El Censo, una «política de Estado» manejada por una mediocre «izquierda»


 

 

El censo, las traiciones, el interés del gobierno de ganar tiempo para limpiar la suciedad de los datos falsos que se manejaron los últimos 10 años, el intentar generar mayor población en aquellos lugares donde el padrón electoral creció de una manera dudosa, el intentar esconder el trabajo ineficiente del INE, la compra de aliados esporádicos, un alcalde que vende su dignidad y se tira en contra a todo un pueblo, autoatentados, ministros pandilleros, presidente calzonudo y vicepresidente que no quiere que los jóvenes estudien y que se queden de ignorantes… Así podíamos seguir ampliando y detallando hechos folclóricos que nos está llevando un gobierno llamado de izquierda, a un estado fallido, que no es más que el antifaz para esconder un narco estado.



La “izquierda” que mencionan tanto los funcionales ocasionales del gobierno masista como los mandatarios del Estado boliviano, ya no es aquella izquierda de firmes convicciones con la ideología que pregonaban los grandes estatistas y pensadores del socialismo en general.

Pero, ¿en qué se convirtieron? Si vemos que abandonaron el discurso de la lucha de clases y se aferran a programas, casi siempre vagos, de defensa de las políticas de género, de lucha contra el racismo, de protección de los indígenas, de promoción de las minorías LGBT+, de una lucha contra los principios y valores, de intentar destruir a las familias, de terminar con las religiones, en síntesis, con un horizonte limitado. A la pregunta, la respuesta, se convirtieron en simples y perversos demagogos.

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Cada vez más, se adhieren a propuestas de protección socio ambiental, algo con lo que cualquier banquero de hoy puede identificarse, dados los altos riesgos crediticios para personas y empresas que irrespetan el equilibrio de la naturaleza.

Pero eso sí, gracias al éxito de la agroindustria y un modelo económico productivo empresarial del departamento de Santa Cruz, todos, pero todos, los que se han visto empobrecidos con el Modelo Económico, Social, Comunitario y Productivo en el occidente del país, ahora quieren ser parte del crecimiento económico cruceño, a través del avasallamiento de tierras amparada en la justicia dirigida desde el poder presidencial, pero que tiene dos direcciones diferentes. Mientras los interculturales, campesinos y mal vivientes traídos por el gobierno del MAS para colonizar este departamento buscan mejores días y un futuro prometedor para sus familias, el gobierno intenta boicotear este desarrollo para que la pobreza se convierta en un referente bolivariano, tal como ocurre en Venezuela, Cuba, Argentina, Nicaragua y de esa manera doblegar a los pensantes y perpetuarse en el poder.

El fracaso de la mal llamada izquierda, actualmente, enfrenta la noción de intereses proletarios contra el impacto de la revolución del mercado laboral. La gran difusión de las tecnologías de la información y las aplicaciones digitales, acompañada de la fuerte expansión del sector servicios, amplió los horizontes de las ocupaciones autónomas.

El objetivo del trabajador parece cada vez menos conseguir un trabajo formal, si no vivir solo, sin patrón, con horarios flexibles y más tiempo para el ocio. Esta transformación requiere una revisión de las bases ideológicas que guiaron los programas de izquierda. Mientras tanto, la economía informal es la que viene triunfando en ciudades pobladas como El Alto y Cochabamba.

Incluso los movimientos sindicales están cada vez más sujetos a recibir los golpes tecnológicos. En Brasil, por ejemplo, las dos categorías sindicales más importantes eran los empleados bancarios y los trabajadores del comercio. Gran parte de las operaciones bancarias pasaron a hacerse por celular y despidieron sucursales bancarias y empleados del sector. El comercio electrónico está reduciendo la necesidad de vendedores minoristas y cajeros. Detrás están estas transformaciones, más las que están por venir, que exigen nuevos estatutos de protección al trabajador y países como este ya se dieron cuenta, que los sindicatos, el manejo de las masas trabajadoras se está perdiendo. Y acá en Bolivia, en un país demográficamente pequeño, no se están dando cuenta de este pequeño gran detalle.

