La importancia de los pactos

En política puede haber pactos de toda naturaleza. Lo importante es que los pactos sean útiles al Estado y que se respete la palabra empeñada. La insidia masista de maldecir la “democracia pactada”, que fue aceptada bobaliconamente por la mayoría de los bolivianos, solo obedecía al interés de Evo Morales. En todas partes del mundo la democracia funciona en base a pactos, a compartir el poder muchas veces, salvo en las democracias autoritarias actuales, como Rusia y China, por ejemplo. O cuando se imponen los partidos únicos, suprimiendo a la oposición, como fue con Hitler, Stalin o Mussolini, en el siglo pasado.

El caso de un ex dictador como Hugo Banzer debe haber sido el ejemplo más claro de cómo se debe hacer política para no perder el apoyo del pueblo y allanar el camino a la democracia. Tres acuerdos que tuvieron importantes consecuencias en Bolivia, promovió el general Banzer durante su vida política: el Pacto por la Democracia (1985), el Acuerdo Patriótico (1989) y la llamada “Megacoalición” (1997). Además, para derrocar a la dictadura de Torres, Banzer alentó y participó, en 1971, con enemigos tradicionalmente irreconciliables como eran Mario Gutiérrez, jefe de FSB, y Víctor Paz, jefe del MNR, en la conformación del Frente Popular Nacionalista, algo que parecía a todas luces imposible.



Sin el Pacto por la Democracia, seguramente que el destino del gobierno de Paz Estenssoro habría sido el mismo que el de su antecesor Siles Suazo, es decir, la renuncia antes del final de su administración. Banzer había ganado en las elecciones de 1985, pero debió ceder democráticamente la presidencia de la nación, debido a que el Dr. Paz, segundo en los comicios, obtuvo la mayoría necesaria en el Congreso con el apoyo del MIR y sectores de izquierda. Sin embargo, para arrancar de la crisis en que la UDP había sumido al país, se necesitaban medidas económicas radicales, de “shock”, lo que era imposible sin contar con los dos tercios en el Parlamento, que solo podía dar ADN, el partido de Banzer. Él y Paz firmaron el Pacto por la Democracia y recién fue posible que se aplicara la Nueva Política Económica, mediante el decreto 2160, que detuvo el desbarajuste económico. Sin embargo, ADN no participó en el Poder Ejecutivo, aunque sí asumió algunos cargos en la administración. Banzer mantuvo su apoyo a Paz hasta el final y la aproximación ADN-MNR se acabó porque Sánchez de Lozada (GSL) se interpuso en la candidatura presidencial de Banzer el 1989, violando el acuerdo.

Ese año de 1989, se dio vuelta la tortilla en el Congreso, y GSL, que había ganado las elecciones, necesitaba los votos de quien salió segundo: Banzer. Pero tampoco la política es cosa de angelitos. El general Banzer optó por la decisión más insólita e imprevista que pudo suceder en Bolivia y que pudo creer el ganador de las elecciones: pactó con Paz Zamora que había resultado tercero en las urnas. Banzer hubiera podido recibir el respaldo del MIR en el Congreso, es decir que el segundo asumiera el mando con el apoyo del tercero como fue con el Dr. Paz. El problema estaba en que muchos de los parlamentarios del MIR podían defeccionar con su voto a Banzer, recordando los años de la dictadura. Paz Zamora, en todo caso, no le garantizaba los apoyos necesarios de su bancada. ¿Una hábil jugada política de él?  Pudo ser. El tiempo corría, mientras los movimientistas le ofrecían al general desde dinero humillante hasta un ridículo “mariscalato”, si apoyaba a GSL. “¿Qué batalla he ganado yo para ser mariscal?”, dijo, riendo, el propio general. Pero Banzer ya se había decidido por Paz Zamora. Ni sus propios partidarios lo sabían, mucho menos los emenerristas.

GSL casi llegó al colapso cuando Banzer y Paz Zamora anunciaron su alianza. Peor cuando la presidencia iba a manos del líder mirista, tercero en las elecciones. Eso parecía algo estrafalario. Los que aún soñaban con el ELN y la guerrilla, hablaron de los puentes de calaveras sobre los ríos de sangre. Pamplinas. Más bien se borraron odios y rencores. Sin firmas de ninguna naturaleza, confiando en la palabra empeñada de cada jefe, se constituyó el Acuerdo Patriótico, con Paz Zamora como presidente de la república y Banzer como jefe del instrumento político creado. Se acordó un gobierno conjunto, es decir que cada partido tendría similares responsabilidades.

Dentro de la pobreza en que vivía Bolivia, sin gas, sin buenos precios en los minerales, con una incipiente producción agropecuaria todavía, se realizó un esfuerzo supremo, donde la presencia internacional de Bolivia fue importante, respetada, y se logró obtener un acceso, desaprovechado después, por el mar peruano en Ilo. Pero, además, cuando se descubrieron los yacimientos gasíferos más importantes en Tarija y Chuquisaca, que más tarde serían ampliados por los siguientes gobiernos, y que abrieron las puertas a las masivas exportaciones de gas a Brasil y Argentina. Los pozos empezaron a producir riqueza para la nación muchos años después, pasados los gobiernos de GSL y de Banzer, y sirvieron para el derroche faraónico de Evo Morales, que, para hacerse dueño de ese gran esfuerzo ajeno, lanzó un miserable decreto de nacionalización que no nacionaliza nada.

La llamada “Megacoalición” fue la gran alianza que hizo Banzer luego de haber ganado las elecciones generales de 1997, con el MIR, NFR, PDC, UCS, CONDEPA y el FRI. Se trató de una prolongada labor de concertación, porque si algunos de los partidos ya eran afines con ADN, otros no lo eran tanto. El general Banzer fue sumando aliados y llegó, en el momento de su victoria electoral a tener alrededor del 70% del apoyo parlamentario o más. Obviamente que hubo que realizar un gobierno de concertación, donde cada partido tenía la participación que le correspondía. Dentro de la miseria de entonces, Banzer resistió las tremendas arremetidas del MAS y de otros grupos aleccionados por el ya intruso Hugo Chávez. La “guerra del agua” fue un indicio de lo que vendría y que Banzer tuvo que soportar con sus aliados.

Cuando ya nos aproximamos a los 40 años de la restauración democrática la próxima semana, nos encontramos, desde hace más de tres lustros con un gobierno soberbio como el del MAS, que solo promueve pactos con gran aspaviento entre sus propios partidarios, pero sin acordar nada serio con la oposición. Evo Morales estuvo matoneando con su mayoría parlamentaria durante 14 años, hasta que un bloqueo de 21 días, iniciado en Santa Cruz, lo hizo huir del país abandonándolo todo y para que lloriquee diciendo que la derecha lo golpeó.

Ahora, su sucesor, está en la misma línea de arrogancia ignorando los pedidos para que el Censo de Población y Vivienda se lleve a cabo el próximo año, dándole largas al asunto. En vez de llegar a un acuerdo serio con la oposición, provoca malestar general y para colmo se mofa del multitudinario cabildo cruceño y afirma, con inusitada simpleza, que se trata de unos cuantos golpistas y desestabilizadores contra su gestión. Mal camino el que ha elegido el señor Arce Catacora, porque más le vale escuchar y pactar, como hacen los políticos inteligentes.

Manfredo Kempff Suárez