Sodoma y Bolivia un solo corazón

 

¿Bolivia es la nueva y moderna Sodoma en el contexto internacional? En la Biblia se indica que Sodoma fue destruida junto a Gomorra, como una especie de «castigo divino» por la actitud libertina de sus habitantes. En estas ciudades todo era permitido, lo malo era venerado; la pedofilia era pan de todos los días ni que hablar de las relaciones homosexuales. La corrupción se campeaba y el libre albedrío era una práctica libre para sus habitantes. Sin justicia y sin normas que cumplir, su gente demostraba que estaban guiados por el demonio que llevó a DIOS a quemar y matar a todos sus habitantes.



Nuestro país geográficamente grande y muy pequeño demográficamente hablando, está atravesando su peor época en lo que significa una sociedad sin normas, sin justicia, sin principios ni valores. Nos jactamos, según el presidente, en reconocer que nuestro Estado es una isla protegida en relación a los problemas económicos y financieros que están atravesando países vecinos y otros más alejados. Y todo gracias a la influencia de la economía narcotizada que el gobierno viene protegiendo y que nos consolida como un narco estado.

Cuando leemos a diario noticias referidas a este tema de drogas, donde la justicia y el gobierno se vendan los ojos para no ver lo ilícito y lo ilegal, nos preguntamos: ¿Qué mierda está pasando con nuestra sociedad? Que lo único que hace es aceptar a través del silencio su anuencia a que lo malo siga su camino victorioso.

Ejemplos hay varios: “Miopía de la DGAC y el espacio aéreo vulnerable. la máxima autoridad ejecutiva de la DGAC dependiente del Ministerio de Obras Públicas, manifiesta que esa institución “no investiga ilícitos” refiriéndose obviamente, a los delitos cometidos en el ámbito de la aeronáutica civil, como uso de espacio aéreo, plataformas, aeropuertos, licencias, autorizaciones, matrículas y otros.

“Policías recibieron golpiza cuando intentaron detener a dos mujeres con 70 kilos de cocaína. El informe policial sobre el hecho de violencia ocurrido la noche del viernes en Shinahota (zona del trópico cochabambino), contra una patrulla de la Unidad Móvil de Patrullaje Rural (Umopar) que dejó cinco efectivos policiales heridos, señala que estos fueron golpeados por una turba después de que detuvieron a dos mujeres, las cuales llevaban escondidos 70 kilos de pasta base de cocaína.”

“Seis equipos bolivianos y cinco del exterior jugarán la Copa Evo 2022. La Copa Evo, torneo de fútbol en el que participarán equipos de la categoría sub-17, se disputará del 31 de julio al 7 de agosto en el trópico cochabambino (Villa Tunari)”. Descaradamente un homenaje al jefe del cartel del Chapare, expresidente de Bolivia, corrupto conocido, y demás adjetivos que muestran lo podrido que estamos como bolivianos.

Socialistas disfrazados que esconden como el narcotráfico es la manifestación ilimitada de un capitalismo agresivo. La fuerza de trabajo que compone toda la cadena de producción y exportación de drogas, es una relación donde el campesino que cultiva la hoja de la coca, vende su fuerza de trabajo al señor capitalista (gran capo, llamados así en el Chapare) porque no cuenta con los medios de producción para instalar su propio laboratorio, ni con las oportunidades sociales suficientes para dedicarse a tareas menos peligrosas o contar con el padrinazgo de algún cartel extranjero.

Las seis federaciones de productores de coca, es la corporación empresarial del mal,más grande que existe en este NARCO ESTADO, tienen la habilidad de comprar la fuerza de trabajo. A partir de ahí, estos capos, controlan el capital variable (costo de producción por kilo, sobornos en los países vecinos, protección de la policía y del gobierno, transportación, etc.,) y cómo se dirige la fuerza de trabajo en la medida que el agricultor campesino e intercultural en mucho de los casos, no diferencia lo lícito de lo ilegal en su jornada diaria. El capitalismo como sistema económico prescribe que el único propósito de la fuerza de trabajo es generar ganancias para los dueños de las líneas de comercialización de la droga producida, de los dueños del acopio de mercadería, y que el valor generado por el obrero o sea el pisa coca, el sembrador de la coca, el cosechador, no se vea reflejado ni en su salario, ni en su próximo nivel de vida.  En el narcotráfico la relación trabajador-patrono es exactamente igual.

Las condiciones insalubres en los plantíos de coca como en los laboratorios descubiertos, más el riesgo permanente de ataques por parte de la fuerza pública, no compensa en absoluto las irrisorias cantidades que cobran los jornaleros por cada kilo de alcaloide producido. Aunque el campesino acepta forzosamente las condiciones de trabajo impuestas por el poder local. Prefiere estar esclavizado y arraigado en familia antes que perecer por la falta de alimentos. De hecho, el narcotráfico se vuelve para él una evasión a la miseria extrema y le otorga un utópico sentido de autonomía, porque al menos conoce la utilidad que tiene su fuerza de trabajo para los barones de la droga. Incluso, apegándonos a paradigmas románticos sobre la cuestionada nobleza de ciertos narcotraficantes, la lealtad (que se vuelve un agregado a su fuerza de trabajo) podría permitirle convivir en un aparente estado de bienestar, pues personajes como EVO, no solo compran la fuerza de trabajo, sino la simpatía de los más desprotegidos, dotándolos de escuelas rurales medicinas, servicios básicos, campos deportivos y hasta campeonatos internacionales de fútbol.

