Los peligros de la mentira deliberada

Los pensadores han sido perseguidos desde la antigüedad. La valorización de la verdad, el saber, la argumentación, el análisis, el cuidado, el testimonio y la memoria va en contra de los intereses de quienes se ocupan de la producción de mentiras deliberadas y de intentos de forjar escenarios invertidos en la difusión de desinformación, con el fin de controlar conductas. El claro ejemplo es el actual gobierno y de su vocero Richter.

La mentira deliberada pretende cambiar lo que se sabe de la realidad del INE. Una institución que los últimos 10 años se vino manejando con datos falsos, con un trabajo ineficiente y con la prioridad de generar datos que contrasten con la gran mentira del padrón electoral, que hizo, que el MAS gane casi todas las elecciones que se hicieron en nuestro país de manera fraudulenta. En consecuencia, lo que se recordará sobre este periodo del INE, es que ampliaron el alcance de las mentiras deliberadas, respecto a estadísticas elementales e informaciones estratégicas de desarrollo, pero también, por tanto, el alcance de lo que pudo cambiar el destino de nuestro país, mediante campañas de desinformación, como también, queriéndonos amplificar su efectividad sobre resultados futuros. Por lo tanto, es necesario hablar de irregularidad de información y refuerzo de falsas creencias.



El fenómeno de la irregularidad de la información en las entidades estatales actualmente, es fácil de entender por su poca credibilidad y sus continuos fracasos en: el manejo, la visión, la escasa capacidad profesional de sus autoridades y funcionarios. Sin embargo, depende de un aparato robusto para ser demandado, y este es, el servilismo del poder judicial a favor del poder ejecutivo.

En los gobiernos populistas, la mentira socava la verdad como norma social. Esta es la forma más nefasta de campañas de desinformación, en las que la salud ya no importa, peor la educación. Los datos estadísticos reales que se pudieran generar, se convierten en su peor enemigo, y el controlar las instituciones encargadas de investigación y procesamiento de datos para el Estado de una manera sesgada, es el único objetivo como estrategia de control del poder.  

Las autoridades de estos regímenes autoritarios, tienden a buscar y procesar información de manera torcida que se ajuste a sus declaraciones previas, tal como lo hace el vocero presidencial. Siempre aprovechándose, del conformismo ciudadano y de autoridades regionales o locales, que se dejan convencer con la prebenda política o de recursos financieros para mejorar una gestión de gobierno.

Las emociones triunfan sobre la evidencia y el desacuerdo resultante impide la acción en temas sociales serios y de proyecciones importantes para un país como el nuestro que requiere de grandes transformaciones y adecuaciones que demanda la cuarta revolución industrial que el mundo requiere, que mezcla vanguardistas técnicas de producción con sistemas inteligentes que se integran con las organizaciones y las personas.

Es importante señalar que, la pérdida de perspectiva del mentiroso político, en este caso el presidente a través del vocero presidencial, es la más dañina para la vida pública, para las posibilidades humanas y la salud del colectivo ciudadano, donde complejas fuerzas sociales, culturales, económicas y psicológicas se vienen estructurando, para conspirar y para atacar la realidad socio económica de nuestro país a gran escala.

La mayoría de los bolivianos ante la pregunta de si ¿mienten los políticos? Esto muestra la desafección hacia la clase política nacional. Se ha forjado en parte, la creencia de que todos ellos mienten y además con impunidad. Los sondeos recogen desde hace años un nivel alto de desconfianza hacia la política en Bolivia que apunta en ese sentido.

Pero hay políticos sinceros y farsantes en un porcentaje similar al resto de los ciudadanos, aunque las consecuencias de sus mentiras son mucho mayores. También sus recursos para mentir o, como en los buenos trucos de magia, presentar la realidad de forma distinta a como es. ¿Es eso una mentira? En todo caso, no siempre es voluntaria. La distracción, la estrategia más usada por el MAS, es también una técnica de los políticos para que el ciudadano desvíe la atención de lo importante y se fije en un punto de interés alternativo que no compromete el truco. Si sale bien, los suyos le aplauden.

No mienten todos los políticos, podríamos decir. Los hay aquellos que mienten algo y a veces, y otros intentan mucho no mentir. Los que más mienten son los corruptos como Evo Morales y todos aquellos que fueron parte cercana a la cúpula de poder durante 14 años, entre ellos el actual presidente, simplemente para intentar tapar sus actos, es evidente y explica un determinado tipo de mentira. Pero, en términos generales, los políticos bolivianos se distinguen más por el intento de excluir a otros actores de la esfera de la legitimidad y de la legalidad, únicamente por mentir.

