Rosatom dijo que los pedidos del Ministerio de Defensa aumentaron como nunca antes, avivando los temores de una nueva carrera armamentística. El Kremlin rechazó además la oferta de conversaciones con Estados Unidos sobre el tema.
Putin visita una central de desarrollos nucleares en Dubna (Sputnik/Alexander Kazakov/Pool via REUTERS)
Fuente: infobae.com
El presidente de la agencia nuclear rusa Rosatom, Alexey Likhachev, reveló este martes un aumento sin precedentes en los pedidos del Ministerio de Defensa, que en algunos casos se han multiplicado por diez. Esta escalada en la producción militar nuclear rusa se produce en un momento de renovada preocupación global por la carrera armamentística y las negociaciones sobre control de armas.
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Durante una reunión con el presidente ruso, Vladímir Putin, Likhachev enfatizó que el “principal trabajo” de Rosatom actualmente es atender el pedido militar estatal.
“Los pedidos militares estatales aumentan, aumentan, en ocasiones, hasta diez veces”, afirmó, al rendir cuentas al mandatario ruso del desarrollo del sector nuclear en Rusia.
“El complejo militar nuclear cumple tres tareas fundamentales: garantizar la paridad nuclear, desarrollar nuevas armas basadas en nuevos principios físicos y desarrollar armas no nucleares, incluyendo las necesarias para la operación militar especial en Ucrania”, agregó Likhachev, utilizando la terminología oficial rusa para referirse a la invasión a Ucrania.
Putin y Likhachev durante una reunión en Moscú en agosto (Sputnik/Alexander Kazakov/Kremlin via REUTERS)
Este aumento en la producción militar nuclear coincide con la reciente presentación por parte de Rusia de su nueva doctrina nuclear, que amplía el tipo y origen de amenazas ante las cuales Moscú respondería con armamento nuclear. El presidente Putin anunció que la doctrina actualizada incluye ahora a “Estados y alianzas militares” como objetivos potenciales de “contención nuclear”, y se reserva el derecho de utilizar armas nucleares “incluso si el enemigo, utilizando armas convencionales, crea una amenaza crítica” a la soberanía rusa.
La escalada en la retórica y la producción nuclear ha generado preocupación en la comunidad internacional. El presidente estadounidense, Joe Biden, expresó el domingo la disposición de Washington de abrir conversaciones con Rusia, China y Corea del Norte, “sin condiciones previas, para reducir la amenaza nuclear”. Sin embargo, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, respondió este lunes que tales negociaciones son “absolutamente imposibles” en el contexto actual, citando la “participación indirecta y directa” de potencias nucleares como Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia en el conflicto ucraniano.
Lijachov también destacó que, a pesar de la guerra en Ucrania y las sanciones occidentales, Rosatom ha logrado mantener un “desarrollo considerable”. “No solo fortalecimos nuestros proyectos, sino que sentamos sólidas bases para el futuro, en primera instancia en lo que se refiere al desarrollo científico y tecnológico”, afirmó. Además, señaló que el complejo militar nuclear ruso es un “suministrador de tecnologías soberanas” para diversos sectores civiles, incluyendo la industria automotriz, la economía digital, la medicina y las tecnologías de impresión 3D.
El aumento en la producción militar nuclear se produce en un contexto de creciente tensión global. Rusia ha desplegado armas nucleares tácticas en Bielorrusia, una medida que, según Moscú, busca disuadir a la OTAN. Además, ha preparado su principal polígono de ensayos atómicos en el Círculo Polar Ártico a la vez que amenazó con volver a realizar una prueba nuclear por primera vez desde 1990. Todas acciones que han sido interpretadas por muchos analistas como una advertencia a Occidente.
Estos desarrollos han llevado a un aumento de la preocupación en la comunidad internacional sobre la posibilidad de una nueva carrera armamentística nuclear. El año pasado, Putin suspendió el cumplimiento del START III, último acuerdo de desarme nuclear aún vigente entre Rusia y Estados Unidos, y Moscú se ha negado en varias ocasiones a reanudar las negociaciones para la firma de un nuevo tratado en sustitución del que expira en 2026.