El derecho a la diferencia

 

“En Bolivia, las regiones están compartimentadas dentro de un espacio geográfico de diferencias contundentes. El Estado centralista se erige como una superestructura vertical. Como los lazos de la unidad nacional son débiles, en la personalidad de las regiones se destaca nítidamente el sentido de ‘regionalismo’ matizado de impulsos de autonomía. La ‘región’ no es sólo la expresión histórico-cultural de los agregados sociales, sino el espacio social donde los lazos de la producción y del modo de producir han forjado un sentimiento local de solidaridad económica.” Ramiro Velasco Moreno. El poder de las regiones.1985



Más allá del voto manipulado como método electorero para llegar al poder, ¿sabrán algo de democracia el régimen de Luis Arce Catacora, su séquito de burócratas y milicos parlanchines? Si el conocimiento que tienen se remite a Cuba, como Arce desea que llegue a ser Bolivia, no tienen la menor idea. Ignoran que una de las mayores conquistas de la democracia, en su largo camino empedrado de obstáculos, es la convivencia entre diferentes, a partir de que la realidad es síntesis de múltiples determinaciones.

Si lo supiesen y desechan ese conocimiento, es porque son pobres de espíritu en sentido laico. Es decir, obnubilados y perturbados por la ambición monopólica del ejercicio del poder con pensamiento único y sin alternancia política.

Las diferentes realidades regionales, como apuntaba Ramiro Velasco, casi 40 años atrás, han forjado las determinaciones sociales, económicas, políticas, culturales y étnicas que hoy conocemos. Nada ha cambiado, ni con autonomías inscritas en la Constitución Política del Estado (CPE) pero amputadas, porque esa Constitución es de naturaleza centralista, concentradora, impostora ‘originaria, indígena, campesina’, opresora de identidades regionales, étnicas, de clase y de género. Fue aprobada, tres muertos mediante, en 2009, siendo Morales presidente, hoy enfrentado a Arce en grosera gresca interna por la reproducción de su propio poder, ambos subsidiarios del Socialismo del Siglo 21 y sus raíces cercanas o lejanas en tiempo y espacio:  Cuba, la ex URSS, la Rusia expansionista de Putin y otros afines.

En medio de esas realidades, la historia de Santa Cruz aporta una constante: el libre albedrío de sus líderes cívicos que hoy suman el liderazgo universitario, tras 36 días de paro, exigiendo un censo oportuno y transparente. Vía el poder judicial servil y corrupto, el régimen los va a enjuiciar porque, además, alzaron su voz para interpelar al Sistema Político Unitario, que daña a todo el país.

La libertad de pensamiento cruceño está arropada en el propósito de “la acción humana” para su mejor realización, diría von Mises. Fue esa acción, hace apenas 60 años, la que forjó su modo de producir solidario y cooperativo, sembrando sueños de progreso y luego regalías. Merced a esa acción, le dio estructura a su espacio regional exitoso y que remite al modo producción capitalista; que alimenta a 70% del país; que genera excedentes; que expande la clase media formal e informal; que crea centros urbanos al calor de la inmigración interna. Esos migrantes económicos no piensan saldar cuentas ni con la libre empresa ni con ‘el capital’, porque ahí reside su ideal de vivir mejor, a despecho de Arce y Morales, quienes, quizás recordando a Lenin, han montado una guerra contra la propiedad privada cruceña. A contrapelo, desde luego, de sus bienes privados, ajenos o inmersos en el cultivo de la materia prima de la cocaína y sus derivados para el mercado capitalista.

Les vale madre la teoría de la democracia que apunta al derecho a la diferencia frente al centralismo concentrador del régimen de turno, que hostiga el pensamiento crítico cruceño con guillotinas judiciales, persecuciones, detenciones arbitrarias, exilios políticos, muertes, en los 14 años del ex Morales y 2 de Arce.  Amén de palos, gases, balas, masas de acoso con interculturales y cocaleros entrenados para causar daño a la propiedad privada y reservas naturales, o matar. En esos 16 años, se sumó el intento del MAS de dominación étnica aymara, a despecho de las 36 naciones indígenas admitidas en la CPE. Bolivia ha padecido el centralismo de un Estado Unitario, siempre.

De manera razonable y razonada, es decir democrática, la síntesis de múltiples determinaciones debiera conducir a la unidad de lo diverso, sin forzar la unidad a costa de las diferencias. Tampoco rechazando identidades regionales, ni el arraigo a un espacio propio, como es Santa Cruz, ni el desprecio a la memoria histórica y las tradiciones construidas en las regiones, cuya articulación dialéctica son las que construyen la historia nacional, no al revés. Y hoy, otra vez, las ofensas gratuitas expresadas por el comandante del Ejército, JJ Zúñiga, quien le endilgó a Santa Cruz epítetos ya conocidos: casta de oligarcas, separatistas, vende patrias, y otras sandeces, copia fiel de lo que piensa su Comandante en Jefe y también el ex Morales.

Parecen subnormales, a no ser que lo sean, pues creen que federalismo es sinónimo de separatismo. Allá ellos en su ignorancia, de la que se ufanan.

En tanto, Santa Cruz seguirá exigiendo autonomías reales o un sistema federal, para aumentar la competitividad económica necesaria entre regiones o departamentos. Lo hará, no para separar la Bolivia que el MAS ha fracturado por odios ideológicos, sino para unirla democráticamente, con respeto a las diferencias como síntesis de múltiples determinaciones.

Susana Seleme Antelo