Desde Cobija, una emprendedora produce café y derivados de castaña para el país

Pando.- Tania Alurralde perdió su trabajo durante la pandemia, pero convirtió esta adversidad en una oportunidad para independizarse y formar Castafé, una organización que apoya a los pequeños productores de café y de castaña de la Amazonia (de ahí su nombre) mediante el comercio justo: comprando sus productos al precio correcto para transformarlos e introducirlos en los mercados de Cobija, la frontera con Brasil y el resto del país. Castafé solo trabaja con productos 100% orgánicos, que vende en tiendas especializadas en Sucre, Santa Cruz, Cochabamba y a través de las redes sociales. Es uno de los 15 finalistas del concurso “Emprender en tiempo de crisis” de la Fundación Samuel Doria Medina Arana, tras haberse destacado entre 4.833 postulantes.



La idea de Castafé nació cuando Tania acompañaba en el campo a su esposo, que se dedica a la capacitación de los productores amazónicos. Allí escuchó que los productores de café se quejaban de que los comercios brasileños les compraban sus cosechas a un precio bajo y, para colmo, les pagaban en cuotas. Los dueños de las hermosas plantaciones de café decían estar dispuestos a quemarlas para sembrar yuca en su lugar. Alurralde y su esposo se plantearon, entonces, la posibilidad de ayudar a los cafetaleros a encontrar mercados alternativos donde fueran mejor valorados. El problema era que estos campesinos carecían de medios para transportar el café a los mercados, tanto por falta de vehículos como por la deficiencia de los caminos. Al principio, Castafé solo se ocupó del transporte y actuó como intermediaria entre productores y compradores. Gracias a que pagaba con corrección, logró el agradecimiento de las 25 familias de la Asociación de Caficultores del municipio pandino de Filadelfia, a las que, posteriormente, comenzó a comprarles un café de dos variedades, la arábica y la robusta, una mezcla que Alurralde considera deliciosa. El café tiene un aroma y sabor delicados y suaves. “Es diferente”, resume Tania.

Castafé hace trillar el café, extrae el grano verde y lo manda a La Paz para que se tueste en esta ciudad, un paso que encarece el proceso, pero que resulta inevitable mientras no cuente con una tostadora propia en Cobija. A su retorno de La Paz, el café se muele, envasa (en envases amigables con el ambiente y biodegradables) y vuelve a salir de Pando para venderse.

Como el buen trabajo cunde, los productores de café anoticiaron del aporte de Castafé a los recolectores de castaña de la región norteña en que se asienta esta empresa, que, entonces, comenzó a comercializar las almendras que estas personas obtienen y “benefician” (pelan, deshidratan y tuestan hasta que estén listas para el consumo). Se trata de castaña de primera, para exportación. Además de la comercialización, Castafé le da valor agregado. “Bolivia, que es el mayor exportador mundial de castaña, se queda apenas con el 1% del valor que esta genera”, explica Alurralde. Se trata de cambiar esta relación, aprovechando que la almendra es un alimento rico, nutritivo y muy saludable; ideal, por ejemplo, para diabéticos y celiacos. Las Naciones Unidas lo consideran uno de los “superalimentos”.

Castafé lo transforma en harina, que se puede usar para pan y otros tipos de repostería, y también lo convierte en aceite, que es una alternativa al aceite de oliva (también tiene una versión “extra virgen”, como este), ya que es nutritivo y, al mismo tiempo, no tiene mal gusto, solo potencia el sabor ya existente en las comidas. Tania asegura que las ensaladas quedan más ricas con este aceite, que a veces mezcla con urucú, una semilla colorante natural que le da un tono rojizo.