Negocios quebrados, divorcios y juicios por prender un foco… La vida en la colonia menonita radical boliviana

Freezen y Franz denuncian que después de leer la Biblia, los líderes de la colonia comenzaron a visitar con frecuencia sus casas y convencieron a sus esposas que los abandonaran. Las hicieron sentir culpables.

Por : Ivone Juárez



Fuente: paginasiete.bo

La excomunicación, que implica la marginación económica, social y religiosa de la colonia, la quiebra de una empresa, el inicio de divorcios y hasta procesos legales es lo que enfrentan muchos menonitas bolivianos en las colonias radicales.

¿Las razones? Encender un foco a batería en vez de la lámpara de gas, querer instalar aire acondicionado para iniciar un negocio, leer la Biblia y comentarla; o por ir a otra iglesia fuera de la colonia, donde –aseguran- entienden las predicaciones porque son en su idioma, alemán bajo.

Sin conocer las leyes bolivianas y con un castellano limitado se ven ante los estrados judiciales y abogados que los acusan.

El 13, 14 y 15 de abril de este 2022, Página Siete recogió testimonios de menonitas de las colonias de Valle Nuevo, Nueva Esperanza, Cupesí y Swift Curet, donde los líderes imponen incluso castigos crueles contra quienes quiebran sus reglas.

Los testimonios presentados a continuación fueron editados porque los menonitas que los dieron y no hablan el castellano con fluidez.

Me echaron de su religión y me dejaron sin trabajo porque encendí un foco en mi casa. Ya no me gustaba esa lámpara de gas que obligan a usar. Además fui a visitar a otra iglesia. Vinieron los ministros a mi casa y querían que diga que no iba a volver a la iglesia. Pero no, porque me gustó cómo predicaban ahí la palabra de Dios, clarito, en alemán bajo, entendí bien.

¿Qué pasó después?

Primero perdí mi trabajo. Trabajaba en la cooperativa. El encargado me rechazó y me sacó. Luego mi suegro me dio trabajo, pero vinieron los ministros a hablar con él. Y muy preocupado me dijo: ‘No podrás trabajar más porque me quieren castigar y botar de la religión’.

Se me enfermó una vaca lechera. Fui a la cooperativa donde soy socio hasta hoy y pedí un producto veterinario. Habiendo el producto me dijeron que no me podían vender. La razón era que el jefe lo prohibió. Fui a ver al obispo y le pedí con todo respeto: ‘Deme una orden para que me vendan el producto’. Me dijo: ‘No te puedo vender nada porque no estás siguiendo nuestras reglas y costumbres’. Ese día en la tarde murió la vaca.

¿Cómo está usted ahora?

En realidad nosotros no queremos ningún conflicto, queremos vivir bien con ellos. Pensamos diferente, manejamos mejor la tecnología, pero no estamos buscando conflicto. Ellos no dejan jugar fútbol, no quieren que tengamos ninguna actividad. No nos explican la religión, para ellos cumplir las normas de la colonia es suficiente.

¿Le pidieron regresar?

Nos piden que volvamos y que dejemos todo lo que tenemos: la camioneta, el celular, y eso no lo haremos. Estoy pensando en nunca más volver porque veo lo que hacen. Nos están demandando. No me permiten llevar la ropa que tengo ahora. Dicen que ahora nos parecemos mucho al mundo, que para ellos es el infierno. Quieren que me deshaga de la luz de mi casa, de mi camioneta y que deje de leer la Biblia. Pero no puedo, porque yo sé que soy boliviano y ellos me quieren quitar mis derechos. Creo que las reglas no están por encima de la ley boliviana.

¿Cómo más lo presionan?

Los bancos nos piden un certificado firmado por el jefe de campo que diga que es verdad que tenemos esas hectáreas. Sin ese documento no nos dan el préstamo y los jefes se niegan a firmar para nosotros.

Peter Knelsen fue demandado por el abogado Erico Suárez Melgar, apoderado legal de Cornelius Firesen, jefe de la colonia Valle Nuevo, por la construcción de una escuela.

Me botaron de la religión porque estaba leyendo la Biblia. Fui unas tres veces a una iglesia que no pertenece a la religión de la colonia, pero igual es una iglesia, y para mí es mejor que ésta porque entiendo lo que se habla. Se molestaron los ministros y me echaron de la religión.

¿Qué pasó con su esposa?

Esas veces no tenía movilidad, ni tractor con ruedas de goma ni celular, pero empezaron a molestar y mi esposa hizo caso. Vinieron muchas visitas cuando no estaba y la convencieron de que yo estaba equivocado.

Al principio me dijo que quería vivir con Dios. Después me dijo: ‘No, a mí me da pena haber dicho eso, yo también estaba empezando a equivocarme’.

Ambos tuvimos una vida muy buena. Vivimos 33 años juntos. Yo fui una persona nerviosa, pero cambié. Lo que falta es que vuelvan mi esposa y mis hijos. No estoy solo, tengo un trabajador que tiene su esposa, ella cocina para mí, me hacen comer. También tenemos unas vacas y ellos están sacando leche, me ayudan a mantener.

