La inhabilitación de Evo Morales reconfigura el mapa electoral y deja un bloque de votantes huérfanos que podría ser definitorio en las elecciones de agosto venidero.
Evo Morales en uno de sus encuentros en el trópico. Foto: Visión 360
La carrera hacia las elecciones generales en Bolivia ha dado un giro sustancial con la confirmación de que Evo Morales no podrá postular a la presidencia, cumplido el plazo para la sustitución de candidatos por renuncia; si bien existe la posibilidad de que el exmandatario pueda presentar aún su candidatura hasta el 13 de agosto, así lo dispone la norma, es cada vez más improbable que pueda ser parte de los comicios, porque las alternativas prácticamente se agotaron. Esta situación no solo cierra un ciclo, sino que abre interrogantes sobre el futuro de su masiva base electoral.
La figura de Morales, tres veces presidente y líder histórico del Movimiento Al Socialismo (MAS), ha sido durante las últimas dos décadas el eje aglutinador de millones de votos en zonas rurales, sectores sindicales, campesinos, cocaleros y poblaciones indígenas. La exclusión del líder de las seis federaciones del trópico de Cochabamba ahora plantea un dilema bastante importante: ¿quién recogerá ese caudal político disperso?, sobre todo, porque las otras corrientes que se desprenden del partido azul no gozan de la venia del exjefe de Estado.
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En el MAS, la fractura es profunda. Por un lado, el ala oficialista, leal al presidente saliente Luis Arce, tiene como candidato a Eduardo del Castillo, exministro de Gobierno, un joven de 36 años que tiene una conexión estrecha con quien ahora es el enemigo número uno de Morales calificado por este como el ‘traidor más grande’ del proceso de cambio. Por otro, está Andrónico Rodríguez, líder cocalero y presidente del Senado, quien optó por ir a los comicios bajo otra silga política, el Movimiento Tercer Sistema (MTS), después que su otrora ‘padre político’ bajara el dedo a su pretensión electoral.
Andrónico Rodríguez, Luis Arce y Evo Morales
La disputa por la ‘herencia electoral’ de Evo se enmarca en un escenario insólito: por primera vez en casi 20 años, el MAS va dividido a unas elecciones nacionales. Del Castillo promete continuidad del modelo económico arcista, la acuñada industrialización con sustitución de las importaciones; pero, carga sobre sus espaldas una profunda crisis que es atribuida en casi su totalidad al actual mandatario por las malas políticas llevadas a cabo en su gestión; Andrónico, en cambio, se presenta como el guardián del proceso de cambio original, pero abre la posibilidad de concertar con las fuerzas políticas opositoras, aspecto que tampoco es del agrado del ‘jefazo’.
El analista Armando Ortuño considera que uno de los principales desafíos de Rodríguez es sumar los votos evistas ya que si no consigue ese caudal sus posibilidades de estar entre los dos primeros disminuyen. En su criterio, el candidato de Alianza Popular necesita los votos de los electores evistas para seguir con vida en las presidenciales. Dirigentes cercanos a Morales tildan al presidente del Senado de ‘traidor’ por su postulación ajena a Morales, anuncian que no votarán por ninguna alternativa si en la papeleta no está el cocalero. Andrónico cree que esa postura es solo de la dirigencia, no así de las bases.
“Su gran pregunta es cómo él puede al mismo tiempo marcar diferencia frente a este que fue el jefe de su partido y al mismo tiempo incentivar a que las personas que todavía tienen confianza en este dirigente político puedan votar por él en agosto. Él sabe también que si no resuelve eso sus posibilidades también disminuyen. Tiene ese enorme reto al frente y veremos si lo resuelve y funciona su estrategia”, sostiene el experto.
Evo Morales le bajó el dedo a Rodríguez para que sea el candidato presidencial del evismo. Foto: Opinión
Pero, hay otros candidatos en disputa de los votos de Morales. Uno de ellos es el alcalde de Santa Cruz de quien se dice que iba a resignar su postulación en favor del exmandatario para que corra en las presidenciales bajo el paraguas de Unidad Cívica Solidaridad (UCS), pero cuya intención no se plasmó por las amenazas de anularle la personería jurídica si persistía en el intento. Sin embargo, el discurso esgrimido por Fernández recoge varas de las posturas del exjefe del MAS.
Y la otra figura es la alcaldesa de El Alto, Eva Copa, crítica acérrima de Morales en la última época, que se presenta como una figura emergente al frente del Movimiento de Renovación Nacional (Morena), con un perfil más inclusivo, que busca captar tanto a los desencantados del MAS como al votante joven de los sectores urbanos que no encuentra eco en los partidos tradicionales empero, afronta una situación delicada por la baja intención de voto que tiene, lo que podría dar lugar a que ceda una cantidad de espacios al evismo en pro de mejorar su caudal electoral.
La campaña se desarrolla en un clima de creciente tensión. La inhabilitación de Morales fue recibida con marchas y advertencias de bloqueos, lo que hace prever un proceso electoral turbulento. Mientras tanto, la Corte sigue siendo cuestionada por su rol político y la aparente judicialización del proceso. En las encuestas, la paridad es evidente: Andrónico, Del Castillo y Reyes Villa se disputan los primeros lugares, aunque con márgenes estrechos y un importante porcentaje de indecisos. El “voto huérfano” de Evo puede ser el factor decisivo si es absorbido por uno de los candidatos o si, por el contrario, opta por abstenerse, alterando el resultado previsto.
Morales tiene una amplia base social. Foto: Correo del Sur
Ante ese panorama, el analista político Jhonny Nogales advierte sobre la polarización en la oposición y el peligro que enfrentan de ir a las urnas separados, porque cree que las corrientes que devienen del bloque popular actuarán con pragmatismo y se reunirán en virtud de un pacto que busca la impunidad para sus líderes, no en función a un proyecto ideológico, ni para proteger a las clases empobrecidas, sino, simplemente para protegerse unos a otros de rendir cuentas.
“Los dirigentes del bloque socialista se insultan de día y se visitan de noche. Han comprendido que cualquier gobierno ajeno significaría, como mínimo, el riesgo de enfrentar la verdad: auditorías, investigaciones, juicios, recuperación de bienes. Por eso su instinto de supervivencia los impulsa a replegarse juntos, cohesionados no solo por afinidades profundas – la identidad racial, la doctrina populista – sino por la urgencia y la convicción de que deben protegerse mutuamente para preservar su impunidad” afirma el abogado y periodista.
Montado así el nuevo escenario, Bolivia se encamina a unas elecciones donde ninguna fuerza tiene asegurado el triunfo, tal cual muestran los estudios de percepción. Sin Evo Morales, el tablero se redibuja y obliga a todos los actores a reconstruir su estrategia. La transición del liderazgo masista y la búsqueda de nuevos referentes marcarán la tónica de una contienda electoral que podría redefinir el rumbo político del país. Con Morales prácticamente fuera de juego, la clave estará en quién logre canalizar el descontento de miles de bolivianos que, por primera vez en 20 años, deberán votar sin su líder histórico en la papeleta.