Empecinamiento en el error

 

La última semana del 23 habríamos deseado un tema nada conflictivo como este de la terquedad de Luis Arce en el error, un empecinamiento en la mentira, una falla que está marcando su destino fuera de la preferencia popular, por tanto, la pérdida del poder.



De Luis Arce a David Choquehuanca, las órdenes tajantes de negar al Parlamento el cumplimiento de sus resoluciones por la terminación del mandato de los magistrados, según la CPE, y el abandono de sus cargos el primer día de enero del 2024.

La resolución previa discusión, que fue tediosa, prolongada, quizá también tardía, la tomó la gran mayoría del Congreso, claramente dirigida a los altos magistrados de Justicia, que le dieron largas al asunto, resolución destinada a su inmediato cumplimiento. Decidió la Asamblea Legislativa que continuase funcionando hasta tanto se cumpliesen las determinaciones contingentes a la conclusión del mandato judicial, pero NO, se apareció el controvertido Choquehuanca para comunicar que se concedía a diputados y senadores 15 días de pausa, cierre del Legislativo, dejando sin cumplir su muy importante decisión.

La actitud del vicepresidente contraria a la voluntad de la ALP, cayó como un balde de agua fría. Dejó atónitos, paralizados a los representantes nacionales y tiró por la borda su mandato.

Todos los epítetos se lanzaron contra Choquehuanca, infiel a su cargo de legislador y sumido al Ejecutivo para ganar tiempo y continuar gobernando caprichosamente desde la Casa Grande, sin importarle un comino, la circunstancia marcada por la ALP.

A los adjetivos todos negativos y hasta despreciativos que se aplican al vice, menudean en los medios, triste para la imagen institucional de Bolivia y cubren espacios en los medios denigrando la dignidad de la Patria, y repitiendo «la farsa masista» de exhibir su ningún respeto por la ley de leyes contenida en la CPE que debería regir la conducta colectiva de autoridades y pueblo.

De este modo, pasa a la historia la triste figura de Choquehuanca que, sin pudor alguno, sin importarle la opinión de los ciudadanos y ahora la conducta de los legisladores, les da la espalda, comete una marcada traición a su mandato y lo convierte en un ser despreciable e indigno.