Tuvimos nueve hijos, uno murió hace siete años en un accidente, pero viven ocho hijos. Cuatro están casados y cuatro estaban solteros, pero como estoy nueve meses solo, una hija se casó en ese tiempo y no me invitaron al matrimonio.

¿Lo separaron de su esposa?

Como yo empezaba a hablar de Jesucristo y de la Biblia dijeron que era una persona equivocada. Convencieron a mi esposa y mis hijos y salieron (de la casa). Mis hijos me trataron muy mal, me apuntaron con el dedo en la cara y me dijeron: ‘Usted es un hombre bien equivocado’.

A mí me dio rabia. Y también fallé, no es que no, pero fui a buscar a mi esposa, y le dije: ‘Mira señorita, tan felices que vivíamos (explota en llanto). Fallé en varias cosas y te quiero pedir perdón’. Ella me dijo: ‘Sí, se puede, pero vuelve en la noche’. Volví pero había un montón de gente y comenzaron a decirme ‘estás equivocado’. Pedí perdón a mi esposa y mis hijos y me aceptaron, pero me dijeron que tenía que ir a vivir tres semanas a la casa solo y que en ese tiempo lo pensarían, pero no volvieron. Vinieron de noche a sacar cosas, yo les dije vengan de día. Me dijeron el 50% de las cosas es de su esposa. Yo les dije que sí, pero que ella venga, tenemos que hablar, pero no vino.

*La demanda de divorcio contra Franz Peter Wall fue interpuesta por Erico Suárez Melgar, apoderado legal de Cornelius Firesen, colonia Valle Nuevo. Mientras se elaboraba esta investigación, Suárez denunció a Franz por tráfico de tierras.

Anna y Peter Wieler huyeron de la colonia Nueva Esperanza porque les prohibieron casarse y salir del lugar. Se casaron por las leyes bolivianas en Hacienda Verde, comunidad menonita declarada libre, pero días después de su boda, Peter y su hermano Franz fueron demandados por los padres de Anna y jefes de la colonia por un supuesto secuestro. Anna tiene 20 años.

¿Qué pasó con la demanda?

Peter.- Tengo que ir a enfrentar un juicio en Santa Cruz, pero nunca volveré a Nueva Esperanza. Pero si voy sólo a Santa Cruz no permitirán volver a Hacienda Verde (donde viven ahora).

¿Con qué no están de acuerdo con Nueva Esperanza?

Peter.- La gente de la colonia viene y quiere llevarse a Anna otra vez.

¿Cómo era la vida en la colonia?

Peter.- Cuando se quiere vivir diferente hay mucha presión. Para nosotros no es posible.

Anna.- Cuando se quiere vivir como cristiano no lo permiten en la colonia, ellos se enojan.

¿Si Anna pudiera volver a la colonia, qué cambiaría?

Anna.- La ropa. En la colonia no permiten poner ropa bonita, de colores. En la colonia tampoco permiten mostrar el cabello largo, que es bonito.

¿Cómo era Anna en la colonia?

Anna.- En la colonia no estaba contenta porque las reglas estrictas no permiten casi nada. Entonces uno tiene algunas horas de felicidad, en la vida, en general, estaba triste.

¿Qué le causaba más tristeza?

Anna.- Tenía una casa donde los padres no tenían amor uno para el otro.

¿Podía expresarse en la colonia así fuerte como lo hace ahora?

Anna.- No, yo no hablaba nada en la colonia; ahora tengo permiso de hablar.

¿Cuál era el castigo más duro?

Peter.- De todos mis hermanos yo era el más silencioso y escapé de los castigos, pero mis hermanos eran castigados con correa, fuerte.

¿Qué hace uno para que lo castiguen así?

Peter.- Oír música.

¿A las personas adultas por qué las castigan?

Peter.- No hay diferencia de edad, a todos castigan igual

¿Hay consumo de alcohol?

Los jóvenes beben cada domingo

¿Qué dicen los líderes?

Sólo en la iglesia dicen que está mal, pero no hacen nada.

¿Cuál es el mayor temor que tienen?

Peter.- La excomunicación.

Anna.- El que no se irá al cielo y no poder comprar ni vender con el resto

¿Tienen miedo?

Peter.- No estamos bautizados, no nos pueden excomunicar.

¿Por qué no se bautizaron?

Peter.- No quise porque no es justo

Anna.- Si Peter no lo hizo, yo tampoco.

¿Cómo vive la mujer en la colonia?

Peter.- Sólo haciendo el trabajo de la casa, cocinar y limpiar.

¿Tienen acceso a la tierra?

Ana.- Hay algunas mujeres que tienen tierras, pero son de 30 años y sin esposo, pero la mayoría no tiene tierras.

¿Qué piensa de que la mujer no tenga tierras?

Ana: No sé

¿Las mujeres con tierras toman decisiones?

Anna.- Hay muy pocas decisiones para las mujeres.

Peter Wieler fue demandado, acusado de haber raptado a Anna.

