Las maquinaciones y estocadas por la espalda

 

 No todo es confrontación de ideas en la lucha política, ni todo son estrategias electorales, ni minucioso trabajo legislativo, porque la política en éstos tiempos se ha convertido en un negocio como cualquier otro.



Hay hombres y mujeres con sentimientos, a veces los más bajos, y el nuevo Estado Plurinacional no podía ser la excepción, más aún con la ocurrente reserva moral del que alguna vez alardeó el dirigente cocalero Evo Morales.

Las intrigas, las frases envenenadas y las puñaladas por la espalda, desde tiempos inmemoriales, son indisociables en la lucha por el poder, porque se necesitan mutuamente y se complementan el uno con el otro, siendo imposible separarlas sin destruir su esencia, aunque con el paso del tiempo cada uno sigue su camino.

Algunas autoridades electas y varios dirigentes políticos incluyen el odio en sus discursos porque han perdido influencia en los anclajes políticos y la capacidad de los populismos para concordar otredades, pero también existen los partidarios que han hecho del odio su emblema, como el expresidente y dirigente cocalero Evo Morales y el poco más o menos vocero presidencial Jorge Richter, seguidor, defensor y medidor de cortinas de Manfred Reyes Villa el año 2002.

No hay duda que el odio como el terror en un instrumento al servicio de los intereses políticos, pero se constituye en una herramienta poco óptima para el rendimiento político y poco beneficioso para la gobernanza y quienes utilizan ambos léxicos con frecuencia, olvidan determinar cuáles son las cualidades más deseables en el gobernante y en los dirigentes políticos.

Pero no solo son Morales y Richter, sino que manipulan también algunos ministros, legisladores, ediles y representantes de movimientos sociales de disímiles fracciones del Movimiento al Socialismo. En el caso de Cochabamba, la intriga de diputados, senadores, asambleístas y concejalas de alas duras y disidentes es una constante, y debe añadirse la facilidad que tienen para mentir y querer endilgar su mala acción al alcalde de la Ciudad o a sus inmediatos colaboradores.

Que ese accionar guste a unos y a otros no, depende de la calidad del oído, de la formación de valores familiares y de la capacidad de leer entre líneas las afirmaciones y discursos de quienes critican al Alcalde, a quien le tienen odio político porque, sencillamente, no tienen el tonelaje suficiente para por lo menos aproximarse a la proporción mínima de su inestimable experiencia en gestión pública y capacidad de gestión.

Para Manfred Reyes Villa, el eje de la cuestión no radica en la planificación estratégica, sino en la operativa, porque entiende que un nexo eficaz entre ambas y dicha articulación sólo es posible si se implanta una gestión pública por objetivos, y estas sólo existen cuando hay ciudadanos y organizaciones informadas, y eso es lo que precisamente hace el Alcalde, para quien los procedimientos y las formas son muy importantes, pero le interesa también, los resultados. En eso trabaja y seguirá trabajando, a pesar de las estocadas por la espalda que algunos de sus ex y actuales colaboradores le propinan.

 

Henry Gonzalo Rico García es Abogado, docente en la UMSS y Oficial Mayor del Concejo Municipal.