Del poder hegemónico al borde del abismo: el MAS arriesga su sigla y enfrenta el riesgo de desaparecer de la ALP


El partido azul tiene una historia rica en transformaciones esenciales para el país, pero también está signada por el abuso del poder y el desconocimiento a la voluntad popular. Este año podría ser su despedida.

Andrónico Rodríguez, Luis Arce y Evo Morales. Foto de archivo: APGAndrónico, Arce y Evo cuando aún eran aliados. Foto: APG

eju.tv



Desde su irrupción electoral en 2005 de la mano de Evo Morales, el Movimiento al Socialismo (MAS) ha transformado el escenario político nacional, consolidándose en el control del Legislativo hasta alcanzar su cúspide entre 2009 y 2020, año de la victoria del actual mandatario, Luis Arce Catacora; sin embargo, ese dominio demoledor en la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) se ha fue erosionando gradualmente, y llega a las elecciones de 2025 con una posición ostensiblemente debilitada.

El MAS ganó por primera vez en las elecciones de 2005 con un incuestionable 53,74% de los votos, con una victoria nunca registrada desde la recuperación de la democracia en 1982. En esa oportunidad consiguió 72 diputados de 130 y 12 senadores de 27. La gobernabilidad estaba garantizada, aunque no llegó a tener los dos tercios en la Asamblea Legislativa. Empero, la demoledora hegemonía iniciaba su periplo de casi dos décadas de dominio absoluto.

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Sin embargo, una vez aprobada la nueva Constitución Política del Estado (CPE) en la que la República de Bolivia era sepultada y daba paso al naciente Estado Plurinacional de Bolivia, en un referéndum que se realizó en enero de 2009, los comicios se llevaron a cabo en diciembre de ese mismo año. El líder cocalero fue reelecto con un contundente 64,22% de los votos, lo que significó para el MAS el control absoluto de la ALP, ya que obtuvo dos tercios en ambas cámaras: 88 diputados y 26 senadores. Desde ese año la Cámara Alta pasó de 27 a 36 miembros, cuatro por cada departamento.

MAS. Militantes del Movimiento Al Socialismo, en una concentración.El MAS fue un partido hegemónico. Foto: Correo del Sur

Los comicios de 2014 se cumplieron el 12 de octubre de ese mismo año. Estos comicios fueron los segundos bajo la nueva Constitución boliviana de 2009, y los primeros controlados y verificados por el nuevo Órgano Electoral Plurinacional (OEP), que reemplazo a la extinta Corte Nacional Electoral (CNE). El binomio del MAS, nuevamente integrado por Evo Morales Ayma y Álvaro García Linera, se impuso con el 61,36% de los votos, consiguió así la reelección. En el Legislativo, si bien repitió la cantidad de diputados (88), disminuyó un senador (25), pero siguió ostentando el control absoluto de la ALP.

En esa oportunidad, se presentó la primera interpretación’ de la CPE, porque si bien la primera de las disposiciones transitorias de la ley de leyes señalaba expresamente que los mandatos anteriores a su vigencia iban a ser tomados en cuenta, es decir, que el mandato anterior de Morales debía ser considerado válido, lo que le impedía ir a la reelección, en 2013, el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) autorizó la postulación de Morales, porque fue presidente de ‘otro’ Estado, ya que la nueva Constitución consagró uno diferente: el Estado Plurinacional de Bolivia.

Ante la inminente inhabilitación para las elecciones de 2019, el partido azul promovió un referéndum constitucional que se plasmó el domingo 21 de febrero de 2016. La población fue convocada para aprobar o o rechazar un proyecto de modificación constitucional que permita a Morales y García Linera postularse a una tercera reelección. El MAS sufrió tal vez la derrota más dolorosa de su existencia. El ‘No’ ganó con un total de 51,30% de los votos, contra el 48,70% del ‘Sí’. Ambos gobernantes tenían que resignar su intención de un nuevo mandato.

La autodestrucción del MAS bolivianoAdeptos de Morales piden la inclusión del expresidente en los comicios de este año. Foto: Nueva Sociedad

Sin embargo, el 28 de noviembre de 2017, los magistrados del TCP que ya estaban a punto de fenecer en su mandato fallaron en favor de la reelección indefinida, supuestamente porque, de acuerdo con el dictamen, los derechos políticos eran derechos humanos y la reelección indefinida era un derecho humano. Los tribunos apelaron al artículo 23 de la Convención Americana de Derechos Humanos y coligieron que debe respetarse el derecho del presidente a ser elegido y el del pueblo a elegirlo. Evo Morales y Álvaro García Linera optaron por ese tercer mandato y abrieron la posibilidad de eternizarse en el poder.

