Fuente: https://actualidad.rt.com
La Universidad de Glasgow informó este miércoles que un grupo de investigadores desarrolló un prototipo de motor de cohete con la capacidad de quemar su fuselaje para utilizarlo como combustible, lo que podría reducir tanto los costos de los lanzamientos como la acumulación de desechos espaciales.
Actualmente se ha visto un incremento en la demanda diseñar cohetes pequeños y eficientes que permitan colocar en órbita pequeñas cargas útiles, como nanosatélites. De acuerdo con NewScientist, para que un cohete alcance una órbita predefinida, es necesario que eleve la masa de su estructura y de sus propulsores, así como la carga útil que transporta hacia el espacio.
Un cohete capaz de utilizar las piezas de su fuselaje como fuente de combustible requeriría de menos propelente en los tanques a bordo, por lo que la masa liberada podría asignarse para transportar más suministros y proyectos científicos importantes. Esta premisa también contribuiría a disminuir el problema de los desechos espaciales.
El concepto de motor de «autoconsumo» se propuso por primera vez en 1938, siendo patentado en ese mismo año. No obstante, nunca se llegó a construir un prototipo funcional, puesto que representaba un desafío implementarlo en los enormes cohetes en los que se han realizado la mayoría de los lanzamientos históricos.
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Probando la serpiente que se come su cola
En un artículo, recientemente presentado en el Foro SciTech en Florida, se indicaron los resultados obtenidos en las pruebas de fuego del primer motor «autofago», denominado ‘Ouroborous-3’ en honor al antiguo símbolo de una serpiente que se come su propia cola. «A medida que se queman los propelentes, quedan estos tanques vacíos donde se acumula toda esta masa estructural que no está siendo útil», indicó el científico Krzysztof Bzdyk, quien recalcó que el cohete ya no lleva «peso muerto», ya que los tanques fueron consumidos.
Según los creadores del prototipo, a medida que el motor se calienta, se comienza a derretir la estructura del tanque del cohete, que es fabricado a partir de un tubo de plástico, con el fin de producir combustible. Posteriormente, el fluido resultante es introducido a la cámara de combustión del motor, junto con el propelente principal (una mezcla de oxígeno gaseoso y el propano líquido), proporcionando hasta una quinta parte de la cantidad total del combustible.
Se dio a conocer que el Ouroborous-3 produjo 100 newtons de empuje en una serie de experimentos controlados, que se realizaron en las instalaciones de la base aérea de Machrihanish, en Escocia. Esto es cuatro veces la fuerza que se necesita para romper un huevo.
Se tiene previsto que los científicos desarrollen un nuevo prototipo de mayor tamaño, el cual podría proporcionar hasta unos 1.000 newtons de empuje. Esto es alrededor de una sexta parte de lo que necesita un vuelo suborbital, y aproximadamente una vigésima parte de un vuelo orbital.
«A partir de aquí, comenzaremos a ver cómo podemos ampliar los sistemas de propulsión autofágica para proporcionar el empuje adicional necesario para que el diseño funcione como un cohete», subrayó Bzdyk. Por su parte, el investigador Jack Tufft señaló que su «objetivo es acercar el motor autofágico a un lanzamiento de prueba», ayudando de esta manera al «diseño para futuras generaciones de cohetes autofagos».