El poder como negocio y no como servicio patriótico


En cada proceso electoral, es lamentablemente común observar cómo muchos candidatos conciben la política no como una vocación de servicio, sino como una inversión con la expectativa de una alta rentabilidad. Lejos de responder a un compromiso patriótico con el bien común, su motivación principal es acceder al poder para obtener beneficios personales o económicos.

Un caso especialmente preocupante es el de la Asamblea Nacional. No pocos aspirantes buscan ocupar una curul no para legislar en favor del pueblo, sino para participar en negociaciones oscuras a cambio de su voto. Este tipo de prácticas convierten al Parlamento —que debería ser la cuna del debate democrático— en una plataforma de trueques políticos.



Quedan aún solo tres semanas de campaña preelectoral, y es imprescindible que la ciudadanía desenmascare a estos «inversionistas políticos». El voto debe ser un instrumento de castigo para quienes representan intereses particulares y una oportunidad para respaldar a quienes realmente buscan servir.

Este fenómeno no se limita al poder legislativo. Lo vemos también en los aspirantes al ejecutivo, al judicial y a la administración pública en general en todos sus niveles. Muchos llegan con el objetivo de “recuperar” la inversión hecha en campaña, convirtiéndose así en los principales impulsores de la corrupción institucionalizada.

=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas

Si queremos un verdadero cambio en este nuevo ciclo político, con la propuesta de una “nueva visión de país”, la responsabilidad recae no sólo en los votantes, sino también en los partidos políticos, agrupaciones ciudadanas y sus líderes. Son ellos quienes deben seleccionar a personas honestas, de conducta intachable, comprometidas con los valores democráticos.

Sabemos que no es fácil para el electorado identificar a los candidatos probos en medio de tanta oferta política, pero es un reto que debemos asumir. Para ello, exigimos a los principales candidatos que hagan pública la «hoja de vida» y los antecedentes de quienes integran sus listas. El voto informado no es un privilegio es un derecho ciudadano.

Se ha mencionado en reiteradas oportunidades, estamos ante un momento extremadamente delicado y crucial, quizás uno de los procesos electorales mas importantes de la historia democrática de nuestro país y todos los ciudadanos debemos actuar en consecuencia.

Como dice el viejo adagio: se predica con el ejemplo. Después de tantas decepciones, esperemos que esta vez se priorice el bien del país por encima de los intereses personales.

Fernando Crespo Lijeron