Santa Cruz es un imán para una oleada de migrantes profesionales paceños

Atraídos por las oportunidades económicas, cada vez más paceños se trasladan a la capital oriental. Hasta 2012 eran unos 20.000, pero después de 2019 se incrementaron y la mayoría tiene formación profesional.

 



Fuente: paginasiete.bo

Malkya Tudela /Santa Cruz

Santa Cruz de la Sierra está recibiendo una oleada de migrantes profesionales paceños que arriban hastiados de los conflictos sociales en la sede de Gobierno y atraídos por las oportunidades económicas. Sea o no su proyecto quedarse en la capital cruceña, tienen el interés de aportar a la cultura ciudadana y  a su productividad.

Natalí y Walter, profesionales paceños que migraron. Foto: Natalí Vargas

La idea de mudarse y recomenzar acompaña a Natalí Vargas desde que era niña, cuando se trasladaba con frecuencia por el trabajo de su papá. Así que, en 2019, cuando La Paz era el centro de la crisis política y ella vivía sus primeros meses de embarazo, pensó: “Quiero salir de aquí”.

La pandemia solo agravó la situación porque la obligó a recluirse por completo, perdió a su padre y debía afrontar el retraso en los pagos de su esposo. “En agosto de 2021, mi jefa me llama y me pregunta si me animaría a irme a Santa Cruz. No encontraban a nadie que manejara el negocio de relaciones públicas y relación con los medios. Me ofrecieron pagarme el traslado”, dice Natalí.

Con la seguridad de un sueldo duplicado y un cargo de mayor responsabilidad, ella, su esposo, su hijo de un año y su perrito se mudaron a Santa Cruz hace seis meses. La humedad del ambiente y sentirse extraviada entre los anillos aún le causan incomodidad, pero el home office, los ambientes amplios, los espacios públicos para pasear, mejor calidad del sueño y las oportunidades económicas son la contracara de esos inconvenientes.

“Todavía no estoy en capacidad de decir, como creo que a muchos les pasa, que me quedo porque me encanta. Queremos regresar a La Paz porque ahí hemos construido planes a futuro. Yo quisiera que mi hijo estudie allá porque sí veo ciertas diferencias en el entorno social”, dice Natalí.

¿Cuáles son esas brechas? “En Santa Cruz hay mayor relevancia a la apariencia”  y “menos en el análisis de contenido” en el campo de las relaciones públicas; en la sociedad, “el machismo está más libre” y “algunas mujeres quieren mostrarse todavía probas ante exigencias de moral”, aunque esto puede ser solo el rasgo de un segmento social, explica.

En su mudanza escuchó decir a los estibadores que habían trasladado a varias jóvenes de La Paz y que ellas eran las jefas de familia. Los trabajadores tuvieron un caso más para contar cuando también ella firmó el contrato por el servicio.

Ahora instalada, Natalí ve que el centro económico del país está en Santa Cruz y que funciona “más fácil”, aunque las empresas tienen un pie en La Paz por ser el centro político. “La gente está más dispuesta a comprar, y eso es bueno para cualquiera que quiera emprender”, dice.

Las reglas de convivencia  parecen funcionar de otra manera en la capital cruceña. “En La Paz, si un vecino se pasa de decibeles puedes llamar a la Alcaldía, quejarte a la junta vecinal, acudir a alguna instancia, aquí no. No hay cultura ciudadana. La gente no se apropia de la urbe”.

“No me molestaría para nada sentirme de la ciudad, ver cómo están haciendo cosas lindasy aportar a eso. Pero no veo a la Alcaldía, no sé qué visión tiene de ciudadanía. Si no hace algo ahora, no sé cómo va a crecer la ciudad, es muy penoso. Va creciendo como El Alto, solo que caliente”, dice Natalí.

