El legendario artista británico compartió con sus fans el difícil camino que recorrió en sus últimos años, mostrando una honestidad y valentía admirables.
Por Uriel Monterrubio
Fuente: Infobae
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El cantante de Black Sabbath murió el martes 22 de julio a los 76 años, noticia confirmada por su familia en un comunicado cargado de emoción donde detallaron que el icónico músico falleció rodeado de sus seres queridos.
“Con una tristeza mayor de la que las palabras pueden expresar, debemos informar que nuestro querido Ozzy Osbourne falleció esta mañana. Estuvo acompañado de su familia y rodeado de amor. Pedimos a todos que respeten la privacidad de nuestra familia en este momento», se lee en el comunicado compartido por el medio The Sun.
El historial médico de Ozzy Osbourne abarcó una sucesión de problemas complejos que marcaron la última etapa de su vida, desde el mal de Parkinson hasta serias lesiones vertebrales.
Cinco años antes de su muerte, Osbourne reveló públicamente en “Good Morning America” que padecía Parkinson en estadio 2. Su esposa, Sharon Osbourne, explicó entonces que este diagnóstico no suponía una sentencia de muerte, aunque se trataba de una dolencia con días variables: algunos buenos, seguidos de jornadas difíciles. En ese mismo contexto, ambos recordaron la caída grave que Ozzy sufrió en el baño de su casa el año anterior, en completa oscuridad, lo que agravó lesiones estructurales previas.
La vida del músico estuvo marcada por accidentes y cirugías. En 2003, un grave accidente con un cuatriciclo en su finca de Buckinghamshire le provocó fractura cervical, la clavícula y seis costillas rotas, además de hemorragias pulmonares que los cirujanos controlaron de urgencia.
Este siniestro se produjo un día libre de la promoción de un dueto con su hija Kelly. Las lesiones resultaron en la implantación de varillas metálicas; sin embargo, en 2019, una caída desde el inodoro desplazó estas piezas en su espalda, sumiendo a Ozzy en lo que describió como el “periodo más largo, doloroso y miserable” de su vida.
“Me caí y aterricé mal… No he vuelto a caminar bien desde entonces”, relató tiempo después. Desde ese punto, tuvo que soportar múltiples cirugías —llegando a tener 15 tornillos en su columna— y constantes sesiones de fisioterapia. En 2022, se sometió a una nueva operación para extraer y realinear clavos del cuello y la espalda, intervención que, en palabras de Sharon, determinaría el resto de la vida del cantante. En 2023, Ozzy definió su cuarta operación como la última posible, asegurando: “Va a ser la cirugía final, porque no puedo más… Independientemente de cómo termine, no puedo”.
A lo largo de estos años, la movilidad de Ozzy se vio drásticamente limitada y las especulaciones sobre su estado se intensificaron. Su hija Kelly Osbourne desmintió rumores sobre su inminente muerte y un supuesto pacto suicida entre sus padres, asegurando que, si bien su movilidad era distinta, “no se está muriendo”, calificando tales rumores de “tonterías”.
Tras ser diagnosticado con Parkinson en 2019, cuyas características explicó detalladamente junto a Sharon, Ozzy mencionó también los efectos del tratamiento y la cirugía:
“Estoy tomando muchos medicamentos, principalmente por la operación… Tengo adormecimiento en este brazo y las piernas se me enfrían. No sé si es el Parkinson o qué”. El tipo de Parkinson que sufría era fase 2, es uno de los de progresión más lenta, aunque los síntomas pueden variar notablemente. Osbourne apuntó que parte de sus problemas se atribuían erróneamente únicamente al Parkinson, cuando la cirugía por el accidente de cuatriciclo fue central en su deterioro: “Cuando me caí del cuatriciclo en 2003, seguí de gira y ya tenía Parkinson. Fue ESA maldita cirugía”.
El cantante también suspendió en 2019 una serie de conciertos debido a una batalla contra la neumonía. Su esposa informó en redes sociales que tras la hospitalización, los médicos recomendaron un período de recuperación de seis semanas.
A estos desafíos físicos se sumaban las dificultades de aprendizaje: Ozzy habló abiertamente sobre vivir con dislexia y trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH). “Soy terriblemente disléxico y tengo déficit de atención, así que tengo que llevar una grabadora a todos lados”, explicó a la revista GQ en 2019. Esta estrategia le permitía documentar melodías y gestiones cotidianas que, de otra forma, podría olvidar.
Otro aspecto relevante de su vida fue su lucha contra el alcoholismo y la drogadicción, adicción que se remontaba a los años setenta. Aunque Ozzy admitió no estar “completamente sobrio” en 2024, afirmó haber abandonado el alcohol y explicó: “Cuando empiezo a beber, empiezo a buscar drogas. Sharon tuvo buen entrenamiento para lidiar con el caos”.
Además de Sharon y Kelly, Ozzy deja una familia compuesta por Elliot, Jessica, Louis, Aimee y Jack. El legado del Príncipe de las Tinieblas no solo abarca su revolucionaria carrera musical, sino también una historia personal de resistencia ante la adversidad médica y las luchas personales.