Política, tiempos, momentos y el discurso postmoderno


 



 

La política es la capacidad de tomar decisiones en los momentos adecuados; los tiempos deben estar medidos, y los políticos deben conocer qué es lo que requieren no solamente sus simpatizantes, sino también gran parte de la ciudadanía. Deben recordar que el poder no proviene del cargo, ni de una candidatura, ni mucho menos de una herencia. Sobre esto, Maquiavelo lo explica con maestría en el primer capítulo de El príncipe. Los momentos son los escenarios en los cuales los actores se desenvuelven, y las estrategias que se deben ejecutar lo hacen en los tiempos estudiados y requeridos: no antes ni después, sino en su momento. El Decreto Supremo 21060 es el ejemplo más cercano de una toma de decisiones políticas en el momento adecuado y en su debido tiempo. Podemos acotar que, ante la inflación galopante, Víctor Paz Estenssoro tenía una carrera contra el tiempo para estabilizar la economía y acabar con el modelo nacionalista revolucionario creado por él mismo treinta y tres años atrás.

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Ante el despilfarro de recursos públicos en la era de Evo Morales y la incapacidad de Luis Arce para realizar las reformas que el Estado necesita, nos encontramos en crisis. La falta de carburantes y de dólares estadounidenses afecta no solamente al comercio y a los productores, sino a la ciudadanía en general, donde los más pobres ven cómo pierden poder adquisitivo. La escasez de diésel y gasolina no solo provoca interminables filas de motorizados, sino también desabastecimiento de productos en los mercados, lo que incrementa los costos para los productores primarios e industriales. Sin dólares suficientes, las importaciones se vuelven cada día más complicadas, y un ejemplo de ello es la dificultad para adquirir medicamentos e insumos médicos. Se advirtió al Gobierno sobre la falta de divisas y, en su momento, el propio Arce y su equipo negaron la realidad y culparon a la oposición. Perdieron el momento; dejaron pasar el tiempo esperando que todo se solucionara mágicamente con la ayuda del espíritu revolucionario, y crearon su propio discurso: la culpa es del otro; nosotros hacemos todo lo posible y todo lo que está en nuestras manos. El malvado que destruye la administración de Arce ha pasado de ser el imperialismo al Parlamento. Los portavoces de Palacio en la plaza Murillo son la muestra del exceso de la alocución posmoderna, bajo la ingenuidad de que el discurso crea la realidad.

La cercanía de las elecciones nacionales motivó a diversos actores a ver posibilidades, no solo de lanzar sus candidaturas, sino de ocupar la Presidencia. El primero en presentarse fue el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga, tras firmar un acuerdo con el Frente Revolucionario de Izquierda. El equipo de Tuto parece haber recordado tarde una célebre frase de Juan Lechín: “Quien comienza a correr muy temprano, corre el riesgo de cansarse”. Tras haber ingresado al Bloque de Unidad y haber afirmado hasta hace unos días que participaría en las encuestas que se realizarán para elegir al candidato que se presentará en las elecciones, de manera imprevista y unilateral decidió no participar en ellas, con argumentos leguleyos. Sus asesores parecen haber olvidado la Sentencia Constitucional 0015/2021, que declaró inconstitucional la inhabilitación de candidaturas por difundir encuestas. Sus voceros intentan repetir, sin éxito, el discurso que les asignaron, cuando la realidad, la opinión publicada e incluso los propios vocales del Tribunal Supremo Electoral mencionan que la normativa no prohíbe las encuestas de precandidatos. Tuto ahora se opone al Bloque de Unidad y a cada uno de los líderes que lo integran. El discurso se ha ido modificando, y ahora existe una supuesta conspiración articulada para atacarlo. ¿Cuántas excusas más necesita para lanzar su candidatura en solitario? ¿Será nuevamente el divisionista del voto?

Tuto tomó la decisión fuera de tiempo, yendo contra su palabra y sin entender el momento en que se encuentra el país. Sus portavoces, por mucho que repitan sus argumentos, no pueden cambiar la realidad, y son la muestra del discurso posmoderno y de la posverdad.

 

Jorge Roberto Marquez Meruvia

Politólogo

 

 


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