Nuestra Democracia está puesta a prueba

“Aquí cabemos todos o no cabe ni Dios”, cantaba Victor Manuel cuando se recuperaba la democracia en España. Ahora, para que nuestra reconciliación funcione, necesitamos que vuelvan todos. Hay una lista muy larga de perseguidos con procesos despreciables que, al haberse judicializado la política, limita una solución por los perseguidos, presos o procesados indebidamente, con saña y venganza. El sainete organizado «por alguien» y que drogó al General Zúñiga el 26 de junio para que haga lo que hizo, ratificó que ya no hay espacio para volver al pasado golpista.

Tenemos una deuda con Janine, Luis Fernando, Marco Antonio, Lucho, Mario, Paulo, Guido, Hugo, José María, Javier, Toño… los nombres continúan y debemos terminar el escarnio contra quienes son perseguidos por ser de la oposición. Exijamos juicios transparentes y respeto pleno al debido proceso pues los necesitamos libres de procesos mañosos, en ejercicio de sus derechos y ayudando a reconstruir la patria.



Mientras, el poder del oficialismo, el MAS IPSP y el gobierno se asienta en la responsabilidad de cinco personas: Lucho, Evo, David, Andrónico y Álvaro. Hay que recordarles que, para la consciencia ciudadana, hay un solo MAS. No pretendan decirnos que «el proceso de cambio» tiene dos vertientes, dos historias, dos orígenes, y que las responsabilidades están separadas. Ofenden el sentido común y la racionalidad de la ciudadanía y de una juventud que habita el mundo digital. Con la Internet, encontramos los nombres de todos en una sola voluntad, en diferentes funciones, pero defendiendo férreamente las decisiones del instrumento, por absurdas que hubieran sido.

Ellos, y la claque oportunista del entorno, son responsables de lo que está ocurriendo y de lo que pueda venir. Están a tiempo de evitar se produzca lo que nadie se anima a nombrar, acepten el fracaso y organicen un repliegue organizado. Necesitamos celebrar el Bicentenario en Democracia y reconciliación, cosa que ellos, ya no pueden hacer.

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En Democracia, todos tenemos derecho a pretender representación mediante el voto y no se puede pedir a nadie que renuncie a su derecho constitucional. Tampoco es el número de candidatos lo que debiera generar inquietud. En las elecciones de 1980 existían 82 agrupaciones políticas reconocidas. La ciudadanía, con su formación cívica deberá ser quien valide con su voto, a los candidatos de una lista generosa en el espacio no masista, que aspiran y pretenden, ser los portavoces de la voluntad popular. Las formalidades exigen una sigla con organización y liderazgo, un plan y ahora, además, una presencia territorial que garantice que la visión desde el gobierno, respete la diversidad regional, ideológica, plurinacional y cultural de la sociedad boliviana.

Como el MAS, si no pierde la sigla, buscará continuar en el poder, se hace necesario preguntarnos, ¿quién competirá con éxito democrático en el electorado no masista, tomando en cuenta las confrontaciones en el oficialismo y la necesidad de un cambio en nuestra vida en sociedad, en la sostenibilidad estatal y en la recuperación de la economía? Es posible que muchos de los nombres busquen posicionar liderazgos regionales y la construcción de una alternativa. Otros, lo hacen para negociar espacios posibles. Y los que se saben más grandes, esperan…

Lo que debieran tener claro todos los líderes, es que éste no es un momento común de nuestra vida democrática y se está jugando algo más que un cargo público. Empecemos, entonces, a exigir que junto con el derecho que tienen a ser candidatos, den a los ciudadanos las certezas necesarias y resolvamos la Paradoja que tenemos al frente. Si para enfrentar electoralmente al MAS, se necesita una propuesta y un liderazgo muy sólido, hay que reconocer que en este momento la organización política de la oposición está rotundamente fraccionada, los liderazgos tienen un desgaste muy grande, y por la organización corporativa de la sociedad boliviana, no se han abierto espacios a jóvenes y mujeres que están fuera de los aparatos. Ha llegado la hora del debate y la coyuntura parece propicia para hacernos escuchar.

La democracia boliviana está en vilo por la 5ª candidatura presidencial de Evo Morales, confrontado con quien fuera su «cajero», el ahora presidente Luis Arce, mientras ronda una violencia, que se sabe de dónde arrancará, pero resulta imposible determinar hasta dónde puede llegar. Después del mensaje presidencial del último domingo, Bolivia tiene dos presidentes masistas. Uno que dice estar en ejercicio y otro que le pone las condiciones. Con 20 pre candidatos al frente.