El golpe a una nariz

En el hipotético caso de que figuras de la talla de Francisco de Quevedo vivieran en La Paz, podrían ganarse el apelativo de “golpistas municipales”, donde su arma, un par de versos: “Érase un hombre a una nariz pegado,/érase una nariz superlativa,/érase una alquitara medio viva,/érase un peje espada mal barbado”, serían subversivos y peligrosos. Se imaginan a Franz Kafka fuera de Praga y al ver el día a día de La Paz quizás escribiría: “Una mañana, Iván Arias se despertó y descubrió que se había convertido en un alcalde. Tenía una medalla que le colgaba del cuello y una banda que le apretaba el pecho”. Incluso Jorge Luis Borges, en una referencia de “Siete noches” sobre la Comedia de Dante, dijo: “El encanto es, como dijo Stevenson, una de las cualidades esenciales que debe tener el escritor. Sin encanto, lo demás es inútil”. Esto aplicado a la política y a la imagen de la autoridad nos muestra que una vez desaparecido el encanto, por más carisma que se tenga, todo se ha perdido y así lo demuestra Iván Arias Duran.



Septiembre fue un mes para el olvido para el municipio paceño; los errores evidenciaron la implacable improvisación de la gestión de Iván Arias. Las desatinadas gigantografías en apoyo a la Selección Argentina de fútbol y a Messi fueron un ejemplo. Recordemos que, inicialmente, el alcalde salió arrogante a intentar aplacar las preguntas de la prensa al respecto, pero al verse en evidencia de que su defensa no tenía sentido alguno, terminó pidiendo disculpas a la población. Al igual que en otros aniversarios cívicos, no estuvo presente en la entrega de ofrenda floral en Cochabamba ni en Santa Cruz de la Sierra; nadie de la amplia comitiva paceña estuvo en el acto. Esto último se explica por el cansancio de la autoridad; el alcalde paceño estaba tan agotado que aprovechó el acto del grito libertario cruceño para reponer fuerzas con un momento de sueño. Las imágenes de la autoridad durmiendo inundaron las redes sociales, y muchos paceños, molestos por la representación que hizo el alcalde con sus impuestos, lo calificaron como el rey de copas.

Ante un escenario tan negativo para la cabeza del municipio y tratando de distraer el mal momento ocurrido, e incluso encontrando una excusa para la inexistente gestión, el alcalde Arias salió a los medios de comunicación con una denuncia de un proceso sistemático de golpe municipal. La explicación sobre la amenaza que cierne sobre su cabeza parece parte de un guion de Woody Allen. Ofuscado, dio a conocer que el golpe viene de diversos sectores: el Parlamento es el culpable de diversas peticiones de informe escrito y oral; el Ministerio Público, con diversos procesos en su contra; el Concejo Municipal, en el cual su alianza tiene mayoría, pero que censuró a diversas autoridades designadas entre secretarios, subalcaldes y la aprobación y promulgación de leyes en contra de la gestión. Para terminar, el aislamiento, donde nos puso de ejemplo que nadie asistió a la Cumbre por el Agua o la soledad del Comité de Emergencias Municipal sobre la contaminación del aire en La Paz. Al igual que el agua entre los dedos y el humo que no deja ver claramente, no pudo sacarse fotografías con otras figuras políticas para resaltar su imagen.

Lo alarmante es el nulo control de su Alianza Por El Bien Común Somos Pueblo, la incapaz e ineficiente bancada mayoritaria que tiene en el Concejo y la ceguera que no le permite observar los tropiezos del Ejecutivo edil. Ha sumido a la ciudad en la anomía con el conflicto gremial y la creación de su propia guardia de control y los choferes que toman la autoridad en sus manos para decidir quiénes circularán en las calles ante la inexistencia del municipio. Los paceños se sienten defraudados al darse cuenta de que tienen un showman de poca monta y necesitan un alcalde. ¿No está usted de acuerdo?

 

 

Jorge Roberto Marquez Meruvia es Politólogo