Para el campesino que trabaja en los cultivos de la gran corporación coca-cocaína llamadas “6 federaciones”, la incapacidad de verse a sí mismo como dueño de objetivos y metas en su vida, otorga diferentes perspectivas de acuerdo a las dinámicas socioeconómicas y laborales que hallan justificación en la respuesta social. La condición enajenada del capitalismo referente al tráfico de drogas, determina que el campesino encuentra una identidad incompleta, o peor aún, abandona la suya para adquirir una identidad superflua; deja de verse como un agricultor para identificarse como trabajador de un cártel de drogas, aunque realmente no lo sea.

Poco después, no es de extrañarse que permanezcan atrapados en toda la cadena producción y el tráfico de drogas, ejecutado por las mafias nacionales e internacionales con la complicidad del estado. El dinero, el poder y la violencia han permitido a estas organizaciones convertirse en poderosos actores sociales y políticos, y tomar el control total de vida de los individuos afectados por este fenómeno, pues, la capacidad de ejercer el poder social, económico y coercitivo con impunidad es inexplicable, a no ser que se acepte la complicidad directa o indirecta del alto gobierno, tanto a nivel nacional, regional y local.

Las conexiones temáticas entre la delincuencia, la violencia y la gobernabilidad tratan de contextualizar un enfoque histórico que se refiere a la simultaneidad de un estado fallido y un narco estado. Las drogas ilícitas y las actividades delictivas parecen profundamente arraigadas en la sociedad actual de nuestro país. Las relaciones sociales y las economías locales y regionales, juegan un papel fundamental en las decisiones de gobierno, dado que el nexo del narco-gobierno se convierte en un orden formal respaldado por la norma.  Esto permite el avance de las actividades criminales dentro de las jerarquías políticas, las relaciones de poder generadas por el narcotráfico se vuelven cada vez más amplias.  Los ejemplos últimos de Nallar y de José Dorado, jóvenes ambos que la codicia narco a uno lo convirtió en asesino y al segundo lastimosamente en el asesinado.

Durante décadas los acuerdos entre el tráfico de drogas y los agentes estatales fueron incorporados en las redes familiares y en los propios sistemas de gobierno. Sin embargo, la reproducción de estos acuerdos fue condicionado por fuerzas fuera de su alcance. La represión de las organizaciones de la droga y su eventual fragmentación abren oportunidades para los nuevos cárteles de droga que buscan penetrar poco a poco en el negocio y tomar el control del tráfico de drogas procesadas y sintéticas. La cocaína eleva masivamente los intereses económicos de los estados exportadores, ya que vierte incontables cantidades de dinero en el sector bancario. Pero el comercio de la cocaína también abastece la industria del medicamento, la cosecha de otros productos (que requieren organización diferente) y, por consiguiente, la adquisición de tierras y nuevas maquinarias, también mueven la economía local. En otras palabras, el tráfico de drogas colabora en el crecimiento de la renta nacional como si fuera cualquier mercancía legalizada.

La relación poder-saber dentro del narcotráfico no debe ser vista como entidades autónomas, sino como un sistema que funciona paralelamente con la violencia. El conocimiento representa un ejercicio de poder, éste siempre será reconocido como una categoría indispensable del conocimiento.

A través del narcotráfico, surgió la idea de que la corrupción se convierte en el núcleo de todo sistema político, teniendo al tráfico de drogas como su principal manifestación para consolidar el poder policial, dado que el poder/conocimiento dentro de los llamados «NARCO ESTADO» se constituye como un fenómeno productivo y limitante; es decir, por un lado, genera la dependencia ciudadana por el control policial, y, por otro lado, sustituye la seguridad por un entorno de vigilancia permanente.

La narco-cultura la cual nos fueron imponiendo desde hace cuatro décadas, no es más que un paradigma propio de nuestra pobreza cultural boliviana, es un negocio que se beneficia del sufrimiento de alguno y de la ignorante fe de muchos otros. La marcha de la sociedad y de los seres humanos sometidos ante el poder del narco/gobierno se convierte en un juego colectivo de meras imágenes, porque el mundo real es usurpado por un pseudo-mundo creado por grupos de poder, llamado hoy en día “NUEVO ORDEN MUNDIAL”

En resumen, la nueva Sodoma, o sea nuestro país, no será destruida por la lluvia de azufre y del fuego que DIOS hizo caer sobre las ciudades bíblicas. En nuestro caso, comenzarán a caer toneladas de cocaína desde el cielo, que destruirán de a poco a la juventud de una sociedad corrompida y devaluada por la ausencia total de principios y valores.

Alberto De Oliva Maya