Según proyecciones del INE, en 2020 Santa Cruz tenía 3,3 millones de habitantes en el departamento. La capital cruceña, Warnes, La Guardia y Montero, es decir la región metropolitana, albergan al 66,8% de la población. El 33,2% se concentra en otros municipios.

“Es un imán”

Rafael Sagárnaga ha hecho de Santa Cruz su hogar. Foto: Rafael Sagárnaga

Rafael Sagárnaga ya llevaba viviendo ocho años entre La Paz y Tarija por su trabajo de periodista. En 2017, su esposa enfermó y “todos los demonios de La Paz se sumaron”. Los bloqueos de calles, la crisis del seguro de salud, los problemas políticos fueron el contexto en el que falleció su primera novia y compañera de 27 años de matrimonio.

“Cuando pasó eso, veía a mi esposa en cada esquina de La Paz, y dije ‘tengo que irme’. Además, me irritaban las marchas y hasta la bulla de los carros basureros me recordaba la agonía de ella”, dice.

Ya van a ser cinco años de haber elegido a Santa Cruz para comenzar una nueva vida. La ciudad es “menos agresiva”, hay “más oxígeno” y una nueva pareja apareció para construir otros proyectos.

Las oportunidades de conseguir trabajo y diversificar ingresos también están a la mano. El periodismo que ejerce se ha visto igualmente beneficiado porque pudo hacer coberturas relevantes en las fronteras con Brasil, Argentina y Paraguay.

Para Sagárnaga, Santa Cruz de la Sierra es “una ciudad adolescente, donde la vida cultural está empezando a florecer”.

Y no está alejado de esa vida cultural por radicar fuera del área urbana. En su idea de pelear “contra todas las amenazas y barbaridades que se cometen contra la naturaleza”, se ha vinculado con grupos de defensores del medio ambiente y tiene un emprendimiento fuera de su actividad periodística.

Rafael no tiene intenciones de moverse de Santa Cruz y espera que su hijo pueda mudarse a la ciudad cuando termine la universidad. “He visto cómo van llegando de todo lado -dice el periodista-. Amigos de mi promoción, éramos 200 y pico, unos 50 están aquí. Los parientes de mi esposa se han ido viniendo uno por uno, son tarijeños, sus sobrinos, su hermana y otro hermano. Es como un imán”.

“Tengo amigos de todos lados”

“Nos sentimos un poco inseguros después de los conflictos de 2019”, dice Gustavo, de 35 años. La crisis política de ese año perturbó su vida que hasta ese momento transcurría aislada de los conflictos en la zona Sur de La Paz. De pronto “en otro barrio cercano, quemaron casas…, tuvimos que hacer barricadas, salir a vigilar las calles”.

Su empresa de publicidad no había cumplido ni el segundo año de funcionamiento, pero tenía dificultades para operar por las huelgas y paros, pues “los empleados siempre tenían un justificativo real”.

Cuando preguntaron a sus 25 dependientes quiénes podrían moverse de ciudad, la mayoría quiso hacerlo. Tres empleados les siguieron inmediatamente, otros cinco dijeron que lo harían después, pero llegó la pandemia.

Los comentarios entre sus amigos tenían el tópico de que alguien más estaba migrando, que uno más se iba de La Paz. Mi mejor amigo se mudó hace diez años acá. Yo ya venía muy seguido por trabajo y siempre me quedaba en su casa”, dice Gustavo.

Finalmente, la decisión de mudarse llegó como un relámpago. Se informaron sobre los barrios en Santa Cruz, contrataron un servicio para ver casas en alquiler y en cuestión de dos semanas estaba instalándose con su esposa y dos hijos en un condominio al norte de la ciudad.

“En el momento en que nos estábamos moviendo, también uno de nuestros mayores clientes, una empresa internacional, que era el 60% de nuestro portafolio, estaba mudando su base de La Paz a Santa Cruz. Todos nuestros clientes, toda la red de trabajo se mudó de golpe”, explica Gustavo.

