Tener o llevar razón

Es propio de la especie humana el creer tener la razón; sin embargo, no es lo mismo “tener razón” que “llevar razón”.

“Tener razón” es algo objetivo, una tarea difícil, resultado de la investigación minuciosa, análisis de todas las perspectivas posibles, de las expectativas basadas en datos, el conocimiento, la lógica y el sentido común, que luego se confirmará en el tiempo, esto es en lo pragmático: la realidad.



Por otro lado, “llevar razón” es más subjetivo, por cuanto se impone la percepción a la realidad. Es así que, si una persona solo habla sin darse el tiempo y el trabajo de leer, estudiar, investigar, analizar, comparar, contrastar con criterios objetivos con base en la experiencia y la realidad concreta; y, únicamente repite lo que alguien dijo, pues tan solo está llevando la razón.

Por ejemplo, en una discusión uno puede llevar razón sin tenerla (inclusive ganar un debate a pesar de estar equivocado en sus argumentos) o puede tener razón y aun así no llevarla (perder un debate aun teniendo la verdad a su favor).  Sin embargo, será más adelante, en los hechos (la realidad), donde se confirmará quien tenía razón.

En temas de liderazgo, se dice que si un líder va cinco pasos atrás, este no sirve, por ende, se pretende diferenciar entre profetas y líderes políticos, bajo la creencia de que un buen líder será aquel que deba ir tres (3) pasos más adelante de la manada (es decir de la población), porque si va veinte (20) pasos más adelante de la población es un profeta, y aunque este tenga razón, no será al gusto de la gente (habitualmente porque no gusta a la gente promedio que le digan sus verdades y viven sufriendo de sus propias mentiras y engaños), por ende, aquel profeta correrá el riesgo de que sea, por propios y extraños: malentendido, incomprendido, odiado, vilipendiado, sacrificado, entre otros prejuicios más, pero será a futuro cuando recién le den razón, encontrándose la población en peor situación que la anterior.

Esta creencia, lamentablemente tiene también sus bemoles, pues los líderes inescrupulosos tienen por lógica política, la preocupación por la lista de votos, compiten entre ellos y al ser un mercado de pocos, suelen usar la típica «manipulación programada», esto es, preparándose con anticipación (para estar tres pasos más adelante), diseñando un mapa de acción sacándole partido al hecho, de que la persona promedio solo escucha (o sigue) a quienes dicen lo que ellos desean escuchar, siendo por lo general, lo más importante para éstos, el tener dinero en el bolsillo incluso más que su propia tranquilidad, por lo tanto, hurgan el ego y la codicia de la gente, para el chantaje y sus nefastos propósitos.

De allí que aquellos líderes deshonestos prometen situaciones a tres pasos más allá de su población y para lograr este cometido, implementan medidas populistas para hacerles creer a los demás, una serie de contextos que en apariencia son bondadosos pero en realidad están trastocados, maquillando cifras, promoviendo el fanatismo político dogmático (radicalizándolo todo en supuestas Izquierdas y Derechas), endeudando en sobremanera a sus países, usando estadísticas parcializadas y encuestas pagadas, no ejerciendo una verdadera lucha contra la informalidad y la corrupción sino por el contrario, ejerciendo lawfare direccionado hacia sus opuestos (atacando a la libertad personal, a su estado de salud -el cual está más próximo a la vida- y a sus bienes -propiedad privada-); generando un alto coste social e infierno fiscal para desincentivar el emprendimiento auténticamente formal, pretendiendo que casi todos sean empleados públicos o que aquellos pocos formales (para que puedan sobrevivir) se vean en la necesidad de prestar sus servicios a las estructuras estatales, para que de una u otra manera casi todos dependan únicamente del Estado; sometiendo a la población a la distracción continua mientras cada vez más se restringen las libertades individuales y la propiedad privada (pasando la gente de ser propietarios a simples usuarios, por ejemplo, a través de los corralitos bancarios; o, estar supeditados a decisiones de “terceros supranacionales”, quienes decidirán de lo ajeno, tal como viene advirtiéndolo, hace tiempo, el abogado y economista paraguayo Dr. Víctor Pavón, afirmando que “bajo el pretexto de protección del medio ambiente, los defensores de derechos humanos en asuntos ambientales, tendrán derecho de acceso, por ende, podrán juzgar y decidir de lo ajeno en veinticuatro países de Latinoamérica y el Caribe, afectando las soberanías nacionales, convirtiéndose en autoridades competentes para atender e intervenir, en temas que hacen a la propiedad privada de una persona o empresa, hasta llegar a la producción, el comercio y los servicios económicos, tal como se tiene previsto en el Acuerdo de Escazú”, cuyo Tratado que en el caso boliviano, ya se encuentra suscrito y ratificado, mediante Ley N° 1182 de fecha 03 de junio de 2019); mayor expansión del colectivismo fanático (que considera al individuo como una circunstancia y no como un actor principal con dignidad); la implementación del comisariato; generando angustias a quienes se opongan o no sigan sus designios mientras premian a quienes están con ellos hasta que estos ya no le sean útiles o no acepten todas sus condiciones; promoviendo divisiones en lo social (como si ser diferentes sea algo malo o perverso, cuando las diferencias son justamente las que posibilitan el desarrollo y el progreso humano. Si bien, no somos imprescindibles, pero sí todos somos necesarios. Debemos desprendernos de la careta del ego, de los prejuicios intelectuales, emocionales, sexuales y materiales, para entender quiénes somos verdaderamente. Si estamos en este mundo, es porque tenemos una finalidad, no debemos vivir como sociedad ensimismada en estar fraccionados, sino unidos – la unidad no es la exclusión de los contrarios sino la suma de los contrarios-); entre otras más situaciones desbastadoras.

