Crisis económica marca la agenda electoral: inflación, escasez y descontento ciudadano


La población exige claridad en las propuestas que lancen los candidatos a la Presidencia para tener certidumbre de que el próximo gobierno podrá revertir la crisis y estabilizar la situación en el país

Las unidades de varias empresas de transporte que operan hacia distintos destinos del país forman extensas filas para abastecerse de diéselLargas filas por combustible se registran en todo el país. Foto: El Deber.

eju.tv



A menos de un mes de las elecciones generales programadas para el 17 de agosto, la profunda crisis económica que atraviesa el país se ha convertido en el eje central del debate electoral. La inflación desbordada, la escasez de dólares y combustibles, así como el encarecimiento de los productos de primera necesidad, deterioran significativamente las condiciones de vida de la población y alimentan un creciente descontento social que pide soluciones urgentes; por ello, los candidatos centran su oferta en la resolución de estos problemas.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en los primeros seis meses del año, la inflación acumulada alcanzó el 15,53%, cifra que supera por dos las proyecciones del gobierno para todo el año; asimismo, la inflación interanual supera el 24%, mientras que el precio de los alimentos básicos se incrementa aceleradamente. A esto se suma la recurrente escasez de gasolina y diésel, que genera largas filas en los surtidores y ha afectado el servicio de transporte público y de carga en todo el país.

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El impacto en los hogares ha sido profundo. Estudios recientes señalan que 6 de cada 10 bolivianos han tenido que reducir la cantidad o calidad de sus alimentos, mientras que un 70 % declara sentirse ‘pesimista’ sobre el futuro económico del país. En este contexto, la economía se ha consolidado como la principal preocupación del electorado, por encima de temas como la seguridad, la corrupción o la justicia.

Hombre con un cartel en protesta por la economia bolivianaUna pro

Tras muchos años de prosperidad económica, la cual fue impulsada por la expansión de las materias primas, especialmente el gas natural, desde hace al menos dos años el país se enfrenta a una ralentización preocupante que cuestiona la solidez del modelo económico promovido por el Movimiento al Socialismo (MAS) y más bien muestra que ingresó en la etapa de agotamiento sin retorno, señalan analistas y políticos, aunque el oficialismo si bien reconoce que hubo falla, asevera que es la única salida a la postergación actual.

La pasada jornada, los tres candidatos mejor posicionados en las encuestas de intención de voto coincidieron en que el denominado Modelo Económico Social Comunitario Productivo, base de la generación de las políticas estatales durante 20 años, ya hizo aguas y es urgente un cambio, aunque el próximo mandatario tendrá que asumir el costo político de desmantelar ese paradigma que el oficialismo defiende a rajatabla, pese a los números adversos.

Jorge Tuto Quiroga, Samuel Doria Medina y Manfred Reyes Villa señalan que el despilfarro sistemático de los gobiernos del MAS vació las reservas, ahuyentó la inversión y generó la inflación que afecta de manera ostensible a la economía de los hogares bolivianos. Tanto en el debate de la Red Uno como en el de Unitel los aspirantes al sillón presidencial concuerdan en que la crisis económica que atraviesa Bolivia es consecuencia directa de un modelo estatal ‘gastador y corrupto’ implementado en los últimos 20 años de Gobierno del MAS.

VOTACIÓNLas elecciones serán el 17 de agosto. Foto: El Deber

En esa línea, el jefe del equipo económico de la alianza Unidad, José Gabriel Espinoza, afirma que la situación económica del país se agrava cada vez más, porque no se atendieron las señales mostradas desde 2014, cuando las exportaciones empezaron a bajar y Bolivia empezó a producir menos de lo que consumía. “El gran problema que tiene Bolivia, no son los dólares, la falta de combustibles o cualquier otra cosa que se les ocurra, el problema de Bolivia es que produce menos de lo que consume. Es un problema de productividad”, recalca.

Durante los recientes debates organizados por los medios nacionales e instituciones como la Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo de Santa Cruz (Cainco), los principales candidatos presidenciales centraron sus intervenciones en propuestas para enfrentar la crisis económica. Las formas son variopintas, pero existe una consonancia en que se tiene que atacar el déficit fiscal como la primera medida con recortes en las subvenciones. Achicar el aparato estatal, fomentar las exportaciones y otorgar seguridad jurídica, son otras de las acciones que deben ser tomadas.

Las encuestas coinciden en señalar una creciente indecisión: entre un 25 % y 30% del electorado declara no saber por quién votar, mientras que el voto blanco o nulo supera el 10 %. El desgaste del oficialismo es evidente, pero la fragmentación opositora da por hecho que habrá una segunda vuelta. El problema en ciernes es cómo garantiza la próxima gestión la gobernabilidad necesaria para tomar las medidas de shock que necesita y mantener las nuevas políticas económicas, sobre todo porque la estabilidad demandará mucho tiempo.

Tres de los candidatos presidenciales en el debate de Unitel. Foto: captura pantalla

El docente y analista económico Gonzalo Chávez indica que la crisis emitió sus primeras señales cuando comenzaron a bajar las exportaciones de gas natural, ya por el 2014; empero, los gobiernos del MAS, en lugar de tomar acciones correctivas que hubiesen permitido reencauzar el problema, tomaron decisiones que afectaron aún más la situación financiera del país. En consecuencia, el analista concluye que el problema no es del modelo económico, sino de quien lo conduce.

Esta crisis económica, que se expresa claramente en el aumento de precios (inflación), es ‘lo que más resiente la ciudadanía’, advirtió el politólogo José Luis Exeni al periódico alemán DW. En un país en el que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que más del 80 % de la economía es informal, la economía de las familias, de los ciudadanos de a pie, se ve fuerte e inmediatamente afectada, coincide con él la analista Ana Soliz.

Sea cual fuere, el próximo gobierno necesitará la mayor legitimidad posible para enfrentar una agenda muy compleja. “Estamos ante una elección marcada por el bolsillo. La gente no está votando por ideología, sino por quién le ofrece una salida concreta a su crisis diaria”, afirma el sociólogo Fernando Mayorga. Además, «tienen que asumir medidas anticrisis muy difíciles, con costos sociales y económicos, impulsar procesos ampliados de reforma político-institucional y gestionar una gobernabilidad mínima», dice Exeni.

El encuentro en la Cainco. Foto: Cainco

Mientras tanto, las protestas intermitentes por los carburantes y la especulación con los precios continúan afectando a la población, que observa con escepticismo la campaña electoral, por ello, el alto porcentaje de los votos residuales (nulos, blancos e indecisos). La escasez de dólares en el sistema financiero y las advertencias de organismos internacionales sobre el deterioro fiscal completan un panorama sombrío.

Este mes es clave para los postulantes a la Presidencia, que deberán afinar sus mensajes y convencer a un electorado cada vez más empobrecido, fragmentado y desconfiado. En un país con larga tradición de movilización social y volatilidad política, la economía es, sin duda, el aspecto principal que definirá el rumbo electoral de 2025. No por nada, en el último estudio del periódico El Deber, una de cada dos personas opina que un buen manejo de la economía es fundamental.