Vargas Llosa y Bolivia


 

Siempre demostró afecto y respeto por Bolivia. No sólo porque vivió varios años de su niñez en Cochabamba y aprendió a leer con el hermano Justiniano, del Colegio La Salle, sino porque estuvo casado dos veces, con dos cochabambinas una tía suya «La tía Julia» y otra su prima carnal Patricia Llosa, con quién tuvo tres hijos que ahora desde Madrid nos anuncian la muerte del gran novelista Mario Vargas Llosa.



«En Bolivia me ocurrió lo más importante de mi vida. Aprendí a leer» y ya en abierto diálogo sostuvo que esas letras pequeñas le ayudaron a descubrir el maravilloso mundo de viajes interplanetarios, de los continentes diversos, de los personajes como Napoleón, Bolívar, Colón, de los escritores que aproximan al lector a la intimidad de la historia y de los hechos que transformaron el mundo.

Mario se puede asegurar ha sido un gran querendón de Bolivia. Antes y después de incursionar en la política peruana y haber candidateado a la Presidencia que perdió frente a un autarca, Vargas Llosa combatió contra las dictaduras, sus escritos sobre Bolivia, el tema del masismo y su exponente Morales Ayma, ocuparon a menudo las columnas desde España, desde Estados Unidos, desde Perú.

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No dejó de escribir y defender los valores democráticos de nuestra era, lo hizo con énfasis al abandonar las tempranas simpatías por Castro y su Revolución. Por aquellos años, junto al otro Nobel, García Márquez trató de convencer al mundo de las bondades del castrismo, del que fue apartándose de a poco, hasta denunciar la inhumanidad y los desaciertos del comunismo cubano. Tuvo, sin duda que ver, la enemistad con Gabo (García Márquez) su compadre en dos ocasiones, con dos de los hijos del colombiano, enemistad se dice originada en celos matrimoniales que terminó en golpes de puño entre los dos portentos. Lo cierto es que ambos, célebres por obra de la Fundación Nobel que les concedió las preseas en el mismísimo escenario de la Ópera de Estocolmo, de manos del Rey Carlos XXVI Gustavo. Es que sus obras, leídas por millones, en todos los idiomas, son de tal calidad que deleitan, subyugan, embelesan.

Conservó la amistad de dos diplomáticos bolivianos Carlos Antonio Carrasco y Alberto Quiroga, ambos uno desde París, el otro desde Washington me nutren de detalles de esa envidiable infancia en La Salle de Cochabamba, «10 cuadras distante de la casa de mi abuelo en la calle Ladislao Cabrera» de Cochabamba, por ello me entero de cómo era Mario, siempre amigable y cordial hasta el fin.

Sea propicia la ocasión de saludar a la familia de Mario Vargas, que desde Lima y obedientes a la última voluntad del gran pensador, cremarán sus restos en estricta reserva. Loor eterno a tan ilustre amigo de Bolivia y de sus ciudadanos.


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