Como vemos el peligro de la «manipulación» es algo muy común en los líderes desaprensivos y el resultado es catastrófico. No olvidemos, por ejemplo, que la calidad del medio ambiente ocurre cuando se respeta la propiedad privada y la inversión en consonancia con la preservación de la naturaleza, y no con imposiciones foráneas violando el artículo 257-II numeral 4) de la Constitución boliviana que establece que se requerirá de aprobación mediante referendo popular vinculante previo a la ratificación los tratados internacionales que impliquen: “Cesión de competencias institucionales a organismos internacionales o supranacionales, en el marco de procesos de integración” (esto referente a la implementación de los defensores de derechos humanos en asuntos ambientales con el derecho de acceso, mencionado por el Dr. Pavón, sobre el Acuerdo de Escazú).

En la vida, un problema puede tener incontables soluciones, no es matemático, por ende, la solución que debemos elegir es una solución útil para el momento en la que elegimos, luego más adelante, podemos elegir otra más adaptada al resultado que nos ha producido la primera solución.

En ese sentido, la solución útil está en la propia población, esto es, estar siempre mejor informados, vigilantes y «no dejarse manipular». Sin embargo, para lograr esto y tomar buenas determinaciones, amerita que exista cada vez más una vida sin hipocresía en lo individual pues pueblo es la «suma de los individuos» que salen en defensa de sus libertades individuales, vida, salud y propiedad privada, pensando en ellos mismos, en su ascendencia (proteger a sus padres adultos mayores) y en su descendencia (proteger a sus hijos, nietos, las próximas generaciones).

Todo lo explicado anteriormente, no es ninguna novedad para la humanidad, pues sólo existe una sofisticación a este iterativo histórico de codicia, mentira, engaño, poder y placer. De allí que, Thomas Jefferson con bastante acierto y claridad, hace muchos siglos, afirmó: la “eterna vigilancia es el precio de la libertad”; y, como personas de bien (cuyo legado, es, ser verídicos testimonios de vida), debemos estar siempre prestos a dicha vigilancia sin fingimiento ni cobardía.

No se trata de tener profetas o de tener líderes, sino de ser cada vez más honestos para tener más unidad de cuerpo, pues si se desea tener una buena cosecha de óptimos servidores públicos y de autoridades probas, por el bien de todos, antes se debe tener una amplia siembra de auténtica decencia y honestidad, pues si todos estamos dentro de la mentira obviamente todos somos parte del gran autoengaño cuyo final será un perjuicio enorme por generaciones. Es por eso, que todo lo que hacemos, todo lo que decimos y nuestras actitudes, son una siembra y el resultado de la siembra es la cosecha.

No se debe caer en la absurda creencia de que unos son mejores que otros, cuando resulta que todos sin discriminación alguna acaban siendo igual de peores por estar encadenados a cajas mentales basadas en la codicia (creyendo desatinadamente de que por tener mucho se es mejor persona) además de ser esclavos de la egolatría, la mentira, el engaño y la corrupción. No olvidemos, progreso y prosperidad no consiste únicamente en ostentación colosal de dinero, por cuanto, no se trata de crecer a cualquier precio, sino de crecer con integridad porque si todos somos falsos nuestra propia hipocresía finalmente nos destruirá. Tampoco se trata de ser moralistas puritanos sino tratar de tener sentido común. Si deseamos un mejor futuro debemos necesariamente mejorar nuestro presente, pues es la realidad objetiva (el presente continuo) quien define «tener razón».

Ciro Añez Núñez.