El título del presente artículo proviene de un aforismo popular que insinúa el cuidado en la búsqueda del equilibrio evitando caer en los extremos y que traemos a colación para lo que estamos viviendo como consumidores en los comercios, pero a la vez lo que están viviendo los ‘fijadores de precios’ también, en una suerte de dos caras de la moneda y que lo referimos en una pasada edición con la frase: «El 100% de 0 es 0, pero también el 0% de 100 es 0; por lo tanto, a no descuidar el importe de la contribución y monitorear las elasticidades, precio e ingreso».
Recientemente, a mediados de este mes estando en compras en el supermercado, noté con ligero asombro que, algunos precios de productos importados que habían subido de precio a principios del mes pasado, volvieron a dichos precios, así por ejemplo: Un café que subió de Bs.65 a Bs.76, retornó a Bs.65, otro café que subió de Bs.60 a Bs.65, retornó a Bs.60, Una toalla de bebé que subió de Bs.13 a Bs.15, retornó a Bs.13, Una pasta dental que subió de Bs.32 a Bs.40, retornó a Bs.32 y si bien en este tipo de negocios donde la cantidad de artículos son varios miles, lo ocurrido con una ínfima muestra no lleva a una conclusión, pero sí a su revisión conceptual, y para ello reforzaremos con la siguiente información de la estadística oficial.
La inflación general a 12 meses en enero-25 fue del 12,03% y del rubro de alimentos del 19,24% siendo que hace un año (enero-24) estos valores fueron 1,86% y 2,17% respectivamente. A su vez, la inflación general mensual en enero-25 fue de 1,95% y del rubro de alimentos 2,92% y un año atrás, 0,08% y -0,40% respectivamente, –ver gráficos 1 y 2–. Por otro lado, si se toman los datos del último cuatrimestre (octubre-24 a enero-25) y se ‘anualiza’ se obtendría una inflación general a 12 meses de 19,47% y del rubro de alimentos de 35,5%. Esta situación, que viene a manifestarse con una acentuación no es otra cosa que el resultado de muchos factores, entre los más relevantes: a) La pérdida de poder adquisitivo de la moneda local frente al dólar con una ‘brecha cambiaria’ del 65%, b) Los problemas logísticos en el abastecimiento de combustibles, c) Clima, bloqueos y otros; y lo más razonable de intuir es que la perspectiva no cambie al menos en el mediano plazo, por consiguiente la precisión al momento de ‘fijar precios’ no debe tomarse a la ligera.
¿Qué es lo que ha ocurrido? Parafraseando al Prof. Juan Carlos de Pablo, «En tiempos de incertidumbre, el privado controla su gasto de manera más razonable» o para contrarrestar al Nobel de Economía 2017 Richard Thaler, «Portarse mal, ya no será el hábito al momento de comprar» En otras palabras, el consumidor de manera general ajustará sus necesidades, gustos o preferencias en función a su ingreso disponible, en algunos tipos de bienes o servicios buscando las segundas marcas y/o sacrificando la relación calidad-precio, y en otros tipos de bienes o servicios, simplemente prescindiendo su compra, pues en su escala de valoración habrán pasado de ser «un gusto a un gasto»
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Si al momento de ‘fijar precios’ solo se hizo la tarea con la ‘elasticidad precio’ y se dejó de lado el análisis de la ‘elasticidad ingreso’, lo más probable es que, ese error se traduzca en un ‘incremento de precios, pero con reducción más que proporcional de la contribución’, si ese fue el caso, ‘el disparo fue en el pie o en el corazón, dependiendo la estructura del portafolio’ y con certeza, ‘en algunos casos, pondrá reversa en las decisiones de precios’.
Efectivamente, hay situaciones donde el poder negociador de los proveedores es alto, más aún con el exterior, pero en líneas generales, una buena negociación con los proveedores, un claro conocimiento de la nueva realidad de los clientes y sobre todo, el quirúrgico nivel de inventario acorde a los dos puntos anteriores, hoy por hoy son, más que factores críticos de éxito, elementos indispensables de sostenibilidad.