Un poco de condimento para las campañas electorales

Cuando ya tenemos  un abanico variado de candidatos  presidenciales, que con seguridad detrás de ellos, hay asesores, marketineros, estrategas, analistas, secretarias, choferes, etc., y cuando esos candidatos rumbo a las elecciones generales tendrán una serie de instrumentos comunicacionales y publicitarios para sus campañas, como ser, las poderosas redes sociales, además de los medios de prensa y otros, pues más que nunca deben apuntar bien y no dejar escapar a su presa.

Ni tampoco planificar ni realizar campañas insulsas. Se trata de golpear duro desde el primero momento. Romper esquemas. Abrir grietas. Provocar que desde el principio todos hablen, bien o mal, del candidato.  Pero que hablen y lo recuerden.



Pero como no soy experto en ello, sino un mortal curioso del ejercicio de la política, además de lector de libros que nos comparten otras realidades, pues me animo a plantearles la lectura del libro del sociólogo, ensayista y asesor político ítalo-suizo Giuliano da Empoli, “El mago del Kremlin”, que se centra en la narración del asesor personal, Vadim Baranov, de Vladimir Putin, que lo convirtió en el hombre más poderoso de Rusia, luego que Putin fuera un simple desconocido y un obscuro jefe de la KGB. Durante más de diez años fue su asesor principal.

A estas alturas ya las redes sociales están difundiendo a algunos candidatos en diferentes poses: bailando, maquillados, de viaje, en reuniones, en entrevistas con la TV, pero sin mayor repercusión de sus intervenciones, sino al contrario, esos TikTok, videos, memes están generando burlas o comentarios desfavorables. O tienen sus espacios de entrevistas en YouTube, de donde salen una serie de arengas.

El “El mago del Kremlin” plantea algo profundo, inquietante. Señala que no se trata de hacer campañas publicitarias, sino trabajar con la información y la comunicación, llegando a plantear hasta inventar la realidad:  “¿Qué te parece dejar de crear ficciones y empezar a crear la realidad?. Ya no se trata de mantener algo que ya existe, sino de inventar algo que todavía no existe”, qué manera de ir al fondo del asunto, lo cual no es entendido por los estrategas y marketineros electorales que ya están en sus labores detrás del candidato.

Es un enorme desafío el planteado: crear realidades e inventar algo que no existe. Eso hizo el MAS, luego de las revueltas de octubre de 2019. Impuso la postverdad y que la prensa, la gente, los analistas, los opinólogos internacionales arguyan el concepto de lo que existió fue un “golpe de Estado”. Una estrategia que es electoral y altamente política. Logró polarizar, dividir y confrontar a los bolivianos entre la huida de Evo Morales, el cambio de gobierno y la tesis del golpe de Estado.

¿Por qué no crear algo así? ¿Por qué el candidato no irrumpe con fuerza, con un discurso que golpee o con acciones que sean retenidas por la gente? Pues ahí tienen el reto compañeros asesores presidenciales.

Putin le dijo a la CNN sobre el secreto de su éxito, que radicaba no en las campañas publicitarias, sino en un elemento central, que hoy es un alimento indispensable para la ciudadanía: “Trabajar con la información me ha permitido, tener una visión  más amplia y desarrollar algunas cualidades en el tacto con la gente”. La información no es solo poder, es una imprescindible arma para cambiar a las personas, para transformar realidades e inventar hechos o nuevas realidades.

“La importancia de vuestras acciones sobre el campo de batalla no se mide por el número de ciudades que tomáis, se mide por el número de cerebros que conquistáis”, explica el asesor de Putin al periodista italiano. Además, los candidatos, que ya van 15 de la oposición y dos del oficialismo, fíjense en esta tremenda provocación política: “El asunto no es ganar unas elecciones, de lo que se trata es de construir un mundo”.

Eso hizo el MAS hace más de catorce años. Nos planteó una nueva Bolivia, la Plurinacional, y así avanzó en sus planes en todos los niveles. Estemos o no de acuerdo. Pues ahora, otro reto para los asesores, ¿Qué Bolivia quieren construir de cara al mundo?

¿Para qué la política? ¿Cuál es el objetivo del poder? ¿Qué es hacer política? Las respuestas que hemos escuchado es variada: servir al pueblo, hacer gestión por la salud, educación, alimentación, etc. Pero es algo más y con ello, se hace una síntesis de todas las respuestas posibles, cuando el boliviano está acosado de tantos peligros y problemas irresueltos.

“La política tiene un solo objetivo: dar respuestas a los terrores humanos”, apunta muy bien el asesor de Putin.