Debemos como ciudadanos de bien (los malos y corruptos que se excluyan) ser muy críticos con la particular relación de Arce Catacora con la verdad, se constata que “es una presidencia que miente de forma clara y reiterada” y es lamentable que una pequeña parte de los bolivianos lo acepte, aunque muchos piensen que el nivel de exigencia del alto cargo es alto.

En Bolivia, también coexistimos con las mentiras obvias. Mucha gente piensa que el Gobierno actual accedió al poder gracias a los votos del TSE, o sea, de un manejo mal intencionado del padrón electoral viciado y fraudulento que actualmente subsiste ante la negativa del gobierno de realizar una auditoria abierta y franca del padrón. La oposición ha intentado convencer de ello a la opinión pública, pero los intereses de poder que se gestaron en la presidencia de Añez en escasos 11 meses de una gestión presidencial corrupta, imposibilitaron el veto y la anulación de la personería jurídica de quien fue el mayor personaje de la mentira, corrupción y abuso de poder, nos referimos al MAS.

Los efectos de la mentira en política suelen tener consecuencias en la vida de los ciudadanos y es un factor que influye en el rechazo hacia ese comportamiento, que tiene una dimensión pública. Pero no está claro que a los políticos se les censure por mentir en la misma medida que se hace en el ámbito privado.

No hay diferencias entre la mentira social y la política. La mentira siempre persigue encubrir algo que está mal o hacer ver que has hecho algo mejor de lo que es. La diferencia entre una y otra es a cuánta gente mientes. Y también, lo increíble es que se considere, que en política la mentira es indispensable. Lo vemos en las encuestas, la gente cree que los políticos mienten y en eso tienen ellos una ventaja, y es que la ciudadanía acepta a mentirosos para que los representen.

Los políticos mienten para eludir responsabilidades o para apuntarse algún tanto que no les corresponde. También para facilitar negociaciones y para conseguir apoyo social. En la política nacional existe una constante, que es la de ganar el poder y mantenerlo el tiempo que la mentira y el autoritarismo lo permita. Así funciona. El problema con la mentira de los políticos es que en el fondo nos molesta que nos tomen por tontos. Y últimamente se lo toleramos menos.

Antes el político era una persona respetada, ahora a las autoridades en general se les reconoce menos una conducta moral. Respecto al castigo social que los bolivianos le dan a la mentira política, es sencillamente respecto al tiempo y circunstancias: Se tolera la mentira cuando las cosas van bien, en ese momento la mayoría ciudadana es más tolerante, cuando van mal, tal cual viene sucediendo en el país, se tiene menos paciencia.

Algunos dirigentes se aprovechan de la ignorancia política de una parte de la población para disfrazar sus opiniones y proyectos sobre determinados temas sensibles. Hay formas de hablar que acaban ajustando o manipulando tanto la verdad (tal como lo hace el famoso vocero presidencial, dicho sea de paso, un reconocimiento a su perspicaz verborragia y oratoria) Y el efecto puede ser parecido a la mentira, aunque el político no sea consciente, pero hace una selección de los elementos de la verdad de forma tan interesada que el impacto es parecido a la mentira. A veces mienten con desfachatez, se da entre políticos y entre personas.

Es aquí que deberían entrar en juego los mecanismos de control de que se dispone en la esfera pública. Entre ellos, la prensa, un instrumento básico de la democracia para que los ciudadanos puedan acceder a la información y no depender solo de lo que les cuentan los políticos. Tiene que haber diferentes fuentes para que la gente pueda contrastar. La principal es la prensa, pero también los comentarios públicos de otros actores de la esfera pública, y las redes de contacto entre personas, como conversaciones privadas, las organizaciones cívicas o las redes sociales. Por otra parte, nos quejamos más de las mentiras de los políticos que de las que se producen en el ámbito privado, pero no quiere decir que en su magnitud o su ética sean peores unas que otras.

La gran diferencia está en el altavoz de las mentiras políticas y en su potencial creador destructivo. El criterio de lo que es verdad o mentira ha cambiado, la frontera es difusa. La polarización de la política se traslada a la población, y se atribuye la verdad en función de la ideología. En las redes sociales, la opinión se expresa muchas veces sin matices y se difunde con una falta de sentido crítico que en cambio sí se da en las relaciones personales.

La pérdida del objetivo importante para los intereses del Estado, como es el CENSO, es un drama de la sociedad actual. Y los intereses políticos del masismo, nos conlleva a notar, que el gobierno actual, está a veces detrás de algunas ideas manifiestamente falsas que se acaban instalando en la opinión pública.

El debate público, que debería existir, para zanjar el dilema del año de su realización, debería basarse en el respeto, escuchar al otro y aceptar su legitimidad, para que los ciudadanos puedan decidir a partir de diferencias verdaderas entre unos y otros y no inventadas o manipuladas

 

Alberto De Oliva Maya