Candidatos a Vicepresidente: ‘tecnócratas, influencers y burócratas’


La formación política de los candidatos a la Vicepresidencia fue cuestionada por analistas, tomando en cuenta que se trata del «puente» ente los órganos Ejecutivo y Legislativo.

Por Mauricio Diaz Saravia

Fuente: La Razón



En el actual contexto electoral boliviano, las candidaturas a la Vicepresidencia han quedado bajo la lupa de analistas y actores políticos, quienes cuestionan con firmeza la idoneidad de los postulantes para el cargo.

Desde tecnócratas con experiencia empresarial o institucional, hasta figuras construidas en redes sociales y exfuncionarios con perfil “burocrático”, la variedad de perfiles “no logra responder” a la necesidad esencial de esta figura clave en la estructura del Estado: ser el puente entre los órganos Ejecutivo y Legislativo, un articulador de acuerdos, un gestor de tensiones y defensor del equilibrio institucional.

=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas

Candidatos a Vicepresidente

Sin embargo, el rol que ocupa en el diseño institucional boliviano no es meramente simbólico. Según la politóloga Susana Bejarano, esta figura debería ser “un puente virtuoso entre el Ejecutivo y el Legislativo”, con capacidad para generar acuerdos, articular discursos de poder y promover estabilidad en la gestión pública.

En ese sentido, la analista critica un rol “ausente” del actual vicepresidente David Choquehuanca, de quien dice no generó el espacio de conexión entre el los órganos Ejecutivo y Legislativo.

“Hoy tenemos un David Choquehuanca prácticamente desaparecido del escenario político, lo que contradice en esencia la función de la Vicepresidencia. No es una figura decorativa, es esencial para generar mecanismos de estabilidad en el gobierno y reflejar las tensiones de la Asamblea Legislativa en la gestión pública”, analiza Bejarano en entrevista con La Razón.

Elecciones

Por su parte, Marcelo Arequipa, también analista político, coincide en la preocupación por la desconexión entre los actuales postulantes y las responsabilidades “reales” del cargo. “Se necesitan verdaderos políticos que sepan negociar, transar, construir mayorías, y eso no se está viendo en las candidaturas. Hay tecnócratas, influencers y burócratas, pero no operadores políticos”, enfatiza.

El proceso electoral boliviano trajo consigo un abanico de candidaturas a la Vicepresidencia que, “en lugar de aportar claridad y certeza, han generado mayor incertidumbre” sobre el perfil ideal para uno de los cargos más importantes del sistema político.

Analistas

A juicio de Bejarano, la Vicepresidencia no solo debe cumplir funciones administrativas o de representación simbólica, sino operar como un actor estratégico capaz de articular las voluntades políticas necesarias para una gobernabilidad eficaz. Esta mirada es compartida por diversos sectores académicos y ciudadanos que, frente a una crisis de representación, exigen mayor preparación política en quienes aspiren a cargos de tan alta responsabilidad.

El contexto actual muestra una Asamblea Legislativa fragmentada, con profundas tensiones internas y externas en las bancadas y que afectan directamente la gobernabilidad. En este escenario, el Vicepresidente debería actuar, según los analistas, “como mediador y facilitador de consensos”. Dicho rol que, según Bejarano, se encuentra completamente abandonado bajo la actual gestión de Choquehuanca.

En la práctica actual, la ausencia de esta figura se traduce en la paralización de importantes proyectos de ley, la falta de articulación para la aprobación de créditos internacionales y un clima político tenso que debilita la gobernabilidad.

Electorado

A esto se suma una “alarmante” desconexión entre las campañas electorales y el diseño institucional. “Los candidatos a la Vicepresidencia han sido seleccionados bajo criterios estéticos o curriculares, sin considerar su capacidad real de operación política”, cuestiona Bejarano.

Arequipa, por su parte, advierte que el enfoque empresarial o tecnocrático de algunas fórmulas vicepresidenciales responde más a un intento de modernización aparente que a una lectura profunda de la institucionalidad política boliviana”.

Muchos de ellos vienen del mundo empresarial o de las redes sociales. No conocen cómo se negocia una ley, cómo se construye una mayoría o cómo se evita una crisis legislativa. Y lo más grave es que no están siendo preparados para eso”, considera.

Funciones

La figura vicepresidencial, tal como ha sido definida en la Constitución y reforzada en la práctica política desde 2009, tiene funciones concretas que trascienden la figura del acompañante del Presidente. En tanto presidente nato de la Asamblea Legislativa Plurinacional, el Vicepresidente debe conducir los debates más complejos del país y, en muchos casos, definir con su voto decisiones cruciales para el rumbo del Estado. En este marco, la ausencia de operadores políticos entre los candidatos actuales representa una señal “preocupante”. Eso, tomando en cuenta el tipo de liderazgo que se está proponiendo al electorado.

Este desajuste entre el rol institucional y los perfiles seleccionados lleva a pensar que las campañas priorizan la imagen o el discurso disruptivo, antes que la formación política o la experiencia legislativa.

Bejarano expone este punto: “Si yo soy un gran economista, capaz, no sé si eso es suficiente para generar todos los acuerdos que se tienen que generar y generar todas las operaciones políticas que se tienen que generar para estos acuerdos”.

Cargo

La preocupación es válida: las decisiones más complejas del país, como acuerdos internacionales, créditos externos o reformas estructurales, pasan por la Asamblea Legislativa. En ese sentido, su conducción no puede quedar en manos improvisadas.

Con una Asamblea cada vez más polarizada, la necesidad de un Vicepresidente “con temple”, formación política y experiencia en negociación legislativa se vuelve imprescindible. La Vicepresidencia debería recuperar su centralidad como garante de la gobernabilidad democrática y equilibrio de poderes. Eso, ejos de ser un espacio decorativo o un peldaño de aspiraciones presidenciales.

El electorado decidirá cuál de los 10 candidatos asume ese rol.

Fuente: La Razón