Mi sueño era poner una heladería, porque tengo cuatro hijas mujeres y queríamos que tuvieran trabajo en la casa. Comenzamos con poco, 35 litros de leche por semana. La gente probó y les gustó, con lo que creció hasta los 600 litros diarios. Cuando hicimos grande la heladería, sí o sí teníamos que registrarla en el Senasag, que no permitía que trabajemos sin aire acondicionado y en la colonia sus reglas dicen que no podemos tener aire profesional (acondicionado) ni luz eléctrica, la luz tiene que ser a gas. Puse todo y me retiraron de su religión. Me preguntaron si no podía bajar la venta para no registrarme en el Senasag, para trabajar sin aire acondicionado. Les dije que no.

¿Quiénes se lo prohibieron?

Los ministros y el obispo. Otra gente tampoco quería.

¿Le dijeron que era malo?

Sí, porque si yo ponía el aire en la fábrica cualquiera (de la colonia) querría algo igual en su casa y no podían permitir.

¿Qué pasó después?

Me retiraron de la colonia y ya no me compraron el helado, tampoco me vendieron la leche. Le compraba leche a mi tío, pero una vez que me retiraron de la religión le prohibieron que me vendiera. Los trabajadores eran de la colonia y sus padres los obligaron a dejar el trabajo.

¿Cómo se siente?

Dejar la heladería me costó mucho porque me gustó trabajar ahí y gané bien. Invertí 200 mil dólares y podía haber vivido tranquilo. Dejar el sueño que tenía a otra persona me costó, pero no quedaba otra cosa. A ver si hay otra cosa para mí.

¿Despúes del fracaso de su heladería lo perdonaron?

No, más bien me dijeron se va a fregar toda tu venta.

¿Es normal que ocurra eso con quien quiere electricidad?

La energía eléctrica es normal, pero para sus reglas no. Yo no podía cumplir con las reglas que tenían, por eso dije la vida es libre, voy a buscar otro camino para salir de su religión. Y salí, estoy contento porque estoy tranquilo.

¿A qué se dedica ahora?

Doy servicio de maquinaria para hacer rollos de pasto. Tampoco me permitirían este trabajo porque no se puede salir de la colonia, pero como estoy retirado, voy adonde quiero. Nadie me dice hasta acá.

¿No lo volvieron a buscar? Vinieron a preguntar si quería volver a la colonia y trabajar con ellos, pero ya no puedo hacerlo porque tendría que cambiar todo, hasta mi trabajo: cambiar mis llantas a ruedas de hierro, eso no me gusta. No podría tener la vagoneta, tendría que andar otra vez en carreta, algo que tampoco quiero. Lo dejé así y busqué trabajo.

Einrich Martens fue demandado por el abogado Erico Suárez Melgar, apoderado legal de Cornelius Firesen Teichroeb, jefe de la colonia Valle Nuevo, por la construcción de una escuela en la zona.

¿Nació en Bolivia?

No, mis padres me trajeron desde Canadá a mis 10 años.

¿Qué recuerda de su niñez y juventud en la colonia?

A los 14 ya trabajaba duro, como hombre, pero es la costumbre. En la colonia los jóvenes no tienen oportunidad de nada. No pueden cantar, ni escuchar música. No tienen una pelota, no pueden jugar ni hacer deporte; no hay cómo se pueda quemar energía. Entonces, cuando se le dice a un muchacho de 14 a 18 años que no se mueva, se moverá y buscará lo que no debe hacer. Por eso dentro la colonia hay mucho consumo de alcohol.

¿Cómo era su vida ?

Soy del lado de los rebeldes (sonrisa). Si alguien quiere forzarme a hacer algo que no puede explicar, no lo obedeceré. Y en la colonia no quería las prohibiciones, porque no me podían explicar a qué se debían. Sólo me decían que si no obedecía, habría la excomunicación, que es espiritual. Entonces yo les pregunta dónde decía eso en la Biblia. No me daban explicación. Yo sabía que eso no decía en la Biblia.

Pero me cansé, no por mí, sino porque me casé y tuve tres hijos.

En la escuela todo era reglas y cosas que les ponían en la cabeza a mis hijos. Les decían esto es pecado, aquello es pecado, cuando no era así. Pero los niños no tienen la experiencia para decir si es cierto o no.

Tengo un hijo y dos hijas. Las hijas, una que tenía nueve años y la otra ocho, regresaban a la casa con enseñanzas de que es pecado aquello, es pecado lo otro. Entonces yo le dije a mi esposa: Nosotros no podemos continuar aquí. Salimos en 1991. Entonces no había Villa Nueva ni Hacienda Verde, tuvimos que escapar a Canadá, donde habíamos nacido, fue fácil.

Volvimos 20 años después como misioneros. Estoy aquí hace 11 años, mi esposa falleció hace cinco. Es muy difícil continuar mi trabajo sin ella, pero voy a continuar.

¿Cómo se siente después de estos años?

Me siento muy bien porque mi trabajo tiene frutos. Lo único que no me hace sentir bien son las historias de tristeza que oigo cada día. Tengo 65 años y pienso que Dios tiene un plan para mí, no entiendo el plan, pero sé que es su llamado.

Fuente: paginasiete.bo