El arzobispo de Santa Cruz lavó los pies a varios agentes pastorales ante la mirada atenta de los fieles cristianos
Lourdes Molina Rea.
Este Jueves Santo, monseñor René Leigue se refirió al amor propio, al amor, al prójimo, el perdón, el respeto a la leyes y lo diferente que fuera la situación del país si todos la cumplieran a cabalidad. La celebración eucarística de esta jornada conmemora la institución de la eucaristía y el sacerdocio.
Después de concluir con la homilía, el también arzobispo de Santa Cruz, lavó los pies a varios agentes pastorales, tal como lo hizo Jesús con sus discípulos.
«Damos inicio con esta misa al Triduo Pascual, la que estamos celebrando esta semana. Hoy (jueves) es un día central, fundamental en la vida de nosotros, hoy recordamos y celebramos la institución de la eucaristía, la última cena. Donde Jesús con sus discípulos nos deja lo que tenemos que hacer«, comenzó diciendo monseñor Leigue.
Para el arzobispo, «el pan eucarístico creo que es fundamental que lo tengamos en cuenta. La eucaristía nace con el sacerdocio, sin sacerdotes no hay eucaristía. Entonces van juntos, por eso hoy día es también la institución del sacerdocio«, aclaró.
Y remarcó, «hoy (Jueves Santo) es un día en el que Jesús nos da muestra del amor a Dios y al prójimo. Hay un canto que dice un mandamiento nuevo, nos da el Señor. Lo que hemos escuchado, que Jesús con sus discípulos siendo el maestro, la cabeza, como lo reconocían, él dice que eso no quiere decir que otros hagan lo que yo puedo hacer. Por eso se sienta y lava los pies a sus discípulos. Les dice esto es lo que tienen que hacer, les estoy dando la manera cómo amar al otro, cómo considerarlo prójimo, le lava los pies».
La autoridad eclesiástica subrayó que «no hay amor más grande que aquel que da la vida por el otro. Si nos hablaba de dar la vida por los demás, él lo hizo. Si nos hablaba del amor y perdón a otros, él lo hizo».
Con ello, disparó «qué lindo sería si nuestra sociedad entendiera esto, del amor, del respeto, del respeto a las leyes. Si nosotros como creyentes lo vivieramos, fuera diferente entre nosotros. Tenemos leyes humanas, si la cumpliéramos qué diferente fuera nuestra sociedad, las leyes son para cumplirlas; pero no hacerlo por hacer, sino comprendiendo lo que significan».
Es más, ejemplificó «si cumpliéramos las leyes de tránsito, no habrían accidentes. Si de verdad las respetáramos las normas, las reglas, qué lindo fuera».
La máxima autoridad de la Iglesia Católica en Santa Cruz se refirió al amor propio, a los casos de feminicidio y el valor de la vida. Después, procedió a lavar y besar los pies de sacerdotes, religiosas, seminaristas y laicos.