La historia de Santa Cruz es la historia de un pueblo que ha forjado su destino contra la adversidad, la indiferencia y el centralismo. Durante 200 años, la región ha luchado por mantener su espíritu de libertad y emprendimiento, ese mismo que le permitió, a pesar del aislamiento y el olvido estatal, convertirse en la locomotora económica del país. Pero hoy, en este bicentenario, nos encontramos con una paradoja inquietante: celebramos nuestra independencia mientras cada vez tenemos menos libertad.
El modelo cruceño de desarrollo —basado en la iniciativa privada, el esfuerzo cooperativo y la visión de largo plazo— ha sido históricamente la clave del progreso de la región. Sin embargo, en lugar de contar con un Estado que facilite y potencie esta vocación productiva, nos enfrentamos a un Estado que restringe, confisca y controla. No tenemos plena libertad económica cuando la sombra de un decomiso gubernamental pende sobre nuestros productores, cuando ya ni siquiera podemos manejar nuestro dinero en la moneda que lo generamos o cuando los empresarios deben sortear obstáculos burocráticos impuestos desde un poder centralista que ni entiende ni comparte nuestra visión de crecimiento.
Y si la libertad económica está amenazada, la libertad política no es la excepción. Hoy, Santa Cruz tiene a su gobernador electo preso en La Paz, sometido a un proceso judicial que no solo carece de sustento, sino que le niega el derecho básico a defenderse en libertad. Este hecho simboliza el grado de sometimiento al que el centralismo pretende reducir a Santa Cruz: un intento de disciplinar a la región más pujante del país a través del miedo y la arbitrariedad.
Pero si hay algo que caracteriza al cruceño es que no se rinde, incluso cuando el Estado se convierte en su principal obstáculo. Avanzamos a pesar del gobierno y a pesar del sistema, con la convicción de que la libertad no es una concesión, sino un derecho que nos pertenece por historia y por mérito.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
Es inadmisible que después de 200 años de independencia, ni siquiera podamos decidir sobre nuestro propio calendario de feriados sin la necesidad de validación del Ministerio de Trabajo, no podemos decidir ni cuándo nos da la gana de dejar de trabajar, eso ya es el colmo de los colmos.
Es pues inadmisible que el esfuerzo productivo de nuestra gente esté siempre bajo amenaza, que nuestros líderes sean perseguidos por el solo hecho de representar a su pueblo y que el poder judicial actúe como un brazo político del centralismo, en lugar de ser el garante de la justicia.
Hoy, Santa Cruz celebra la independencia como un hecho consumado, pero con una meta pendiente. Hemos demostrado que somos capaces de generar riqueza, innovar y avanzar a pesar de las trabas, pero la libertad no puede ser solo económica. Queremos ser libres en todas las dimensiones: económicas, políticas y jurídicas. Y si cualquier gobierno insiste en restringirnos, seremos nosotros, como en el pasado, quienes decidamos rescatar nuestra libertad plena. ¡SIEMPRE LIBRES CRUCEÑOS SEAMOS!
Nadia Beller