veces han empeorado, lo que genera frustración y desconfianza frente a los partidos políticos y sus dirigentes. Es este desencanto el que ha permitido el surgimiento de los populismos actuales”, añadió.

Conectar con los jóvenes y con el sector informal

Seleme sugirió que la alternativa a construir debe tener en cuenta la comunicación con “los jóvenes millennials, por ejemplo, que no hablan del proletariado ni del imperialismo, tampoco de derechas ni de izquierda. Hablan de redes sociales, de plataformas, de robótica, de hackers, de memes, de música pop y reguetón, pero rechazan la corrupción, siendo el principal problema para la ciudadanía en general, detectado por otra encuesta”.

También remarcó la necesidad de conexión con “ese casi 80% de sectores informales, que son la gran mayoría y muy variopinta”.

Construcción de la unidad

En relación a los mecanismos que permitan ensamblar ese proyecto alternativo, indicó que “las elecciones primarias sólo funcionan en democracias consolidadas, con tradición de transparencia y sin caudillos populistas, demagogos y autoritarios. El mejor método radica, desde mi punto de vista, en alianzas previas para la unidad política, sabiendo de antemano quién es el adversario, en nuestro caso el enemigo principal”.

“La construcción de esa unidad deberá estar respaldada por encuestas serias y sondeos en los diversos grupos a los que se quiere llegar para captar confianza, credibilidad, adhesiones, simpatías y votos, sin que necesariamente sean militantes de partido político alguno”, concluyó.

Edición y entrevistas: Emilio Martínez

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