En 2019, se produjeron una de las justas electorales más controvertidas de la historia democrática del país. El 20 de octubre, la población boliviana nuevamente a las urnas para elegir al próximo presidente. Una vez cumplida la votación, el Sistema de Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP) inició con la difusión no oficial del conteo rápido, al 83,76% mostraba que, si bien Morales lideraba en la votación, no alcanzaba la diferencia para evitar una segunda ronda electoral contra el candidato de la oposición Carlos Mesa; pero, la transmisión se suspendió de manera intempestiva.

La norma electoral establece que en caso de que ningún candidato alcanzara el 50% de los votos válidos o —habiendo superado el 40%— tuviese una diferencia de 10% o más sobre el segundo, el eventual balotaje para la elección presidencial se realizaría el 15 de diciembre de 2019. No obstante, el 25 de octubre, el TSE anunció los datos con el 100% de los votos escrutados: el MAS registró el 47,08% de los votos y Comunidad Ciudadana (CC) del expresidente Carlos Mesa sumó el 36,51%, se descartaba así la segunda vuelta.

En las elecciones de 2025 no está inscrito el nombre de Evo Morales. Infografía: Los Tiempos

Sin embargo, dos informes de los veedores de la Organización de Estados Americanos (OEA), uno previo a la publicación de resultados oficiales y otro final emitido con posterioridad, señalaron supuestas irregularidades en el recuento de votos, lo que exacerbó los reclamos de la oposición y un grueso sector de la ciudadanía. A Morales no le sirvió anunciar que iban a repetirse los comicios y se renovarían los miembros del TSE, porque tuvo que presentar su renuncia a la Presidencia de Bolivia, tras perder el apoyo de la Policía, las Fuerzas Armadas y la Central Obrera Boliviana (COB).

En los comicios de octubre de 2020, Luis Arce (MAS) ganó con holgura, pero solo alcanzó 21 senadores y 75 diputados (de un total de 166 escaños), insuficientes para la mayoría absoluta. El oficialismo conserva la mayoría simple, pero sin poder imponer su voluntad. A ello se suma que en los últimos casi cinco años el partido azul se escindió en tres lo que dio lugar a las corrientes evista, arcista y androniquista. La gobernabilidad fue imposible para Arce Catacora, quien sufrió el bloqueo permanente ya no solo de los opositores, sino también de sus exaliados.

Entre el 2005 y el 2019, el MAS consolidó su poder político con mayoría legislativa, permitiendo reformas estructurales sin intervención opositora, lo que reforzó su modelo de partido dominante A partir del 2020 perdió los dos tercios, hubo mayor necesidad de diálogo con otras bancadas, pero esto no ocurrió, lo que devino en un estancamiento legislativo. El escenario parlamentario dejó de ser monolítico, pero entró en el caos, debido a la polarización excesiva que se registró en ese órgano del Estado

Es casi un hecho que el MAS no tendrá representación en la ALP. Foto: Abi

Es decir, desde su primera victoria en 2005, el MAS pasó de ser una fuerza emergente a convertirse en el eje de poder hegemónico en Bolivia. Su dominio absoluto se consolidó en 2009 y 2014, pero desde 2019 su base parlamentaria comenzó a resquebrajarse. Hoy, el sector arcista del MAS es la representación minoritaria. El contexto de creciente fragmentación política afectó enormemente a la gobernabilidad del oficialismo. De nada valió iniciar el período constitucional con una mayoría relativa.

La crisis económica, que se plasma en la ausencia de los dólares, la escasez de combustible, el incremento de los precios de los productos esenciales que provocan una galopante inflación, ha volcado los ojos de diferentes sectores hacia Luis Arce y su gobierno, a quienes responsabilizan por la difícil situación actual que ha provocado que el MAS no sobrepase del 3% de intención de voto, es decir, está a punto de perder la personalidad jurídica. Y si logra salvar ese extremo, lo más probable es que no tenga un representante en la ALP. De haber tenido el poder absoluto pasará a la práctica extinción.