Tan obsoleta esta la izquierda, que los gobiernos, con este tinte podrido, se aferra únicamente a programas para reducir la desigualdad, más basados ​​en la tributación de los más ricos que en la transformación de la sociedad y la creación de bonos con una vida corta, ya que dependen de los diezmados recursos públicos. Pusieron la lucha contra la pobreza en un segundo plano. De manera sarcástica, creemos que en poco tiempo más el vicepresidente, lanzara un programa de lucha contra la pobreza que diga: “cómase un pobre”

Los sucesivos gobiernos de izquierda en América Latina no han logrado promover el desarrollo. En política económica, la izquierda en el poder oscila entre adoptar programas nacionalistas cargados de populismo, herejía y más fuerza en el sector estatal y cierta atracción a inversiones del sector privado, siempre y cuando este inmerso uno de sus partidarios que pueda lavar dinero de la corrupción y del narcotráfico.

Esta introducción es la que nos abre el panorama del porqué el gobierno no quiere realizar el Censo que tenía que haber sido llevado este año y lo quieren postergar para el año 2024, con la intencionalidad de utilizar esta Política de Estado en beneficio propio y con un alto interés de mantener el poder de una manera permanente de parte del MAS.

Con el Censo que se tiene que realizar pronto, vamos a descubrir una nueva Bolivia, aunque nadie lo crea. ¿Cuántos somos y quiénes somos? La tradicional encuesta de población boliviana proporcionará las respuestas que son esenciales para orientar los recursos y construir políticas públicas más eficientes en todo el país.

El Censo es el levantamiento más relevante que un país pueda tener, sirve de base para otros estudios que se puedan realizar en el futuro y tener índices actualizados que le servirán al INE para contar con cálculos más precisos.

¿Cuántos somos y quiénes somos? Es la base fundamental de este levantamiento censal, un trabajo puerta a puerta, a nivel nacional, con el objetivo de llegar a todos los hogares bolivianos, tiene que ser el propósito principal. Este trabajo tiene que arrojar resultados que puedan responder imprescindiblemente a la distribución de los recursos y a la elaboración de políticas públicas mucho más eficientes en todo el país, como también la nueva distribución de representación política en la Asamblea Legislativa.

Estos datos van a ayudar a enfrentar la crisis sanitaria a causa de la pandemia que nuestro país viene atravesando. Se podrá planificar una reacción más organizada a los impactos de la pandemia en la educación, por ejemplo, más allá de conocer los datos reales del analfabetismo existente y de la evasión escolar actual. En lo que concierne a la salud pública, la actualización de la información irá a permitir una distribución adecuada de recursos a la realidad de cada uno de los departamentos o de los distintos municipios.

El Censo es una generación de información real, que tiene un impacto directo en la vida de cada uno de los ciudadanos bolivianos, informaciones que no pueden quedar desfasadas. Como podemos observar, este acto tan importante, promueve un redescubrimiento de BOLIVIA cada 10 años, registrando los cambios demográficos y socioeconómicos en una década. Se tiene que convertir en una fotografía bien nítida de nuestra realidad boliviana, le guste o no, a quien sea.

El Censo tiene que ser una POLÍTICA DE ESTADO exitosa, tiene que tener el compromiso de cada uno de los bolivianos, no se puede permitir que sea utilizado como una herramienta política del gobierno, ni permitir que los datos sean alterados intentando esconder oscuras manipulaciones al interior del INE.

Entiéndase bien de una vez por todas, el Censo es una política de Estado, y este denominativo convierte esta investigación, en un interés político de las regiones, de los municipios, de las provincias, de los cantones, de los partidos políticos, de la representación política nacional. Muchos masistas y casi masistas como el alcalde de Santa Cruz, mantienen el discurso de que el Censo se está politizando, pecando de ignorancia o queriendo convencer a la población de que el Censo es meramente técnico, lo cual no es verdad.

Un Censo donde se conocerá la realidad nacional, tiene que tener la participación de quienes fueron elegidos representantes democráticos de las regiones, ellos tienen que defender los intereses estratégicos de sus mandantes y una vez que se termine de analizar lo político de esta Política de Estado, recién tendrían que actuar los técnicos para llevar adelante un trabajo eficiente.

Dejemos de actuar todos los bolivianos como izquierdistas mediocres, hagamos que surja una pandemia de sentido común: algo así como salud contagiosa…

Alberto De Oliva Maya