Las escuelas permanecen cerradas en Pekín el jueves, ya que se han endurecido las restricciones tras la festividad del Primero de Mayo. En los últimos días, la capital china sólo ha registrado unos 50 casos diarios, pero las autoridades siguen calificando la situación de la epidemia de «muy difícil».
Con nuestro corresponsal en Pekín, Stéphane Lagarde
El canto de los pájaros es más ruidoso que el de los coches, algo raro en la avenida del distrito de Chaoyang, con unos 3,5 millones de residentes y una de las zonas más afectadas por las medidas de «cero-covid» en Pekín. Desde el 22 de abril se han notificado un total de 500 nuevos casos en toda la ciudad.
Los días están ahora marcados por el paso a las tiendas de test PCR cerca de las residencias: «Tenemos que hacer una prueba cada día», dice este joven empleado de las torres de cristal del distrito comercial en camiseta y pantalón de chándal. «Y no importa a qué hora vengas, siempre hay gente en la cola», dice el joven, apurado por llegar a casa a pasos cortos, porque para él, como para la mayoría de los empleados del distrito, el teletrabajo está más que recomendado por las autoridades.
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Una capital en cámara lenta
Pekín no está totalmente dormida, pero se ha ralentizado considerablemente. Además de la tarjeta sanitaria, ahora hay que mostrar un test Covid negativo a la entrada de las tiendas, explica el vigilante de un minimercado.
Más de 60 estaciones de metro están cerradas, 158 líneas de autobús están suspendidas y la vuelta al colegio se ha pospuesto finalmente al 12 de mayo. Por último, para entrar en la capital, los viajeros tendrán que pasar diez días de aislamiento en un centro colectivo y siete días de cuarentena en casa.
El gigante asiático se ha visto sacudido en las últimas semanas por un fuerte brote de covid que ha tenido su epicentro en Shanghái, con más de 4.600 nuevas infecciones el jueves a pesar del largo confinamiento aplicado en la capital económica china.
Impacto económico
Decenas de ciudades en China están aplicando confinamientos totales o parciales o medidas restringiendo la movilidad. Además, urbes importantes como Hangzhou o Pekín han ordenado test masivos a su población.
Estos controles están repercutiendo en la economía. Los ingresos por el turismo interno durante los cinco días de fiesta por el Día de los Trabajadores cayeron en un 40% respecto al año anterior.
Un estudio de la Cámara de Comercio de la Unión Europea en China publicado este jueves aseguró que esta gestión de la pandemia ha hecho perder al gigante asiático «gran parte de su atractivo» para numerosas empresas europeas.
Y según datos independientes del grupo mediático Caixin, la actividad del sector servicios de China cayó en abril a su segundo peor nivel en el registro histórico.
Sin embargo, algunas medidas se están relajando. Las autoridades anunciaron el miércoles que reducían la cuarentena para pasajeros internacionales de 21 a 10 días en una instalación centralizada y siete días en casa.
El portavoz gubernamental Xu Hejian argumentó el cambio por las características de la variante ómicron, con un periodo de incubación más corto y unos síntomas menos severos.