Francisco Marupa, la voz contra la codicia de la minería ilegal que acecha el Madidi


¿Víctima de una guerra entre indígenas y mineros inescrupulosos? ¿Parte de un conflicto interpersonal? Para sus hermanos, Francisco Marupa era una persona que pereció defendiendo su tierra.

Por Jorge Manuel Soruco Ruiz

Francisco Marupa, en una foto que conservan sus compañeros lecos. FOTO: CIPLA
Francisco Marupa, en una foto que conservan sus compañeros lecos. FOTO: CIPLA

Fuente: https://www.vision360.bo



Para sus vecinos y coterráneos, Francisco Marupa era una persona trabajadora y muy comprometida con su comunidad. No era dirigente, en el sentido exacto de la palabra, pero fue una de las voces que se levantaron en contra de los intentos para expoliar la Amazonia de sus recursos naturales. Voz que fue silenciada por la fuerza hace dos semanas, lo que genera nuevos conflictos entre el pueblo leco, autoridades y empresarios.

“No somos activistas, como muchos creen. Nosotros somos indígenas que vivimos toda nuestra existencia en este territorio. Por eso, por naturaleza, por herencia de nuestros antepasados, cuidamos y queremos mucho  nuestra tierra. Así era el hermano Francisco, uno de nosotros, hablaba alto cuando se trataba de defender”, contó a Visión 360 Dionisio Miguel Gutiérrez, capitán grande del Territorio Indígena Originario (TCO) del Pueblo Leco.

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Es por eso que su fallecimiento alentó las llamas de la ira perenne de este pueblo para con los cooperativistas mineros, a quienes acusan de ser los responsables intelectuales del asesinato de Francisco Marupa. Una ira que se manifestó la semana pasada como rechazo a los resultados de las investigaciones de las autoridades, que contradicen la posición indígena y proponen que la muerte de Marupa fue resultado de una rencilla personal.

Las autoridades trasladan los restos de Francisco Marupa. FOTO: ABI

 

Conflicto de larga data 
Las sospechas de los comunarios de Torewa, donde vivía Francisco, tienen fundamentos: en los últimos años empresas mineras, tanto legalmente establecidas como ilegales, han buscado entrar a territorios que pertenecen a los pueblos originarios o son parte de las áreas protegidas.

De hecho, la Central Indígena del Pueblo Leco de Apolo (CIPLA), organización a la que pertenecía Marupa, denunció en varias ocasiones el avasallamiento por parte de bandas, la explotación ilegal de los recursos naturales de la región, la pesca y la caza furtiva, la tala indiscriminada y el tráfico ilegal de tierras.

En un comunicado, emitido poco después del hallazgo de los restos de Marupa, la Central exigió garantías del Estado para “proteger el territorio indígena titulado, los recursos naturales y la vida de los integrantes del pueblo indígena Leco Apolo”.

Según el Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (Cejis), hay muchos intereses empresariales en la zona de Torewa, ubicada en el norte de La Paz, dentro del Parque Nacional Madidi, en la provincia Abel Iturralde. Según un estudio compartido a los medios nacionales, se identificó el interés particular en la extracción minera en los ríos Beni, Tuichi, Madre de Dios y Tequeje. Estas iniciativas, muchas de ellas ilegales, “han generado reacciones de violencia, amenaza e intimidación contra las comunidades y autoridades, como la quema de sus casas y el desalojo forzado de las familias”.

En los últimos años, el resto del país conoció los conflictos entre las comunidades y la minería ilegal y cooperativizada, puesto que estas últimas iniciaron una agresión más abierta,  aunque esto no es un fenómeno reciente, según denunciaron los representantes de los pueblos originarios que habitan en las zonas afectadas.  En 2021, según gente de la zona, aparecieron muchas cuadrículas mineras, además de que, poco a poco, comenzaron a ingresar cada vez más profundamente en el territorio.

No podemos dejar que entren. El oro no se come, no crece. No podemos dejar que nos saquen

El año pasado, la Coordinadora Nacional de Defensa de los Territorios Indígenas Originarios Campesinos y Áreas Protegidas de Bolivia (Contiocap) denunció que el Madidi está en riesgo a causa del avance de la minería ilegal.

La extracción de oro avanza lentamente por los ríos amazónicos, parte de la reserva, mientras que  los mineros pretenden consolidar apoyo estatal para satisfacer sus ambiciones.

Y una de sus estrategias, según los dirigentes indígenas, es amedrentar a los pobladores recurriendo a la violencia y al acoso constante.

Comunarios, en un bote río arriba, buscan a los responsables. FOTO: CIPLA 

 

Antecedentes del crimen
Gutiérrez informó a Visión 360 que Marupa es la primera víctima mortal de este conflicto. “Nunca antes llegaron a este extremo. Pero estaban en campaña para intimidarnos”, dijo.

Así, los comunarios indígenas de Torewa denunciaron el robo de sus herramientas de trabajo agrícola, la destrucción de sus botes, ya sea con daños directos o al soltar sus amarras para que la corriente de los ríos se los lleve, independientemente del tamaño de la embarcación e, incluso, la destrucción de cultivos y la quema de, hasta el momento, dos casas.

Esta es nuestra tierra, la tierra de nuestros antepasados, el agua que nos da vida.

