Al final, pareciera que todo es con pelotas

 

Este fin de semana comienza uno de los eventos deportivos de mayor audiencia planetaria, la Copa Mundial de Fútbol Catar 2022. Escribo estas líneas en el vigésimo sexto día de paro indefinido en Santa Cruz. Si uno analiza e interpreta los jocosos mensajes que circulan en redes sociales, habría más de un millón de supuestos “croatas” que deberían estar haciendo maletas para abandonar Bolivia, antes de que se cumplan las 72 horas de plazo otorgadas por el despistado dirigente de la maltratada Central Obrera Boliviana. Son tan irracionales y absurdas estas declaraciones, que ya nadie las toma en serio. Uno más de los tantos dislates en este país surrealista.



A finales de octubre de 2019, el presidente Morales pidió que se suspendan los paros y movilizaciones para reanudar el campeonato de fútbol nacional, cuando ya había dos muertos en Montero por enfrentamientos y la OEA efectuaba una auditoría electoral. Morales, indolente frente a los acontecimientos, dijo textual: “…he recibido algunas llamadas y quejas públicas de los equipos de fútbol, dos semanas sin partidos de fútbol. Somos futboleros, entiendan, y todos debemos entender que hay sobra de razones para dar cuarto intermedio”.

Hace algunas horas, y con parecidos argumentos, el diputado del MAS, Rolando Cuéllar, pidió al presidente del Comité Cívico pro Santa Cruz, levantar el paro indefinido para que los cruceños puedan “disfrutar del Mundial de Fútbol a partir del domingo”. Cuéllar, en conferencia de prensa en la Asamblea Plurinacional, señaló: “Señor Calvo, levante inmediatamente el paro indefinido. Estamos a un mes de la Navidad, necesita Santa Cruz trabajar, hay niños que tienen que hacer tratamientos de cáncer y el pueblo cruceño quiere mirar el Mundial el día domingo. Así que señor Rómulo Calvo, tampoco afecte el Mundial a los cruceños. Ya afectó la economía, ahora no afecte el Mundial”.

Como ya se conoce por la historia reciente, Morales terminó viendo fútbol, primero “pichangueadas” en México; y luego, algo de buen fútbol en Argentina. No creo que sea el futuro de Cuéllar, pero la desubicación, insensibilidad e indolencia es muy parecida.

Antes que la pelota futbolera ruede sobre las canchas cataríes, el gobierno —a través de su bancada parlamentaria, mayoritaria—, debería promulgar una ley que garantice que los resultados finales del Censo se entreguen en 2024 para la redistribución de recursos económicos y la reasignación de escaños parlamentarios en las elecciones del 2025. Esto que pareciera un simple trámite burocrático legislativo, encubre toda una trama de intereses político-partidarios; desequilibrios de representación territorial; develado de realidades demográficas, a contramano con las actuales inversiones públicas; y una revelación (no vinculante) de la verdadera cantidad de electores que debería tener el tan sospechoso padrón electoral.

El fútbol, nuestra “pasión inútil”, nos distraerá en los próximos días. Y esa magia que nos deslumbra y nos hace volver a la niñez, impedirá también que pensemos que detrás de la sede de la copa mundial hay muchas cosas que se encubren: se eligió un país multimillonario, con poca afición al fútbol y con graves sospechas de haber incurrido en sobornos para lograr este cometido; debido a su ubicación y caluroso clima, no se jugará en el verano boreal —el invierno austral— como todos los mundiales anteriores; se ha cuestionado las condiciones laborales de quienes emigraron para construir los estadios y toda la infraestructura necesaria para recibir a miles de hinchas de todo el planeta; y la comunidad LGBTIQ+ y los colectivos femeninos han cuestionado la sede del torneo por la discriminación e intolerancia imperante. Sin embargo, como es previsible, el fútbol lo eclipsará todo.

 

Alfonso Cortez es Comunicador Social