Es amor, no dopamina

 

 



 

14 de febrero. Un día para quererse con gestos, detalles, flores, chocolates, o cualquier regalo. Un día para el amor que surgió gracias a San Valentín. Un santo sin fiesta porque en 1969, bajo el pontificado de Pablo IV y después del Concilio Vaticano II, fue eliminado del calendario litúrgico. Hasta ahí el dato curioso. Luego viene la pregunta curiosa: ¿Cómo surge el amor entre parejas?

No surge porque “hay química”. Eso de la química está bueno para el laboratorio y para creer, dudosamente, que un subidón de dopamina, gracias a un orgasmo, es amor. La dopamina nos pone felices unos instantes. Luego desaparece y ese idealizado príncipe azul, o esa doncella encantadora dejó de serlo, porque no hay más dopamina.

Así que vamos por el camino complicado. El de la filosofía: Nosce te ipsum. Conócete a ti mismo. Es un principio para indagar cómo está tu jardín interior y conocer de qué estás hecho. Si cambiamos esa frase y la actualizamos, diría: Ámate a ti mismo. Porque si esperas que una persona te ame/valide estás en un error. Especialmente quienes idealizan a la media naranja y creen que “él o ella me complementa”. Esta idealización puede ser cierta cuando descubres que hay una conexión que podría llamarse mágica.

Pero, para que eso suceda, la primera condición en el tema del amor, es que te ames a ti. Esa es la condición para que puedas amar a los demás, ames tu soledad, aprendas a decir “no”, a cometer errores y ser el sol que ilumina tu vida.

Eso de creer que una chica quedará “camote”, cuando le lleves unas flores, o cuando subas una foto de pareja en Instagram  y tenga 100 mil likes es mentira. La vida no es una foto de Instagram. Una relación de pareja no es una foto de Instagram. Son las madrugadas sin maquillaje, de cuidarlo cuando está enfermo, de hablar de todo y de nada, o de llorar en silencio.

Es un ejercicio de todos los días. Podrías argumentar diciendo “yo me amo”, pero no es una palabra. No es algo que se dice. Es una acción. ¿Cómo te amas?: Cuidando tu cuerpo, podando tu jardín interior de mentiras, envidias, miedos y demás. Sin pregonar que te sacrificas por tus hijos, y lo haces todo por ellos y luego caes enfermo porque te andabas sacrificando.

Más bien cultiva tu jardín interior, para que estés sano/a. Buenas lecturas, buena música, momentos a solas, y contenidos que te traigan alegría será mejor que rememorar que el diputado borracho salió libre y sin culpa a pesar de todos los indicios que lo marcan como culpable.

Eso será amor a ti. Dejar angustias, rencores y desamores, para que, al estar en paz, puedas amar sin condiciones y sin límites. Sin dopamina y más bien con serotonina.

 

 

Monica Briançon Messinger autora es periodista