“Bloquearon el único ingreso que existe, por el arroyo. En  2023, por ejemplo, quitaron a tres hermanos su producción de plátano, que es el único producto que se puede vender. Hemos denunciado a la Fiscalía de Apolo, sin respuesta, sin resultado, sin avance en la investigación”.

Autoridades y comunarios se reunieron para coordinar esfuerzos.  FOTO: CIPLA

 

La víctima   
Francisco Marupa nació en la zona el 18 de septiembre de 1958. Según informaron sus vecinos, vivió en la región durante toda su vida.

Era considerado un buen vecino, una persona trabajadora y “un referente para todos nosotros”. Cuando asumía una responsabilidad con la comunidad la cumplía a carta cabal, incluso cuando llegaba la hora de denunciar los atropellos.

“Francisco Marupa era un hermano bastante importante dentro de nuestra familia, dentro de nuestra comunidad y el territorio.”
Dionisio Miguel Gutiérrez

Su actividad económica se desarrollaba tanto en tierra como en el agua. Tenía su chaco y su bote. Producía, principalmente, plátano y cacao. También cultivaba tubérculos de la zona, como la yuca, además de arroz y la caña de azúcar. Paralelamente se dedicaba a la caza y pesca.

Según CIPLA, la mayor parte de su producción se destinaba al consumo familiar, con un pequeño excedente para la venta.

De hecho, el trabajo de Marupa estuvo relacionado con la investigación y la captura de Julio L.T., de 20 años, quien reconoció ser el autor del asesinato.

594 familias forman la comunidad leco en Torewa. Fue fundada el 12 de septiembre del año 1993, por los integrantes de 12 familias.

Gutiérrez contó que el asesinato se descubrió el 12 de febrero, cuando un compadre de Marupa, identificado como Daniel, acudió a su casa, porque el día anterior quedaron en juntarse para compartir la comida después del trabajo.

“El hermano Daniel acudió gritando ‘compadre, compadre, compadre Pancho’. Como nadie respondía, vio que la puerta estaba abierta, entró y encontró  la casa destrozada, llena de sangre y el bote, el medio de transporte que usaba, estaba perdido también”, reveló.

Fue a pedir ayuda a la comunidad para iniciar la búsqueda.  El jueves 13 de febrero acudieron a las autoridades de Apolo y Rurrenabaque, las que se sumaron a los esfuerzos.

El viernes 14, el cuerpo fue encontrado entre los plátanos del chaco, con señales de violencia. Se continúo la búsqueda, río arriba, hasta dar con la embarcación y, cerca de ella, tres personas, dos de las cuales escaparon, dejando al principal sospechoso.

No hay conformidad con los resultados

Julio L. T. confesó ser autor del asesinato. Fue detenido en un operativo en el que participaron tanto las autoridades policiales como los comunarios de Torewa.

El domingo, mediante su cuenta en Facebook, el ministro de Gobierno, Eduardo Del Castillo, descartó que la muerte del indígena leco Francisco Marupa haya sido por un ajuste de cuentas o una acción de la minería ilegal. Señaló que se debió a problemas personales que tenía la víctima con la persona que confesó el crimen.

Al informar de la aprehensión del sospechoso aseguró que este es el responsable “porque tenía problemas personales con la víctima, por lo que se descarta muerte por ajuste de cuentas, temas territoriales o minería ilegal”.

La respuesta de los dirigentes lecos fue de escepticismo. “Estamos todavía más indignados, con la actitud del Ministro de Gobierno. Hemos visto su maniquí, su postura de autoridad, tratando de minimizar el hecho que ocurrió con nuestros hermanos, con nuestro pueblo, con nuestros territorios, con nuestra biodiversidad. Es una lamentable situación que una autoridad de Gobierno, cuando nosotros le estamos exigiendo, cuando estamos reclamando. No nos puede responder de esta manera”, reclamó Dionisio Miguel Gutiérrez, capitán grande del Territorio Indígena Originario (TCO) del Pueblo Leco.

De esta manera, los representantes de este pueblo originario continúan pidiendo que se resuelva el caso, además de atender las demandas relacionadas con el crimen.

Mientras tanto, el martes 18 de febrero  Julio L. T. fue trasladado al penal de San Pedro de La Paz, donde cumplirá una detención preventiva de cinco meses.

BIOGRAFÍA

Í° NACIMIENTO · Francisco Marupa nació en la provincia Abel Iturralde el 18 de septiembre de 1958.

Í° OCUPACIÓN · Durante las seis décadas de su vida se dedicó a la agricultura, principalmente de cacao y plátano, la pesca en los ríos amazónicos y la caza de especies de la zona.

Í° ACTIVISMO · No se consideraba activista, pero trabajó en pos de proteger el territorio del pueblo leco.

 

La desaparición que movilizó al pueblo leco

1 DESAPARICIÓN. El miércoles 12 de febrero Daniel, compadre de Marupa, reportó la desaparición. El pueblo se movilizó.

2 AUTORIDADES. El jueves 13 de febrero, los representantes de Torewa se comunicaron con la Policía y la Naval.

4 DETENCIÓN. El sábado 15 de febrero se aprehendió a Julio L. T., quien confesó ser el autor del asesinato de Marupa.


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