El choque más fuerte fue con la temperatura. Dos meses de intenso uso del aire acondicionado y una factura de electricidad exagerada les hizo pensar que, de seguir así, “nadie iba a comer los siete días a la semana”.

Apenas estaban un mes en Santa Cruz, y la llegada de la pandemia interrumpió la construcción del vínculo social con sus vecinos del condominio. Suprimiendo esa etapa, dice Gustavo, “hemos tenido una linda recepción, gente que nos invitaba, nos saludaba, nos buscaba, nos pedían los datos para incluirnos, había una organización vecinal interesante”.

“Saliendo del conflicto político, la línea de rivalidad cultural estaba marcada. Llegas acá y eres el colla. Eres un punto ajeno. Se entiende que tenemos que pagar un derecho de piso”, dice Gustavo. Pero a dos años de esa percepción, la familia ya está asentada en la ciudad, con vínculos consolidados inclusive con pertenencia a la comparsa o “frater”.

El descubrimiento fue encontrar en la capital cruceña personas de todas partes del país. Gustavo considera que el 10% de sus relaciones sociales ahora es con cruceños y el 90% con “gente de cualquier otro lado”.

“Mi hermano menor y su novia se van a mudar en dos meses. Mi papá se traslada también a fin de año”, dice Gustavo, con voz entusiasta desde el otro lado del teléfono. Su hermano mayor y su familia también seguirán al resto. “Aquí hay oportunidades”.

¿Cómo ha cambiado en una década la migración interna?

Las estadísticas muestran una ola migratoria de más de 30 mil personas de La Paz hacia Santa Cruz entre 1996 y 2001. Esa cifra se había reducido a cerca de 20 mil en el periodo 2007-2012, según el estudio Migración interna en Bolivia (2018). Un nuevo censo de población dará datos nuevos de la cantidad y otros rasgos de la movilidad interna.

“Me da la impresión de que Santa Cruz está viviendo lo que en algún momento ha vivido La Paz”, dice Natalí Vargas, en referencia a que la sede de Gobierno ha acogido históricamente la llegada de personas de distintos orígenes y nacionalidades.

“En mi curso de colegio éramos dos o tres descendientes de paceños, los demás tenían papás orureños, chuquisaqueños… Antes Santa Cruz era súper camba, pero hoy hallas una  metrópoli, donde vayas hay inmigrantes nacionales o internacionales. Es una ciudad llegando a su juventud”, dice Rafael Sagárnaga.

Hasta 2012 a Santa Cruz migraban personas con menos educación formal en comparación con otras regiones, según Migración interna en Bolivia. El departamento acogía cinco de nueve flujos migratorios internos, concentrando el 37,7% del movimiento acumulado, frente a 22,8% de Cochabamba y el 10% de La Paz. Curiosamente, La Paz recibía migrantes con un mayor nivel educativo, Oruro registraba una pérdida de profesionales y Potosí recibía migrantes con menores niveles de estudio, pero similares a los de su población.

¿En qué sentido ha cambiado la migración interna en la última década? Por ahora solo se tiene el análisis hasta 2012: “Se constata que entre los migrantes de occidente hacia los llanos existe una importante presencia de migrantes con declaración de pertenencia a una Npioc (nación pueblo indígena originario campesino) que pueden ir apropiando espacios en sus lugares de destino, estableciendo, además, diversas conexiones con sus lugares de origen, que pueden generar o motivar otros desplazamientos”.

La gente en Santa Cruz está más dispuesta a comprar, y eso es bueno para cualquiera que busque emprender

Natalí Vargas, comunicadora

En Santa Cruz hay inmigrantes nacionales e internacionales. Es una ciudad llegando a su juventud

Rafael Sagárnaga, periodista

Cuando nos trasladamos, todos nuestros clientes, toda la red de trabajo se mudó de golpe a Santa Cruz

Gustavo, empresario

 

Fuente: paginasiete.bo