El trabajo doméstico y de cuidado: El aporte gratuito e invisibilizado de las mujeres a la economía

Según una encuesta del CEDLA, las mujeres dedican a diario un promedio de 2 horas más a las tareas domésticas y 1 hora más a las actividades de cuidado que los hombres

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Mujer dando de lactar. Foto: Ministerio de Salud

 

Fuente: ANF



Miles de mujeres en Bolivia realizan a diario labores domésticas y de cuidado a menores de edad, adultos mayores o enfermos. En su mayoría, este tipo de tareas son gratuitas y no son reconocidas como un trabajo aunque tienen impacto en la economía de sus hogares y del país con el 16% del Producto Interno Bruto (PIB).

“El trabajo doméstico y de cuidado es indispensable para la sostenibilidad de la vida sin esto se cae la economía del país. Sin embargo, en el imaginario colectivo no se reconoce como trabajo y es uno de los desafíos que tenemos. Las propias mujeres piensan que lo que están haciendo, dejándose media vida en ello, no es trabajo y eso es frustrante”, afirmó a la ANF la investigadora y feminista Flavia Marco.

De acuerdo con la definición de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el trabajo comprende todas las actividades realizadas por personas de cualquier sexo y edad con el fin de producir bienes o prestar servicios para el consumo de terceros (remunerado) o para uso final propio (no remunerado).

La Constitución Política del Estado (CPE) reconoce en su artículo 338 el valor económico del trabajo del hogar como fuente de riqueza y el deber de cuantificar este trabajo en las cuentas públicas. Según el Diagnóstico sobre el aporte al sistema económico de trabajo de cuidado en el nivel nacional publicado en junio de 2022, el trabajo doméstico representaría el 16% del PIB si se tomara como base el salario promedio que gana una trabajadora del hogar remunerada. Un aporte que sería realizado en un 70% por las mujeres.

La Encuesta Urbana de Uso del Tiempo en Bolivia, publicada por el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA) a finales de 2023, muestra que el 96,1% de las personas de 12 años y más en La Paz, El Alto, Cochabamba y Santa Cruz realizan alguna actividad productiva: el 50,3% lo hace como trabajo remunerado y el 92,2%, como trabajo no remunerado.

“Las mujeres presentan una tasa de participación superior en el trabajo total: el 97,1%, en relación con el 95,1% de los hombres, por su mayor dedicación al trabajo no remunerado. Este es un indicador de aquello que se oculta cuando la medición del trabajo excluye las actividades domésticas y de cuidado que las mujeres realizan en los hogares en una proporción mucho mayor que los hombres”, dice la encuesta a cargo de las investigadoras Silvia Escóbar de Pabón y Giovanna Hurtado Aponte.

Los datos a detalle revelan que en el trabajo no remunerado, gran parte de la población encuestada participa en actividades de trabajo doméstico (90,3%) y mucho menos en las tareas de cuidado (41,1%). Las diferencias por sexo son marcadas cuando se habla de los cuidados: el 48,7% de las mujeres y solamente el 32,5% de hombres participa en estas actividades.

Por otro lado, las mujeres dedican en promedio 6:10 horas diarias al trabajo no remunerado. En comparación con los hombres, las mujeres emplean 2 horas más a las tareas domésticas y 1 hora más a las actividades de cuidado.

“Este trabajo gratis que hacemos las mujeres en nuestras casas tiene consecuencias negativas para nuestra vida, nos limita las oportunidades educativas, laborales y políticas. A veces no queda otra y entramos al mercado laboral en condiciones que no son las óptimas porque al mismo tiempo hacemos todo este trabajo doméstico y de cuidado”, enfatizó Marco.

Sonde de la ANF

La ANF salió a las calles y consultó a la gente sobre: quién se ocupa del trabajo doméstico en sus hogares y  si consideran que este es un trabajo. Las respuestas de 10 mujeres y hombres entrevistados revelaron que en su totalidad son las mujeres quienes realizan estas actividades.

“Mi mamá y yo (mujer adolescente) realizamos las labores de casa. A mi hermanito le enseñamos un poco que aprenda a ser independiente y que nos ayude”, “Mi mamá se ocupa de la cocina, mi papá del mantenimiento del auto, yo (hombre adolescente) lavo los trastes y mi hermanito solo estudia”, “A veces realizo yo (hombre adulto) las labores de casa y a veces tengo una señora que realiza ese trabajo, no es un trabajo duro, pero es minucioso y se remunera”, son algunas respuestas de los encuestados.

Sin embargo, aún existe una romantización de por qué las mujeres deben realizar el trabajo doméstico y de cuidado.

“El trabajo doméstico es una entrega hacia el hogar. Es trabajo pero no se puede remunerar económicamente a una esposa y hay otras formas de hacer la compensación como la colaboración, de lo contrario se desnaturaliza el concepto familia”, dijo uno de los entrevistados.

De las 10 personas encuestadas, ocho consideran que el trabajo doméstico es un trabajo no remunerado y al menos dos no consideran que sea un trabajo.

“El trabajo doméstico no es reconocido. La crianza de los hijos nadie lo reconoce y a veces las mujeres no son valoradas por los esposos. (…) Generalmente en mi familia yo me hago cargo de la casa y trabajo afuera y el esposo se dedica al trabajo. La mujer es múltiple y realiza trabajos en la casa y en su fuente laboral”, lamentó otra encuestada.

Desde la Plataforma Departamental de Corresponsabilidad del Cuidado de Santa Cruz, consideran que el Estado puede contribuir a aminorar el trabajo de cuidado realizado en su mayoría por mujeres con la instalación de guarderías para menores de edad y centros de de día para el cuidado de adultos mayores o para personas con alguna discapacidad.

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Fuente: ANF